Es el título de la obra de
Ana María Leyra.
Afirma la autora que Santo
Tomás dibujaría una leve sonrisa al ver justas estas dos palabras, porque
“crear” es un atributo exclusivo de Dios.
Pero resulta que el hombre
artista puede hacer algo que ni Dios mismo podría hacer: ser artista.
Dios no es artista.
Le basta (y le sobra) con ser
creador.
El arte es privilegio humano
de poner, recomponer, cambiar, combinar, indagar, imaginar, triunfar…o fracasar.
Dios ni triunfa ni fracasa,
ni recompone, ni indaga.
Todo lo ve y hace con
absoluta simplicidad.
Su ojo omnividente ni
sospecha ni queda fascinado.
El artista, en cambio, “crea”
obras de arte.
Claro que si el
término-concepto “crear” se toma a la letra (“sacar algo de nada ni de Sí”) el
hombre no puede “crear”, se “recrea” juntando palabras, colores, formas,…..
EL PROBLEMA MENTE-CEREBRO.
Primera distinción entre “lo
físico” y “lo mental”: lo “físico” es
espacial, lo “mental” NO.
Segunda “
“ “ “ “ : “ se conoce mediante la percepción
externa, lo “mental” mediante la percepción interna.
Tercera “ “ “ “ “ : lo “físico” es público, lo “mental”
es privado.
Cuarta “ “ “ “ “ : lo “mental” es intencional, lo
“físico” NO.
TEORÍAS EN TORNO A LO MENTAL
Y A LO FÍSICO:
Teorías DUALISTAS:
.- INTERACCIONISMO.
.- EFIFENOMENALSMO.
.- PARALELISMO Y
OCASIONALISMO.
.-
ANIMISMO-HILOZOÍSMO-PAMPSIQUISMO.
Teorías MONISTAS:
.- MONISMO NEUTRAL.
.- MATERIALISMO FUERTE.
.- IDENTIDAD MENTE-CEREBRO.
.- MATERIALISMO EMERGENTE.
.- FUNCIONALISMO
.- FENOMENISMO.
(35)
FEUERBACH: LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO.
Es su obra capital y ocupa un
papel de primera importancia en la Filosofía Occidental
Moderna porque, entre otras cosas, ofrece el esquema básico de lo que se
llamará, después, “Filosofía de la sospecha”.
Las críticas de Marx,
Nietzsche y Freud a la religión o a la moral, a la sociedad o al estado,…siguen
el modelo fundamental ofrecido por Feuerbach en su crítica de la religión.
“Las cosas no son lo que
parecen” (viene a decir en síntesis).
Tras el fenómeno hay una
realidad en sí que se oculta y que se debe desvelar.
Tras la Religión hay sólo
Antropología, por lo que aquella tiene una esencia verdadera: el hombre, pero
también una falsa: la proyección en la que el hombre se aliena de sí.
Feuerbach tiene un efecto
purificador: es verdad que el hombre tiende a fabricarse su propio Dios.
Si no es cierto que Dios sea
mera proyección de deseos insatisfechos, leyendo a Feuerbach aprendemos que
bien puede llegar a serlo a partir de ciertas actitudes religiosas dominadas
por el egoísmo.
DE ORDENADORES (Pascual
Martínez-Freire) EL FUTURO DE LAS MÁQUINAS PENSANTES.
El hombre sabio es, ante
todo, prudente, mientras que los científicos han sido, muy frecuentemente,
imprudentes.
La dimensión moral del ser
humano también debe encarar este futuro de las máquinas pensantes
Tengo mis serias dudas de que
los seres humanos actuales, tan preocupados por su bienestar material y por el
desarrollo científico y tecnológico, hayan alcanzado la madurez moral, y en
particular, la prudencia, necesaria para enfrentar lo que denominado “la
carrera de los ordenadores”
Creo que el hombre actual ha
alcanzado una alta madurez intelectual, que se refleja en los productos
científicos y tecnológicos que ha conseguido realizar, pero no creo que haya
alcanzado una buena madurez moral y, en estas condiciones, puede resultar
arriesgado que asuma el papel de creador de los robots computerizados.
Es necesario controlar a los
científicos mediante comisiones mixtas de expertos y gente corriente.
Resulta necesario y urgente
controlar la carrera de los ordenadores.
No podemos dejar dicha
carrera, que afectará a la humanidad entera, en manos exclusivamente de los
expertos, que constituyen una parte de la humanidad, a veces convertida en
“secta cerrada”.
Controlar los ordenadores
diseñando su orientación y objetivos a fin de evitar un desarrollo tecnológico
que pueda resultar perjudicial para las sociedades humanas, ya que debemos
desconfiar de nuestra madurez moral, en general, y, en particular, de la
prudencia de los científicos, a veces más preocupados por sus éxitos personales
que por el bien común de la sociedad.
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