(Como todos los
años, por estas fechas, cuelgo este cuento)
EL CUARTO REY
MAGO.
(El Rey que no llegó a
tiempo)
Hoy quiero escribir sobre el 4º Rey Mago, el Rey que no llegó a tiempo.
Hoy quiero escribir sobre el 4º Rey Mago, el Rey que no llegó a tiempo.
Se llamaba
Artaba o Artabán.
Cuentan que
Artabán (voy a llamarlo así), tenía 40 años, era discípulo de Zoroastro,
estudioso de las estrellas y era rey de Ecbatana, la ciudad entre montañas, (en
la Persia de
hace uno años, hoy Irán), la ciudad de las 7 murallas, del reino de los Medos,
el “Reino del sol”)
Habían quedado
en reunirse los 4 Reyes Magos, en Borsippa, ciudad mesopotámica, donde se
encontraba el Zigurat de los 7 pisos.
Irían los 4
Reyes, juntos, a adorar al Rey de Reyes, porque habían visto aparecer una
estrella muy brillante en el cielo, y según sus libros astrológicos…… (El Papa
acaba de afirmar que era una “supernova” ¡qué raro¡)
(¿Era Melchor
rey de Etiopía, Gaspar rey de Persia y Baltasar rey de Babilonia?)
Cada Rey le
llevaba un regalo: oro, incienso y mirra.
El regalo de
Artabán, para el Niño, eran “un saco de piedras preciosas” (aunque las más
apreciadas eran un Zafiro, un Rubí, una Perla Negra y un Diamante, pero había
muchas más).
Pero, antes de
llegar al punto de encuentro, para partir, Artabán se encontró con un anciano,
al que habían robado y dado una paliza, enfermo, hambriento, pobre, cercano a
la muerte y que, además, padecía la fiebre amarilla (y recordó que era la
enfermedad que había sufrido y de la que había muerto su padre)
Al bueno de
Artabán le invadió, sobre manera, el recuerdo de su padre. Y se le presentó el
dilema: ¿sigo al encuentro con los otros tres Reyes o me quedo con el anciano?
Se quedó con el anciano. Se acercó a una fuente y, de su mismo vaso, le dio de
beber agua al anciano. No lo abandonó. Se quedó a su lado hasta que pasó por allí un caminante, al
que Artabán le ofreció el Zafiro y su caballo, con la condición de que lo
llevase a la ciudad más cercana, para que lo curase el médico.
Tuvo que volver
a Ecbatana para comprar un nuevo caballo, la yegua Vazda, y cargar, de nuevo,
con más provisiones para el camino (pan, vino,…. y un líquido medicinal que,
mezclado con el agua….curaba todas las enfermedades)
Cuando
reemprendió la marcha, camino de Borsippa, lugar de encuentro, se encontró con
una nota: “hemos estado esperando. No podemos demorarnos más, y, como no
venías, hemos partido al encuentro del Rey de Reyes, Síguenos a través del
desierto y en Belén nos veremos”.
Puso rumbo a
Belén, pero, por el camino, iba encontrando gente necesitada, que le
solicitaban ayuda, desde comida y medicinas a ropa. Metía la mano en su saca y
les daba algunas piedras preciosas para que compraran los remedios. Cuando más
sufrió, y más le entretuvo, fue cuando, al borde del camino, se encontró a un
niño llorando, junto a su madre muerta y llena de sangre. Cogió al niño y,
montándolo en el caballo, se dirigió al pueblo más cercano. Hasta que encontró
a una familia que se comprometió a cuidar del niño, a cambio de alguna de sus
piedras preciosas.
Llegó a Belén casi
con quince días de retraso.
Preguntó por
los tres reyes.
Le dijeron que
habían estado allí pero que, como Herodes, celoso de que ese futuro rey le
quitase el trono, había ordenado la matanza de todos los niños, Jesús, María y José habían huido
a Egipto y que los Reyes habían vuelto a sus reinos por otros caminos.
Veía a los
soldados romanos con las espadas ensangrentadas y a madres sollozando sin
consuelo con los cadáveres de sus hijos en sus brazos, ensangrentados y
muertos.
Entró en una
casa vacía, para descansar y oyó el lloro de un niño. La madre, viuda y
asustada, le imploraba clemencia.
Se sentó a la
puerta justo cuando un soldado pensaba entrar, buscando niños, para matar.
Le cerró el
paso. Y, metiendo la mano en su saca, puso en su mano el brillante Rubí,
diciéndole: “estaba esperando a que llegara el primer soldado para entregarle
esta piedra preciosa, a condición de no entrar en esta casa, estoy sólo y no
deseo que nadie me moleste”.
Así ocurrió, no
sin antes pedir perdón a Dios por haber mentido, aunque fuera para salvar la
vida de un niño.
Puso en manos
de la mujer otras piedras preciosas, para su alimento y el del niño, y partió,
camino de Egipto, siguiendo las huellas de la Sagrada Familia..
