Pero, para mantener la
guerra, hacían falta armas, munición y carburante. Sin ello nada se podría
hacer.
Y, ante la demanda de ambos
mandos, surgieron los proveedores, pero fue por afinidad ideológica o contra
ideología para ellos peligrosa.
Las naciones totalitarias,
Italia y Alemania acudieron en auxilio y ayuda a su futuro imitador, al bando
rebelde, a Franco,
Las democracias occidentales,
teóricamente, deberían auxiliar y ayudar a los demócratas republicanos pero
pronto llegaron a un acuerdo (Francia e Inglaterra) de no intervención, ante la
perspectiva de una España Republicana en manos de los comunistas del Frente
Popular.
Estas democracias
occidentales, con el temor de no querer molestar la aventura de Hitler en
España, no siendo que, en un ataque más de locura, los considerara blancos a
atacar por entrometerse y ante el futuro de esta España en lontananza,
republicana y comunista, si triunfaban las izquierdas, hicieron llegar a Franco
la gasolina necesaria para los aviones alemanes y las tanquetas italianas.
Sólo la Unión Soviética apoyó a los
republicanos aunque, como es de sobra sabido, no de manera gratuita sino con
depósitos de oro del Banco de España.
¡Qué bien le venía a Moscú
tener un satélite comunista que, por su localización estratégica, abriera y
cerrara las puertas del Mediterráneo¡
Sólo así puede explicarse el
auge y la subida espectacular del Partido Comunista.
Y lo mismo por el otro bando,
con el Partido Falangista, a imagen y semejanza del Partido Fascista Italiano.
Franco ya estaba a las
puertas de Madrid y la guerra habría terminado si no hubiera sido por el
general Miaja, reforzado por las Brigadas Internacionales (de inspiración
comunista) y por los tanques y aviones rusos, que consiguió aplazar la derrota
y prolongar la guerra dos años más.
Las derrotas en el Jarama y
en Guadalajara hicieron que Franco aplazara el asalto a Madrid poniendo rumbo
al Norte, al Cantábrico, atraído por la mayor concentración industrial en manos
de la República.
Hitler y la Legión Cóndor , ensayando para
la que ya se veía venir, la segunda guerra mundial, machacó, arrasó, a
Guernica.
En manos de Franco, ya, y en
no mucho tiempo, el acero vasco y el carbón asturiano.
Ya se sabía “quién” iba a
ganar la guerra, lo que aún no se sabía era el “cuándo” sería.
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