Uno de los últimos actos
oficiales del Le(h)endakari Patxi López ha sido el reconocimiento público a las
víctimas del terrorismo (los “muertos matados”).
Pues ni siquiera ha habido,
ni de lejos, unanimidad. Otros han celebrado la memoria a otro tipo de muertos.
¡Como si los “muertos
matados” fueran iguales a “los que mueren matando”.¡
La hipocresía y la poca
fuerza de voluntad se niegan a traspasar ciertos límites “para no herir los
sentimientos”
¿Pero no son las ideas y la
razón unos criterios de actuación más fuertes que los sentimientos?
Pensemos en el terrorismo
etarra, una vez más.
Inmunes, incluso alegres, por
el daño causado a quienes “no piensan como ellos” y se irritan sobremanera ante
el mínimo mal que se le pueda haber causado a uno de los suyos.
Se detiene a un asesino y, al
momento, allí están los suyos para jalearlo, darle ánimos, aplaudirlo,…incluso
entorpeciendo o agrediendo a quienes los detienen.
¿Es que el detenido es
inocente por el hecho de pensar y ser como ellos?
¿Qué es el mal o la justicia
para un terrorista y sus secuaces en una sociedad democrática?
Las víctimas convertidas en
verdugos y culpables, por el mero hecho de estar realizando su trabajo, de
empresario o de policía, o de militar en el partido político gobernante, y
ellos, los asesinos, convertidos en víctimas e inocentes.
Una inversión de papeles por
una convicción política, históricamente falsa y falseada, pero firmemente
asumida como verdad dogmática.
¿Son iguales las víctimas de
ambos bandos?.
¿Son iguales los que matan
(asesinos) que los que los detienen (los policías) y que los que los juzgan
(los jueces)?.
Para ellos, los “muertos
matados” y los “muertos al disponerse a asesinar” son igual de “muertos”, son
“sólo muertos”.
El mundo del terrorista y de
sus secuaces es ajeno a la “razón” y a las “razones” y solo tienen, como
criterio de actuación, el “sentimiento” y la “pasión”.
Hasta los obispos vascos
hablan/predican del respeto a los sentimientos, en materia política, para “no demonizar al
adversario”.
No sé, y no me lo explico,
qué será el demonio para ellos, tan propensos a demonizar a todo aquel que
disienta de la moral cristiana más rancia.
Respeto no es tolerancia,
como las personas (siempre respetables) no son las ideas que puedan defenderse
(tolerables o intolerables).
Sólo el pluralismo y la
tolerancia “de las ideas tolerables” conformarán una sociedad cultural y
políticamente plural.
El político tiene en su mente
el esquema mental del “monopolio y la representatividad”.
“Nosotros” = “el pueblo
vasco” = “todos los vascos”. (Ahora mismo, en la campaña electoral catalana, el
Sr. Mas está echándose Cataluña a la
espalda. ¡Como si los ciudadanos catalanes, con otras ideas políticas, no
fueran igual de catalanes que él¡
El nacionalista monopoliza la
nación. “Yo”, “nosotros”,….
El monopolista demanda,
reclama, el deber de respetar los sentimientos nacionalistas, pero les hará la
vida difícil y/o imposible a cualquier no nacionalista o de otro tipo de
nacionalismo.
Hace unos días ha habido
elecciones en el País Vasco, y yo me temía los resultados, posteriormente
confirmados, “mayoría nacionalista”. Así que comiencen a resignarse los no
nacionalista, porque los altos cargos, de cualquier entidad vasca, estarán
copados por ellos.
Ellos conducirán el autobús
del pueblo vasco en el que viajan nacionalistas y no nacionalistas, unos
sonriendo y cantando, los otros resignados.
No es verdad que todos los
sentimientos sean legítimos y todas las ideas tolerables, a pesar del respeto
que debe tenerse con toda persona, por el simple y mero hecho de ser persona.
Nunca el odio valdrá igual
que el amor, ni la venganza será igual a la benevolencia.
¿Por qué la razón no va a
poder cuestionar la bondad o maldad de los sentimientos?. ¿Es que son
inalterables y la razón nada podrá contra ellos?
Somos responsables de
nuestros sentimientos porque ellos descansan en unas ideas que deben
justificarse o no racionalmente.
¿Es que nada cuenta el peso,
más objetivo, de los argumentos contra el subjetivismo de los sentimientos?.
La pertenencia a un pueblo
¿tiene más fuerza, y prima, sobre los argumentos racionales?
¿Debe predominar la apertura
a otras ideas, la ciudadanía o, por el contrario, hay que levantar barreras para preservar lo propio frente
a lo ajeno?
Para un demócrata, tanto la
etnia, como la religión y la moral, deben ser tenidas en cuenta, pero deben estar
subordinadas a la ciudadanía.
¿No somos todos, por el hecho
de ser personas, sujetos iguales de los Derechos Básicos, sin exclusión por
sexo, religión, ideología……?
¿O “los nuestros sí”, pero
“los otros no”?
En el mundo que nos está
tocando vivir, abierto, tolerante, plural, multiétnico….el nacionalismo es un
seguro de pobreza.
Yo soy más de argumentos
racionales, objetivos, que de emociones sentimentales o sentimientos
emocionales, subjetivos.
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