Se ha dicho que la Segunda República
fue “una República sin republicanos”.
La gente había sido y era o
monárquica o antimonárquica, porque republicanos, como tal, no los había.
Los partidos republicanos de
la primera república no se habían repuesto de las divisiones y de las
desilusiones.
No había rodaje republicano
alguno, ni en la sombra, ni en la oposición como para estar preparados en el
punto de salida.
No es que ganara la carrera,
es que la monarquía se quemó tras una accidentada vida.
El año 30, en el Pacto de San
Sebastián estaban reunidos los socialistas del republicanismo histórico, los
socialistas de Prieto y los del catalanismo radical del coronel Maciá para
acordar un programa de acción.
El gobierno provisional de la República incluía
representantes de estos partidos más dos neorrepublicanos conservadores: Maura
y Alcalá Zamora.
Los primeros pasos de la Segunda República
fue como la salida acelerada de un conductor novato.
Había mucho, demasiado,
júbilo, exaltación y alegría ante la nueva criatura. Demasiadas expectativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario