La marca de los clavos
¿Por qué entonces hablamos
siempre de los "clavos de Cristo"?
Como de costumbre, es el Evangelio de Juan, el más tardío y el que más
diferencias esconde, el que genera esta confusión que llega hasta nuestros
días. Aunque, al igual que el resto de evangelistas, Juan no explica en ningún
momento que Jesucristo fuera clavado en la cruz, sí hace referencia a este
hecho en la famosa escena de la incredulidad de Santo Tomás, cuando éste
asegura: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en
el lugar de los clavos y la mano en su costado no lo creeré”.
Ocho días más tarde aparece
Jesucristo y le pide a Tomás que vea sus heridas y deje de ser incrédulo. (Juan
20:24-29).
Es esta la única referencia
de los evangelios canónicos al modo en que Cristo fue crucificado, y se realiza
'a posteriori' a través de un apóstol, Tomás, del que más allá del nombre no
cuentan absolutamente nada el resto de evangelistas.
Para encontrar más información
sobre los clavos de Cristo hay que recurrir a evangelios apócrifos.
En mis tiempos jóvenes el
problema a resolver era que los clavos no podían estar atravesando las palmas
de las manos porque, debido al cuerpo del crucificado, se habría desgarrado y haber
caído al suelo el cuerpo, por lo que los clavos debieron estar atravesando la
muñeca.
E, igualmente, que en vez de
UN clavo para los dos pies, debió ser un clavo para cada pie por lo que “los
clavos de Cristo” debieron ser cuatro y no tres.
Sólo después empezó esta
reflexión la de que “ser crucificado” no significaba “ser clavado o enclavado”
en la cruz.
Como tampoco que llevase la
cruz a cuestas hasta el Gólgota sino sólo el palo pequeño o transversal,
llevado por el condenado a muerte de cruz sobre el cuello y sobre el que sería
atado y ascendido a la cruz.
Lo de lanza de Longinos en el
costado, para acabar de matar, o rematar, al crucificado, siempre era en el
lado izquierdo, sobre el corazón, y no sobre el lado derecho.
La tradición cristiana asume
que los criminales eran clavados en la cruz, pero lo cierto es que en la
mayoría de los casos eran colgados usando cuerdas.
El Evangelio de San
Pedro, un texto hallado en Egipto en el siglo XIX y que, según la mayor
parte de los investigadores, data de la primera mitad del siglo II (y es
posterior, por tanto, a los evangelios canónicos), sí cuenta que los clavos
fueron retirados de las manos de Cristo después de su muerte.
La cruz se convierte en un
símbolo mucho después, pues en los albores del cristianismo no tuvo ninguna
importancia, y fue ganando espacio a medida que iba expandiéndose la religión.
Hasta aquí lo que cuentan los
textos religiosos pero ¿qué evidencias históricas respaldan su relato?
La crucifixión fue un “método
de ejecución” ampliamente usado en el imperio Romano pero ya era practicado en
las culturas vecinas del Mediterráneo, y que servía para humillar públicamente
a los esclavos y a los criminales de más baja escala social, así como para
castigar a los enemigos del Estado.
Esta última es la razón por
la que, según los evangelios, los romanos condenaron a Jesús como “Rey de los
Judíos”, lo que suponía un desafío a la “supremacía imperial romana” (Mateo
27:37, Marco 15:26, Lucas 23:38, Juan 19:19-22).
Sólo existe una evidencia antropológica
de este tipo de crucifixión, hallada en la tumba del siglo I d.C.
Gracias a los documentos
históricos existentes sabemos que la crucifixión se podía llevar a cabo de
muchas formas.
La tradición cristiana asume
que los criminales eran clavados en un madero con forma de cruz –el debate se
centra, únicamente, en si los clavos se situaban en la palma de la mano o en la
muñeca, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos los criminales eran
colgados usando cuerdas, y no siempre el instrumento de tortura tenía la
forma que imaginamos hoy en día.
Es probable que las primeras
cruces consistieran sólo en un palo o estaca vertical, a la que se ataba al reo
hasta que moría muerto de hambre o ahogado/asfixiado (lo más habitual).
Después el método se
sofisticó, añadiendo un travesaño de madera a la parte superior, formando un
instrumento de tortura en forma de T. Otras formas comunes eran las cruces en
forma de X (la Cruz
de San Andrés) o en forma de Y.
El historiador judío-romano
Flavio Josefo, responsable de la alusión directa más antigua a Jesús,
procedente de fuentes no cristianas (en torno a los años 92 y 94 de nuestra
era), asegura que, durante la primera gran revuelta judía (70 d. C.) los
romanos “fuera de si – de ira y odio – se divertían clavando a sus prisioneros
en diferentes posturas”.
Este hecho, aunque bastante posterior
a la muerte de Jesús, parece indicar que, en efecto, en esta época los romanos
se molestaban en clavar a la cruz a algunos criminales por causas o motivos de “tipo
político”.
La práctica del enclavamiento, sin embargo, goza de muy
pocos vestigios arqueológicos (algo habitual en todo lo que respecta al Jesús
histórico).
Sólo existe una evidencia
antropológica de este tipo de crucifixión, la anteriormente expuesta, la hallada
en una tumba datada en el siglo I d. C. El cuerpo de Jehohanan, que
así se llamaba el difunto, conservaba un clavo oxidado en el talón del pie
derecho con el que, se cree, se debieron clavar a la cruz ambos pies. Pero no
existen evidencias, por el contrario, de que se le hubieran clavado los brazos
o las manos.
En esta época los cristianos
nunca representaban a Jesucristo en la cruz, una práctica que no se extendió
hasta bien entrado el siglo IV, cuando empieza a aparecer la “imagen icónica” de Jesús que ha llegado
hasta nuestros días.
Las primeras representaciones
de Jesús de raigambre cristiana, no obstante, datan de los siglos II y III. Se
trata de un par de gemas en las que, claramente, se ve cómo las manos de
Jesucristo cuelgan de la cruz, como si estuvieran atadas.
Son la 'gema mágica' del museo Británico (siglos
II o III) y la gema de Constanza (siglo IV), también presente en el museo
Británico.
En ella, además de Jesús aparecen
los 12 apóstoles.
¿Quiere decir esto que los
clavos de Jesucristo nunca existieron?
No, pero tampoco tenemos
información para pensar lo contrario.
“Dado que la evidencia de la
antigüedad no proporciona una respuesta clara sobre si Jesús fue clavado o
atado a la cruz, es la tradición la que dicta esta “representación común”.
Fue ya en el año 337 cuando el Emperador
Constantino prohibió la crucifixión como método de ejecución en el Imperio
Romano, pero no por razones éticas, sino por respeto a Jesucristo.
Para entonces el relato
mítico ya se había formado y la leyenda y la historia no han dejado de
confundirse desde entonces.
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