El concepto de “Yihad” es de
fundamental relevancia para entender tanto la expansión islámica medieval, que
hemos expuesto antes, como para entender las acciones violentas de grupos
islámicos radicalizados y fanáticos, en la actualidad.
De nuevo tengo que repetir
que Yihad no es sinónimo de “guerra santa” como habitualmente se entiende en
Occidente.
Leo que la lengua árabe tiene
una palabra específica para denominar a la “guerra” y es la palabra “harb”.
El término “Yihad” debe
comprenderse como “esfuerzo”, sobre todo dirigido a la propagación del Islam.
Este “esfuerzo” puede ser
realizado de dos maneras:
1.- La Yihad mayor o esfuerzo moral
para mejorar uno mismo.
2.- La Yihad menor o esfuerzo para
la expansión del Islam a través de una acción práctica, para mejorar el entorno
y facilitar, así, la expansión.
Esta acción práctica se
interpreta, generalmente, como una acción guerrera/militar/bélica.
Y, dentro de esta 2ª
acepción, hay que distinguir entre:
1.- La “Yihad defensiva”
(cuando el territorio de la comunidad islámica es atacado por infieles y se ve
amenazada la propia continuidad de la existencia del Islam).
Es obligación de todo
musulmán participar en esta Yihad defensiva, en la forma que se crea necesario
para colaborar con la defensa del Islam (con armas, con donativos, con
oraciones,…)
Ésta es la Yihad habitualmente
proclamada por los grupos fundamentalistas modernos.
2.- La “Yihad ofensiva” (para
atacar el territorio de aquellos que no son musulmanes).
En este caso la
responsabilidad sólo incumbe al que dirige la guerra y a sus hombres, sin que
el conjunto de los musulmanes esté obligado a implicarse en ella.
Es lo que en otros lugares he
expuesto: que no hay que confundir e identificar a una pequeña parte del Islam
(Al-Qaeda) con el todo del Islam (religión musulmana).
Según la ley islámica la Yihad puede ser proclamada
contra los infieles o contra los apóstatas.
Infieles son todos los que no
han recibido o no han entendido el mensaje de Alá (los que “no han visto la
luz”) y, por tanto, no son parte de la
Umma (comunidad islámica).
Apóstatas son quienes, siendo
musulmanes, han renegado de su fe convirtiéndose, así, en “traidores”.
Para el musulmán el apóstata
no tiene perdón humano y es mucho peor que el infiel quien, en definitiva,
todavía “no ha visto la luz” pero, todavía, puede llegar a verla.
La acusación de apóstata es
una de las más graves dentro de la ley islámica y justifica la muerte de aquel
que ha traicionado la religión.
En el siglo XX muchos
gobernantes de países musulmanes han sido acusados de apóstatas por grupos
islámicos radicalizados (por ejemplo el egipcio e integrante de los Hermanos
Musulmanes (los que acababan de ganar las elecciones en Egipto) Sayyid Qotb,
que acusó al presidente egipcio Gamal Abdel Nasser de apóstata, como Osama Bin
Laden (hace algún tiempo asesinado por soldados americanos) a la gran mayoría
de los gobernantes árabes.
Si bien la Yihad tiene un componente
militar, su alusión a la guerra representa sólo “una” faceta del planteamiento
religioso de Mahoma y que no estaba presente en los primeros años de la
revelación.
En los primeros tiempos de
Mahoma, cuando eran una minoría, denostada por la oligarquía mequí, el Corán
menciona la Yihad
como “esfuerzo moral”.
El contenido bélico de la Yihad aparecerá cuando
Mahoma asuma el papel de jefe militar en Medina y, justificado en la causa
religiosa, ataque a sus enemigos mequíes, para expandir la Umma.
Es, a partir de aquí, cuando la Yihad será mayormente
interpretada en su faceta militar.
Durante la Edad Media se utilizará
como aliciente psicológico para la expansión y el dominio islámico ya que,
según el Corán, quien muere durante la
Yihad , cumpliendo todos los requisitos exigidos, es un mártir
del Islam y tiene asegurada la entrada directa al Paraíso, “para goce y
disfrute de 75 huríes, de grandes ojos, y que permanecerán eternamente
vírgenes”.
¡Menudo aliciente¡ y no el
del cristianismo “eternamente disfrutando de la presencia de Dios”.
(¡Qué barbaridad¡. ¿Y las
mujeres tendrán disponibles a 75 efebos, expertos en las artes amatorias,….?).
Es normal, pues, que a medida
que las conquistas territoriales se fueron integrando al Imperio y ya no tenía
sentido continuar una guerra expansiva, los teóricos islámicos plantearan la
noción de “Yihad defensiva”, para cuidar los territorios de las incursiones
extranjeras.
La tradición musulmana
dividió el mundo en dos: 1.- “La casa del Islam” (dar al-islam), donde
gobiernan los musulmanes y 2.- “La casa de la guerra” (dar al-harb), donde
dominan los infieles.
En teoría, la ley islámica
planteaba un objetivo universal, por el cual todo el mundo debía quedar bajo el
dominio islámico, pero, en la práctica, existían acuerdos de paz con reinos
infieles vecinos, con quienes se continuaban las relaciones comerciales.
Aunque, en casos
excepcionales, como cuando las Cruzadas cristianas, la Yihad armada fue utilizada
como fuerza movilizadora.
Incluso en territorios
fronterizos existían grupos de guerreros permanentes que acudían a luchar allí
donde se hubiese proclamado la
Yihad. (Esto, por ejemplo, es lo que ocurrió no ha mucho, con
los muyaidines, que combatieron en Afganistán y luego fueron a otros lugares
donde se les necesitaba y/o reclamaban).
Estos guerreros se sentían
continuadores del Mahoma según la tradición.
Muchos gobernantes, en
peligro, los reclamaban.
En la segunda mitad del siglo
XX, al calor de la revitalización de los movimientos islamistas, la Yihad será proclamada en
varias oportunidades y por diversos motivos, tanto por estados como por ulemas
ligados a grupos islamistas.
Siempre se acude a la opinión
de los ulemas calificados para proclamar la Yihad.
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