(Según una
versión, el soldado lo denunció y fue encarcelado, por oponerse a las órdenes
de Herodes y haber chantajeado a uno de sus servidores. Y en la cárcel
permaneció hasta el año 33, en que recobró la libertad y salió a la calle, era
el tiempo de la Pascua ).
Según otra
versión, a Egipto se dirigió Artabán. Pero a cada momento tropezaba con
personas enfermas y necesitadas, y se quedaba con ellos, hasta que se
recuperaban y les solucionaba el problema.
Y así una y
otra vez.
En Egipto se
encontró con descendientes de los hebreos que habían estado esclavizados por el
Faraón, desde los tiempos de Moisés.
Cerca de las
pirámides unos rabinos hebreos le comunicaron que, según la profecía de las
Escrituras, debía nacer en Belén, tierra de Judá, y que no lo encontraría en
palacios ni en casas de lujo, sino entre los humildes y los pobres, entre los
oprimidos y los que sufren.
Le contaron la
historia de sus antepasados, con Moisés y el paso del Mar Rojo, camino de la
tierra prometida.
Según sus
noticias, Jesús; María y José habían regresado a Judea, a Jerusalén.
Cruzando el
desierto del Sinaí encontró y encontró personas y más personas, necesitadas,
hambrientas, famélicas, enfermas,….por una peste que había acabado con sus
ganados, o con la pertinaz sequía, que había acabado con sus cosechas y con sus
animales. Y, el bueno de Artabán, con ellas se quedaba hasta que recuperaban la
salud y la forma de vida.
Y él seguía
gastando y gastando piedras preciosas.
A las afueras
de Jerusalén, unos leprosos, camino de su lazareto y tocando la campanilla,
para que no se acercara, le imploraron, desde lejos, una ayuda, por caridad...
Se acercó a
ellos, metió la mano en su saco y comprobó que sólo le quedaban dos piedras
preciosas, el Diamante y la
Perla Negra.
Les dio el
diamante
Cuando, por
fin, llegó a Jerusalén, era la
Pascua y no sabía cuántos años habían trascurrido desde que
salió de Ecbatana, (pero eran 33), contempló el alboroto de la multitud.
Jerusalén era
un hervidero de gente.
Preguntó y
preguntó.
Le dijeron que
se encaminaban, apresurados, al Gólgota, porque, allí arriba, iban a crucificar
a uno que se decía Mesías y rey de los judíos y a dos ladrones, y no querían
perderse el espectáculo.
¿Sería Ése el
Jesús, al que él estaba buscando?
Subiendo la
cuesta del Monte Calvario contempló la escena de una joven que era desahuciada
y expulsada de su casa y ella iba a ser subastada y vendida como esclava para
poder hacer frente a las deudas contraídas por su padre.
Se emocionó, de
nuevo, ante el espectáculo.
Entró en
negociación con los subastadores y logró que la dejaran libre y con la casa, a
cambio de la Perla Negra ,
que pensaba entregársela a Jesús allá arriba, en el Calvario.
Triste, y ya
sin regalos que ofrecer a Jesús, se sentó a la puerta de una vieja casa que, de
repente, por un movimiento sísmico (el temblor de tierra cuando Jesús expiró en
la cruz), se vino abajo y una piedra le golpeó la cabeza.
Quedó muy
conmocionado y pidió perdón a Dios por no haber podido llegar a tiempo a
ofrecerle su don.
Fue entonces
cuando oyó una voz que le dijo: “Tuve hambre y me diste de comer. Tuve sed y me
diste de beber, enfermo estuve y me ……esclavo fui y me ….”.
-¿Y cuándo hice
yo todo eso, Señor? –respondió.
.-Todo lo que
hiciste por los demás, a Mí me lo hiciste. En verdad, en verdad, te digo, que
hoy estarás conmigo en el cielo”
(¡No me digáis
que no es bonita la historia del 4º Rey Mago¡)
P.D.1.- En
realidad la historia del 4º Rey Mago no es ni historia ni tradición, sino un
Cuento de Navidad y Artabán, el protagonista, es el nombre de un personaje
ficticio que, en 1.896, Henry Van Dyke, un teólogo presbiteriano
estadounidense, con intención moralizante, quería que sus feligreses fueran
conscientes de que “obras son amores”.
Y lo que habéis
leído no es sino una recreación propia, ampliada, sobre ese Cuento de Navidad.
P.D.2.- Mi
amigo Paco Oses, con su optimismo antropológico, ve Artabanes por todas partes,
creyentes y no creyentes, humanitarios.
P.D.3.- Quien
esto escribe ha visto modernos Artabanes encarnados en los Ángeles de la Noche , a la espalda de Santo
Domingo, repartiendo comidas a colas enormes de personas hambrientas y
necesitadas.
P.D.4.- Muchos
españoles, más prosaicos y sensuales, han denominado al 4º Rey Mago,
Maximiliano, el Rey del Jabugo.
FIN: A quien,
siendo padre y/o abuelo, no crea en los Reyes Magos, el día de la Cabalgata , y con sus
niños/nietos, que le echen “carbón, pero del negro, no de colores)
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