3.- La cuestión religiosa.
Hasta la Iglesia era consciente de
que tenía que hacer concesiones a la República
Cuando Alfonso XIII visitó
las Hurdes conoció a un sacerdote, Don Pedro Segura, con un envidiable celo y
entrega a su misión pastoral y se le ocurrió nombrarlo nada más y nada menos
que Primado de España.
El Cardenal Segura sería
apresado, conducido a la frontera y acusado de evadir caudales de la Iglesia.
El ambiente anticlerical se
mascaba en el Parlamento y se preveía que serían disueltas todas las órdenes
religiosas.
Al final, Azaña consiguió que
sólo fuera disuelta la
Compañía de Jesús (los Jesuitas).
Las demás subsistirían, pero
con muchas limitaciones, siendo la más sería el “dejar de enseñar”, quitarles
la competencia educativa.
Se dice que fue un logro de
la masonería.
Lo cierto es que, a partir de
entonces, ser masón facilitaba entrar y ascender en la política (y es que la
mitad de los diputados eran masones).
Azaña lo fue, como Martínez
Barrio, que llegó a ser la máxima autoridad en la masonería,
Se preocupó por la no
politización de la orden, pero no pudo evitarlo. Y muy caro lo pagarían.
En Agosto del 32, el general
Sanjurjo, que no se consideraba bien remunerado por su contribución al
derrocamiento de Alfonso XIII, intentó acabar con la República ,
considerándola un error.
Fue la “sanjurjada”, que fue
seguida por un pequeño número de tropas.
Fracasó en su intento. Fue
juzgado, condenado a muerte, indultado y encerrado en una prisión militar,
desde la que continuaría conspirando.
4.- El problema obrero: la
conflictividad laboral.
La crisis del 29 afectó a
España, aunque menos que a otros países industrializados, porque el motor de la
economía española seguía siendo la agricultura.
El paro bajó y las peonadas
aumentaros hasta 4 o 5 pesetas.
Pero la idea de “república”
traía asociada tanto la Revolución Social
como el Reparto de Tierras.
Hubo choques sangrientos con la Guardia Civil y con la recién
creada Guardia de Asalto (estamos refiriéndonos a Casas Viejas (Cádiz)), donde
murieron, resistiendo, un grupo de anarco sindicalistas y sobre los que
sobrevivieron cayeron represalias atroces.
Azaña, mal informado, no se
le ocurre otra cosa que decir en el Congreso: “pasó lo que tenía que pasar”, lo
que lo llevaría a su fracaso político.
¿Tenía Azaña poca
sensibilidad para los temas sociales?
¿Era su partido, típico del
liberalismo burgués, muy celoso del Derecho de Propiedad?
La discusión de la Ley de Reforma Agraria duró
más de un año (demasiado tiempo para quienes llevaban tanto tiempo esperando
esperanzados)
La cuestión era peliaguda
porque el objetivo era el de repartir los latifundios pero la primera duda y/o
pregunta era “¿qué es un latifundio”? y la siguiente sería: “¿qué indemnización
se les daría a sus propietarios?” y ¿cuál sería el destino de las tierras
expropiadas?
Mientras, los campesinos
esperaban la hora del reparto pero ¿era mejor que el dominio de lo expropiado
fuera estatal y que la explotación se encomendara a los Sindicatos Campesinos?
– como sostenían y preferían los socialistas.
Se optó por expropiar sin
indemnizar a los propietarios, los Grandes de España, lo que era una ilegalidad
manifiesta.
Cuando cayó Azaña, en el
otoño del 33 sólo se habían asentado 8.000 familias de campesinos cuando eran
casi un millón los que esperaban su lote.
Y no sólo en la Agricultura.
La conflictividad también fue
urbana, en fábricas, minas y servicios.
Ante la crisis internacional
la peseta bajó, lo que favorecía las exportaciones pero los empresarios, ante
el panorama tan poco claro, no quisieron invertir en ampliar y modernizar las
fábricas.
Se temía, sobre todo en
Cataluña, una vuelta al pistolerismo y a las huelgas generales.
Pestaña y Peyró, dirigentes
moderados de la CNT ,
cedieron y dejaron paso al anarquista Durruti y a la F.A .I, lo que preconizaba la Revolución total.
En las grades ciudades,
además de Barcelona, como Madrid, Sevilla, Zaragoza, Asturias, País Vasco,..Desde
el 32 hasta el 33 se triplicó el número de huelgas y aumentó la violencia
contra patronos y esquiroles.
El objetivo inmediato era la
subida de salarios, situando el tope en 10-12 pesetas diarias, aunque ya se
gozaba de la jornada laboral de 8 horas al día.
Don Niceto se alegraba, se
regocijaba, del desgaste del gobierno de Azaña, ya que eran de temperamento e ideales
totalmente opuestos.
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