Pero si en el AMOR no, en la POLÍTICA sí.
Un viejo siempre es un voto.
Y un voto es igual a otro voto. Por eso en los países democráticos se los mima
más que en los países no democráticos.
¡Puedo prometer y prometo…¡
¡Qué fácil cuando la promesa es una palabra que empieza por “p” y no una acción
que hay que realizar¡.
Pero el político, reflejo de
la sociedad, tiene en su mente un esquema ideal de lo que debe ser la vejez,
por lo tanto el viejo tiene que encajar en ese esquema.
El viejo no puede
desmadrarse, ni desmarcarse.
Un viejo, por libre, siempre
es una molestia, una mosca cojonera, que le canta las verdades al lucero del
alba.
Al viejo hay que tenerlo
contento, satisfecho, distraído, ocupado. Que no piense mucho. Que cumpla. Por
eso las autoridades intentarán que el viejo se adapte.
Copio el pensamiento de un
viejo, (Álvarez Solís): “Para que el viejo se adapte bien al mundo presente hay
que ser, de alguna forma “fascista en lo moral, autoritario en lo político,
piramidal en lo económico, conductista en el comportamiento”.
¡Vaya un programa de
adaptación¡.
Pero, añado yo, todo eso pero
“con vaselina”.
Porque debéis ser ejemplo
para los niños y faro para los jóvenes.
Porque nos interesáis, mucho,
como colectivo social fundamental.
Porque tu pensión,
domiciliada en mi banco, te reportará más ventajas.
Porque hay un arte de
envejecer, por tu bien, déjate guiar, haz lo que te decimos que hagas…
¡paternalismo¡
El pensamiento único
sobrevuela el mundo. El pensamiento discordante contamina el paisaje, mancha el
óleo social. Recondúcete. Hay que encajar en la norma. No seas la nota
discordante que estropea la melodía. No nos estropees las estadísticas. No nos
rompas las previsiones.
La singularidad es un pecado
social, es romper la disciplina del colectivo. Un anciano libre, y por libre,
es un anarquista.
El llamado “arte de
envejecer” no es más que querer introducir en la mente del viejo el orden, la
disciplina, la matemática racional. Quizás para que viva unos años más, no para
que los viva mejor.
Hay que cortarle, al viejo,
las alas de la iniciativa personal no siendo que no quiera entrar o quiera
salir de la jaula social.
¡El arte de envejecer¡.
Cuando el envejecer no sólo
es algo natural, sino, sobre todo, es algo personal. ¿Todos, envejecer, igual?.
En primer lugar que “viejo”
es un concepto universal y abstracto. Nadie verá nunca al “viejo” por la calle.
Porque lo que realmente existe son “viejos concretos”, cada uno de su padre y
de su madre.
Lo real es la singularidad,
la originalidad y no el calco y la fotocopia, todos iguales.
En segundo lugar, porque más
que “arte de envejecer” lo que el viejo quiere es el arte de mantenerse, de
vivir plenamente, gratamente, lo mucho o poco que le quede de vida.
D. Enrique Miret Magdalena
tiene un libro (que encarecidamente les recomiendo) “Cómo ser mayor sin hacerse
viejo”.
El viejo no piensa en el
desalojo de la vida sino en el feliz alojamiento mientras está vivo.
Cuando lees una estadística
que dice que la vida media del español está en los 77 ó 79 años, el que tenga
85 oye como si le estuvieran diciendo que ya está rompiendo la estadística, que
cierre página y libro, cuando él, en lo que está pensando, es en escribir o
emborronar la siguiente hoja.
Ni caso, No le hagáis ni
caso. Quieren crearte mala conciencia.
No existe el modelo ideal.
Platón ha muerto. Tú eres, para ti, el modelo ideal de vida.
A veces la libertad consiste,
a veces, sólo en eso, en comerse un plato de callos, a pesar de los médicos.
La manera cínica de engañar: la 3ª juventud y elegir
mis y mister 3ª juventud.
¿Cuál es la 4ª, y la 5ª….?.
¿Cuál es la “última juventud”
si son términos contradictorios?.
¡Como si bastase con cambiar
los nombres para que cambie la realidad¡.
¡Hipócritas o ignorantes o
cínicos o las tres cosas a la vez¡
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