Juan Pablo II había hecho desaparecer, por decreto, el
“infierno, como un lugar físico”. Lo que fue un alivio, porque “ya no habrá
condena ni fuego eterno”. Ya podíamos pecar, alegremente, pensando en la vecina
del 5º, porque ya no había pecado (sólo mal gusto o descortesía).
Ahora llega esta Papa, Benedicto XVI y, por libro, borra, de
un plumazo, el Portal de Belén, el pesebre, la mula, el buey, los pastores, los
Reyes Magos…. Nos ha quitado la alegría de las vacaciones navideñas.
La supernova (ya no la Estrella de Belén) ¿cómo podía
“guiar” a los Reyes Magos y “posarse” en el Portal de Belén?.
Ya mismo nos quita
hasta al Niño.
¿Y cómo vamos a cantar lo de “requesón, manteca y vino”?
(era para denunciar a los pastores llevar esos alimentos a un niño recién
nacido), ¿y lo de “llevemos, pues, turrones y miel”?, ¿ (turrón a un niño
recién nacido?).
Pero y lo de “campana sobre campana y sobre campana una,
asómate a la ventana, verás al niño en la cuna”.
“Campana sobre campana y sobre campana dos, asómate a la
ventana y verás al niño-Dios.
Y “campana sobre campana y sobre campana tres, asómate a la
ventana, verás al niño nacer”.
¿Pero no habíamos quedado en que el niño había nacido en la
campanada una?.
“A mí estos curas están quitándome la fe”. La fe y la
alegría.
P.D. PERO ahora sí que tengo una duda metafísica: ¿Qué voy a
hacer con el CAGANET?. ¿Se lo reenvío a Arthur Mas (pero a contra reembolso,
porque si no…)
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