Cuentan que en Persia, cuando
moría el Emperador quedaban en suspenso, sin vigor, durante cinco días, todas
las leyes por lo que, durante esos cinco días se cometían todo tipo de
atrocidades.
La
anarquía era absoluta.
Así que, cuando era nombrado
el nuevo emperador y era restaurada la ley, incluso una ley más dura, era
recibido como un salvador.
Era el ejemplo clásico para
hacer ver al pueblo que no se puede vivir en la anarquía y que la autoridad,
siempre, era necesaria.
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