domingo, 3 de enero de 2016

CON LOS AÑOS A CUESTAS (2)

Una vez que ya, más o menos, hemos vencido la enfermedad, nos mantenemos más o menos sanos, hemos aparcado el trabajo oneroso y, más o menos, hemos dejado de ser pobres, porque, con poco, tenemos para sobrevivir, ya acudimos a los Centros de Salud más que a las Iglesias, a la consulta del médico más que al despacho del cura, a la sacristía. Creemos en el milagro de las pastillas más que en el de los Padrenuestros. Los médicos son nuestros Nuevos Dioses, a acudimos a los Centros de Salud, que son nuestros nuevos Templos, y practicamos los nuevos Ritos, -que diría Vázquez Figueroa.

Ahora el miedo es a ser viejo.

Hay, entre nosotros, un Terror a la Vejez.
       
Y hay mucha gente que cree conjurarla recurriendo a quirófanos, acudiendo a los Gabinetes Estéticos, a los Salones de Belleza, simulando, tapando, lo que, por su edad, debe haber.

Y no nos damos cuenta de que no hay otra forma de llegar a la Vejez más que cumpliendo años.
Así que ¡benditos sean los cumpleaños¡.
       
Si antiguamente hablar de Vejez era hablar de Sabiduría, los años eran un valor en alza. Hoy no se cotiza ser viejo, ser “senior” (de aquí lo de “senadores”, los “sabios” por su experiencia .

El valor por excelencia, hoy, es Ser Joven.

La Juventud es el Presente.

En los jóvenes apenas hay pasado pero hay mucho futuro por delante, no se le ve el final.
El joven quiere inmovilizarse en su juventud siempre presente.

El viejo No. Parece que su presente es ya casi su futuro, que se dan la mano.
       
El presente es lo que es; el pasado es lo que fue. El joven no es viejo; el viejo no es joven. Y como lo que mola es ser joven, ahí tenemos a tantos maduros (no sé si viejos) haciendo el gilipollas, autoengañándose y queriendo engañar, compitiendo con los jóvenes, en la indumentaria, en los hobbys, en las actividades, en los ritmos….lo que es ridículo.

Desde el punto de vista del joven nosotros, los mayores, tenemos ya impresa la fecha de caducidad, somos el pasado que ya no es y que, ya mismo dejará de ser, mientras que ellos son el presente que es y, sobre todo, el futuro que, aunque todavía no es, llegará a ser, y allí estarán ellos para serlo. No nosotros.

Nosotros necesitamos ya conservantes para ser, somos conservadores; ellos, sin embargo, son los creativos, con la mirada en el futuro pero con el corazón y la vitalidad desbordante en el presente.

Nosotros somos como su negación, los que se resisten a desaparecer de la escena.
Los jóvenes nos ven como turistas de la vida, como pasajeros, caminantes, nómadas próximos a la meta. Ellos, sin embargo, se ven perpetuos, fijos e inmóviles en su juventud.

Y como la sociedad tiene que ser agresiva y triunfadora, y debe ir acelerada, y como nosotros, por necesidad y por voluntad, ya no queremos jugar al juego de ganadores y perdedores, porque nos consideramos felices en no tener que competir (demasiados años hemos estado haciéndolo), felices de bañarnos para refrescarnos y no en nadar para intentar llegar los primeros… Por eso, para ellos, parece que estemos de más.

Como si la vida no fuera un tren que  tuviera sus estaciones: nacimiento, infancia, pubertad, adolescencia, juventud, madurez, envejecimiento y muerte.(Aunque la estación Muerte es un ramal de cualquier otra estación. Que lo digan, si no, los fallecimientos de adolescentes y jóvenes en cualquier moto, en cualquier carretera, cualquier fin de semana).

No es igual morir que matarse, aunque ambos son muertes.

El joven no cree, no concibe, que su estado sea sólo trasbordo que desemboca en la próxima estación. Creen estar en tierra firme y definitiva. No se ven como pasajeros del tren de la vida, se consideran inquilinos fijos en una especie de intercambiador.

Ser joven es, según ellos, la única forma válida y verdadera de estar en el mundo. Todo lo anterior es sólo preparación. Todo lo posterior es progresivo deterioro.

La juventud como estado perfecto, incondicional, exclusivo. Como si su estar al día biológico significase la madurez psicológica y la sazón humana.

Hay que ser joven en cualquier situación y a cualquier edad. Hay que alargar la juventud ya desde la adolescencia y prolongarla hasta la madurez siendo, permaneciendo, joven. No conciben otra forma de ser que no sea la de ser joven.

¡Vive a tope, juega fuerte, aunque mueras pronto; dejarás un cadáver bonito¡.

En la lápida de un cementerio de no sé donde se puede leer:” como te ves me vi; como me ves te verás”.

Ahora, hoy, a los jóvenes habría que recordárselo pero con interrogación. “Joven, como te ves me vi, como me ves ¿te verás?.

Porque hay que llegar. A la vejez hay que llegar, y vosotros no tenéis asegurada la llegada.



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