Además, estaba la Iglesia.
¿De qué lado iba a estar si
en el primer trimestre de la guerra los republicanos asesinaron a 8.000
religiosos (entre ellos a 13 obispos) y religiosas más los saqueos e incendios
de templos?
El Papa Pío XII bendijo al
bando nacional y los obispos predicaban la cruzada.
Ya se sabe que, tras la
guerra, fueron derogadas todas las leyes laicas, se implantó la pena de muerte,
se suprimió el matrimonio civil y el divorcio, se terminó con la coeducación y
con la libertad de cultos.
El bando nacional hacía piña
mientras en las Izquierdas la autoridad quedaba difuminada en organizaciones
obreras, comités, sindicatos, milicias, cantones,..
No hubo un frente único,
sólido, fuerte, coordinado.
Cada uno iba por su cuenta y
a lo suyo que, para él, era lo más importante.
¿Es que era tan absurdo
esperar hasta la victoria contra los rebeldes para poder poner en marcha la
deseada y perseguida revolución social?
¿No era más lógico, primero
la victoria y luego la reforma?
Pues no.
Los anarquistas comenzaron a
colectivizar y a gestionar democráticamente industrias y explotaciones cuyo
funcionamiento técnico, administrativo y comercial desconocían.
Por si esto fuera poco,
faltaban oficiales en el frente, sobre todo los mandos intermedios y, en la
retaguardia, faltaban cuadros técnicos.
En empresas como ésta la
ilusión y el entusiasmo, necesarios, no son deficientes.
Mucha bandera al viento,
mucha publicidad cartelaria, mucho grito callejero, mucho entusiasmo, pero poca
efectividad.
Incluso los ideales de los
primeros días dio paso, enseguida, a la codicia sobre el botín cobrado a la
clase perseguida.
Cada grupo, cada
organización, a lo suyo y a su manera, mientras el bando rebelde, con Franco
como Jefe organizador avanzaba y avanzaba.
Comunistas por un lado, la CNT por otro y el PAUM, en
Barcelona, a lo suyo.
Se cargaron a Largo
Caballero, como si él fuera el culpable de todo.
Sólo después, Juan Negrín, formaría
gobierno con una coalición de socialistas, comunistas y republicanos.
Pero, para mantener la
guerra, hacían falta armas, munición y carburante. Sin ello nada se podría
hacer.
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