Somos muchos, ya, en España,
los Mayores EN edad, desde hace mucho tiempo, pero nos ha costado mucho ser
Mayores DE edad.
Porque la mayoría DE edad
conlleva DOS requisitos: libertad y responsabilidad.
Pero, en nuestra educación,
siempre tutelada, nos metieron tanto miedo que nos costó mucho ser mayores DE
edad, libres, autónomos, independientes, capaces de tomas decisiones por
nuestra cuenta.
Nos enseñaron, sobre todo, a
obedecer. ¿A quienes?: a los Mayores en Edad (los padres, los mayores, los
abuelos, los más viejos), a los Mayores en Dignidad (sobre todo a los curas,
obispos,… a toda la jerarquía eclesiástica) y a los Mayores en Gobierno (Reyes,
Ministros, Gobernadores, Alcaldes…)
Ellos sí que sabían, y
nosotros deberíamos obedecerlos.
El otro gran pecado (junto al
más grande de los pecados, la
Lujuria ) era la Desobediencia.
Nos recordaron,
constantemente, que el pecado original fue la desobediencia a Dios, lo que
trajo consigo la expulsión del paraíso, y, consiguientemente, el trabajo y el
sudor de la frente, del varón, y el parir con dolor a los hijos, de la mujer.
La verdad siempre estaba en
los de arriba, y los de abajo deberíamos Obedecer para no caer en pecado
(desobedecer a Dios, cuya ley la interpretaban los curas) o para no caer en
delito (desobediencia a las normas del jefe).
El castigo era, o bien el
infierno, eterno, o bien la multa, la cárcel o la pena de muerte, temporal.
El peligro era querer ir solo
por la vida, obedeciéndose sólo a sí mismo.
Para no equivocarse, había
que hacerles caso a los viejos, que eran los que más sabían, porque eran los
que más habían vivido, y “la experiencia es “magistral vitae”).
Para no pecar, había que hacerles
caso a los curas y demás jerarcas eclesiásticos, porque éstos eran los que
sabían cuál era la voluntad de Dios, lo que Dios quería y exigía.
Para no delinquir, había que hacerles
caso y obedecer, a nuestros gobernantes, a los detentadores del poder, con sus
leyes, ellos sí que sabían qué era lo que más nos convenía a nosotros.
Y, Nosotros, a obedecer.
Nos enseñaron a Obedecer, no
a Saber.
Así se creó en nosotros un
Complejo de Inferioridad, de inmadurez, siempre menores de edad, siempre
necesitados de Tutores, para caminar seguros por la vida.
Todos sabemos, por
experiencia propia y ajena, que los bebés, al soltarse a andar, se caen más de
una vez, pero la madre, en vez de prohibirles andar, lo que hacen es ayudarles
a que se levanten, a que se suelten y que caminen por sí solos.
No hay peor cosa, para el
desarrollo de un niño, que una madre con “complejo de gallina”, que siempre
quiere tener, bajo sus alas, a sus hijos, siempre, pues, “polluelos”.
En el siglo XVIII escribía
Kant “Qué es la
Ilustración ”, esencia de la Edad Moderna
(“pensar”), en contraposición a la Edad Media (“obedecer”)
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