Pero, seamos sensatos, las personas tenemos que movernos en
el terreno del “ser”, no del “tener”. Nosotros “somos” unas personas honradas,
somos pacíficos, somos meditativos, pacientes.
Paseamos por la vida. Somos
enemigos del acelerador. Lo nuestro es ir tranquilos, sin prisas. Es el placer
de estar yendo, mientras se va, no el placer de haber llegado ya y en tan poco
tiempo, para arrancar otra vez, en busca de otro récord. Otra vez gastar el
tiempo al servicio de otro récord que poder contar. Son esclavos del tiempo.
Están siendo utilizados por él. Son dependientes del récord.
Nosotros somos los dueños y
señores de todo nuestro tiempo, desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos, y lo vamos distribuyendo como nos da la gana.
Nunca hemos sido más libres
que ahora, cuando nos hemos bajado del tren laboral y salarial, y, por fin, nos
hemos acomodado en el tren de la vida.
Dicen que en el 2020 casi la
mitad de la población española tendrá más de 60 años. Yo espero estar allí,
para comprobarlo. Lo que no sé es cómo van a acomodarse los asalariados de hoy,
tan hechos a trabajar más para ganar más para adquirir más cosas….
¡Ojalá no cambiemos
nosotros¡. Que cambie el mundo su forma de ser. Porque el ideal, el modelo a
imitar, es el nuestro, no el suyo.
Mientras, en Occidente se
brinda por la juventud y por la heroicidad. Los héroes son siempre jóvenes. En
Oriente, en vez de héroes jóvenes, a seguir, lo que hay son ancianos sabios, a
imitar.
Prejubilaciones o
jubilaciones anticipadas para rejuvenecimiento de plantillas.
El buen hacer del mayor se
infravalora por el demasiado tiempo empleado.
La antigüedad sale cara en el
proceso productivo.
Cobra más, va más lento,
produce menos, por lo que hay menos ganancia. No interesa. Es necesaria la
prisa y el modelo kleenes, cosas de usar
y tirar para que se siga comprando.
En un pueblo alfarero de Córdoba, donde trabajé varios años,
me comentaba una artista del barro. “En este pueblo hay muchos productores,
varios artesanos y algún artista. Los que ganan son los primeros, los artesanos,
se mantienen, los artistas, económicamente, nos arruinamos. Menos mal que lo
nuestro queda en la satisfacción subjetiva, personal, de la obra bien hecha,
aunque se nos quede ahí, arrinconada”
¿Esto no es explotación
personal de la juventud?. Trabajar a un ritmo para que consuman al mismo ritmo.
No se alarga la jornada
laboral pero se acelera el ritmo endiablado que tienen que imprimir en lo que
hacen.
Cuando lleguen a sus casas
¿están en las mejores condiciones para acariciar pausadamente a una compañera
que, seguramente, está igual de estresada que él, o a unos niños con sonrisa
expectante y ojos bailones?.
Y, encima, mileurista. Y no
te quejes porque en la puerta tengo un ejército esperando ocupar tu puesto.
¿Queda tiempo para pensar si
esto es lo que quiero hacer con mi vida?.
Somos tan dependientes de las
cosas que el día que se va la luz, se me para el coche, se me estropea el
microondas, el móvil no tiene cobertura o al servidor de internet no sé lo que
le pasa,… parece que el mundo se nos para.
La prudencia, la cadencia, la
tranquilidad, el ritmo lento y pausado en todo,… ese es nuestro patrimonio.
¡Conservémoslo¡.
Tenemos mucha vida a la
espalda. La hemos vivido. Es nuestro pasado.
Mi vida es mi tiempo; y mi
tiempo es mi pasado, mi presente y mi futuro.
Lo que pasa es que a este
mundo economicista que hemos creado, el pasado no le interesa, sencillamente
porque el pasado ya no es rentable y a lo que aspira, lo que pretende el
empresario, es la rentabilidad. Incluso tampoco está muy interesado por el
futuro a largo plazo, porque siempre es incierto. Para él sólo es válido el
presente, el hoy y, quizás, el mañana. El pasado mañana ya no tanto. Ya lo dice
el refrán, ¿el futuro?.¿qui lo sab?.
El limón que interesa
exprimir es el que tengo en la mano. El de ayer ya está seco. El de mañana ¿qui
lo sab?.
Nosotros, los mayores, para
él, ya tenemos poco jugo productivo, no interesamos. Hay que rejuvenecer las
plantillas.
Fíjense Uds. lo que son las
cosas. Los Senadores eran los Seniors, los selectos, los viejos, porque edad y
sabiduría iban de la mano. El Sanedrín, que era el órgano encargado de gobernar
las iglesias o los freires (caballeros, clérigos y sergents (escuderos o pajes),
que se encargaban de dirigir a sus hermanos de las órdenes militares, eran los
viejos, los que, por su edad, tenían experiencia.
Hoy eso ya no vale. Se les
jubila, se les aparta, se les manda al retiro laboral. Los conocimientos llevan
una velocidad tan endiablada que la experiencia de ayer no vale para hoy. Hay
que reciclarse, ponerse al día.
Hoy no se puede llevar la
contabilidad de una empresa con el libro de Entradas y Salidas, de Haber y
Debe.
Quien no maneje programas informáticos de contabilidad
actualizada, no tiene nada que hacer.
Hablamos de experiencia
laboral, no de la otra experiencia, la humana, la familiar, la social, la
emotiva.
Los niños, todos los niños,
siguen empezando por la a,e,i,o,u. Y siguen poniéndose enfermos y les dan a los
padres las noches en blanco. Y uno sigue enamorándose. Y uno sigue
sacrificándose. Como antes, como siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario