Una vez que ya, más o menos,
hemos vencido la enfermedad, nos mantenemos más o menos sanos, hemos aparcado
el trabajo oneroso y, más o menos, hemos dejado de ser pobres, porque, con
poco, tenemos para sobrevivir, ya acudimos a los Centros de Salud más que a las
Iglesias, a la consulta del médico más que al despacho del cura, a la sacristía.
Creemos en el milagro de las pastillas más que en el de los Padrenuestros. Los
médicos son nuestros Nuevos Dioses, a acudimos a los Centros de Salud, que son
nuestros nuevos Templos, y practicamos los nuevos Ritos, -que diría Vázquez
Figueroa.
Ahora el miedo es a ser
viejo.
Hay, entre nosotros, un
Terror a la Vejez.
Y hay mucha gente que cree
conjurarla recurriendo a quirófanos, acudiendo a los Gabinetes Estéticos, a los
Salones de Belleza, simulando, tapando, lo que, por su edad, debe haber.
Y no nos damos cuenta de que
no hay otra forma de llegar a la
Vejez más que cumpliendo años.
Así que ¡benditos sean los
cumpleaños¡.
Si antiguamente hablar de
Vejez era hablar de Sabiduría, los años eran un valor en alza. Hoy no se cotiza
ser viejo, ser “senior” (de aquí lo de “senadores”, los “sabios” por su
experiencia .
El valor por excelencia, hoy,
es Ser Joven.
En los jóvenes apenas hay
pasado pero hay mucho futuro por delante, no se le ve el final.
El joven quiere inmovilizarse
en su juventud siempre presente.
El viejo No. Parece que su
presente es ya casi su futuro, que se dan la mano.
El presente es lo que es; el
pasado es lo que fue. El joven no es viejo; el viejo no es joven. Y como lo que
mola es ser joven, ahí tenemos a tantos maduros (no sé si viejos) haciendo el
gilipollas, autoengañándose y queriendo engañar, compitiendo con los jóvenes, en
la indumentaria, en los hobbys, en las actividades, en los ritmos….lo que es
ridículo.
Desde el punto de vista del
joven nosotros, los mayores, tenemos ya impresa la fecha de caducidad, somos el
pasado que ya no es y que, ya mismo dejará de ser, mientras que ellos son el
presente que es y, sobre todo, el futuro que, aunque todavía no es, llegará a
ser, y allí estarán ellos para serlo. No nosotros.
Nosotros necesitamos ya
conservantes para ser, somos conservadores; ellos, sin embargo, son los
creativos, con la mirada en el futuro pero con el corazón y la vitalidad
desbordante en el presente.
Nosotros somos como su
negación, los que se resisten a desaparecer de la escena.
Los jóvenes nos ven como
turistas de la vida, como pasajeros, caminantes, nómadas próximos a la meta.
Ellos, sin embargo, se ven perpetuos, fijos e inmóviles en su juventud.
Y como la sociedad tiene que
ser agresiva y triunfadora, y debe ir acelerada, y como nosotros, por necesidad
y por voluntad, ya no queremos jugar al juego de ganadores y perdedores, porque
nos consideramos felices en no tener que competir (demasiados años hemos estado
haciéndolo), felices de bañarnos para refrescarnos y no en nadar para intentar
llegar los primeros… Por eso, para ellos, parece que estemos de más.
Como si la vida no fuera un
tren que tuviera sus estaciones:
nacimiento, infancia, pubertad, adolescencia, juventud, madurez, envejecimiento
y muerte.(Aunque la estación Muerte es un ramal de cualquier otra estación. Que
lo digan, si no, los fallecimientos de adolescentes y jóvenes en cualquier
moto, en cualquier carretera, cualquier fin de semana).
No es igual morir que
matarse, aunque ambos son muertes.
El joven no cree, no concibe,
que su estado sea sólo trasbordo que desemboca en la próxima estación. Creen
estar en tierra firme y definitiva. No se ven como pasajeros del tren de la
vida, se consideran inquilinos fijos en una especie de intercambiador.
Ser joven es, según ellos, la
única forma válida y verdadera de estar en el mundo. Todo lo anterior es sólo
preparación. Todo lo posterior es progresivo deterioro.
La juventud como estado
perfecto, incondicional, exclusivo. Como si su estar al día biológico
significase la madurez psicológica y la sazón humana.
Hay que ser joven en
cualquier situación y a cualquier edad. Hay que alargar la juventud ya desde la
adolescencia y prolongarla hasta la madurez siendo, permaneciendo, joven. No
conciben otra forma de ser que no sea la de ser joven.
¡Vive a tope, juega fuerte,
aunque mueras pronto; dejarás un cadáver bonito¡.
En la lápida de un cementerio
de no sé donde se puede leer:” como te ves me vi; como me ves te verás”.
Ahora, hoy, a los jóvenes
habría que recordárselo pero con interrogación. “Joven, como te ves me vi, como
me ves ¿te verás?.
Porque hay que llegar. A la
vejez hay que llegar, y vosotros no tenéis asegurada la llegada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario