domingo, 9 de junio de 2013

LOS SENTIMIENTOS POLÍTICOS SON INTOCABLES.


Uno de los últimos actos oficiales del Le(h)endakari Patxi López ha sido el reconocimiento público a las víctimas del terrorismo (los “muertos matados”).

Pues ni siquiera ha habido, ni de lejos, unanimidad. Otros han celebrado la memoria a otro tipo de muertos.

¡Como si los “muertos matados” fueran iguales a “los que mueren matando”.¡

La hipocresía y la poca fuerza de voluntad se niegan a traspasar ciertos límites “para no herir los sentimientos”

¿Pero no son las ideas y la razón unos criterios de actuación más fuertes que los sentimientos?

Pensemos en el terrorismo etarra, una vez más.

Inmunes, incluso alegres, por el daño causado a quienes “no piensan como ellos” y se irritan sobremanera ante el mínimo mal que se le pueda haber causado a uno de los suyos.

Se detiene a un asesino y, al momento, allí están los suyos para jalearlo, darle ánimos, aplaudirlo,…incluso entorpeciendo o agrediendo a quienes los detienen.

¿Es que el detenido es inocente por el hecho de pensar y ser como ellos?

¿Qué es el mal o la justicia para un terrorista y sus secuaces en una sociedad democrática?

Las víctimas convertidas en verdugos y culpables, por el mero hecho de estar realizando su trabajo, de empresario o de policía, o de militar en el partido político gobernante, y ellos, los asesinos, convertidos en víctimas e inocentes.

Una inversión de papeles por una convicción política, históricamente falsa y falseada, pero firmemente asumida como verdad dogmática.

¿Son iguales las víctimas de ambos bandos?.

¿Son iguales los que matan (asesinos) que los que los detienen (los policías) y que los que los juzgan (los jueces)?.

Para ellos, los “muertos matados” y los “muertos al disponerse a asesinar” son igual de “muertos”, son “sólo muertos”.

El mundo del terrorista y de sus secuaces es ajeno a la “razón” y a las “razones” y solo tienen, como criterio de actuación, el “sentimiento” y la “pasión”.

Hasta los obispos vascos hablan/predican del respeto a los sentimientos, en  materia política, para “no demonizar al adversario”.

No sé, y no me lo explico, qué será el demonio para ellos, tan propensos a demonizar a todo aquel que disienta de la moral cristiana más rancia.

Respeto no es tolerancia, como las personas (siempre respetables) no son las ideas que puedan defenderse (tolerables o intolerables).

Sólo el pluralismo y la tolerancia “de las ideas tolerables” conformarán una sociedad cultural y políticamente plural.

El político tiene en su mente el esquema mental del “monopolio y la representatividad”.

“Nosotros” = “el pueblo vasco” = “todos los vascos”. (Ahora mismo, en la campaña electoral catalana, el Sr. Mas está echándose  Cataluña a la espalda. ¡Como si los ciudadanos catalanes, con otras ideas políticas, no fueran igual de catalanes que él¡

El nacionalista monopoliza la nación. “Yo”, “nosotros”,….

El monopolista demanda, reclama, el deber de respetar los sentimientos nacionalistas, pero les hará la vida difícil y/o imposible a cualquier no nacionalista o de otro tipo de nacionalismo.

Hace unos días ha habido elecciones en el País Vasco, y yo me temía los resultados, posteriormente confirmados, “mayoría nacionalista”. Así que comiencen a resignarse los no nacionalista, porque los altos cargos, de cualquier entidad vasca, estarán copados por ellos.

Ellos conducirán el autobús del pueblo vasco en el que viajan nacionalistas y no nacionalistas, unos sonriendo y cantando, los otros resignados.

No es verdad que todos los sentimientos sean legítimos y todas las ideas tolerables, a pesar del respeto que debe tenerse con toda persona, por el simple y mero hecho de ser persona.

Nunca el odio valdrá igual que el amor, ni la venganza será igual a la benevolencia.

¿Por qué la razón no va a poder cuestionar la bondad o maldad de los sentimientos?. ¿Es que son inalterables y la razón nada podrá contra ellos?

Somos responsables de nuestros sentimientos porque ellos descansan en unas ideas que deben justificarse o no racionalmente.

¿Es que nada cuenta el peso, más objetivo, de los argumentos contra el subjetivismo de los sentimientos?.

La pertenencia a un pueblo ¿tiene más fuerza, y prima, sobre los argumentos racionales?

¿Debe predominar la apertura a otras ideas, la ciudadanía o, por el contrario, hay que  levantar barreras para preservar lo propio frente a lo ajeno?

Para un demócrata, tanto la etnia, como la religión y la moral, deben ser tenidas en cuenta, pero deben estar subordinadas a la ciudadanía.

¿No somos todos, por el hecho de ser personas, sujetos iguales de los Derechos Básicos, sin exclusión por sexo, religión, ideología……?

¿O “los nuestros sí”, pero “los otros no”?

En el mundo que nos está tocando vivir, abierto, tolerante, plural, multiétnico….el nacionalismo es un seguro de pobreza.

Yo soy más de argumentos racionales, objetivos, que de emociones sentimentales o sentimientos emocionales, subjetivos.

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