III. Fuentes Cristianas
Entre las fuentes cristianas de la vida de Jesús existe muy poca necesidad de mencionar la así llamada Ágrafa y Apócrifa.
Porque si bien la fuente Ágrafa
contiene una Logia de Jesús, o se refiere a incidentes de su Vida, son o
altamente improbables o son presentados sólo como variaciones de la historia de
los Evangelios.
El principal valor de la Apócrifa consiste en
mostrar la superioridad infinita de los Escritos Inspirados contrastando las
toscas y erróneas producciones de la mente humana comparadas con las verdades
simples y sublimes escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Entre los libros Sagrados del Nuevo Testamento, los que tienen especial importancia con respecto a la construcción de la vida de Jesús son los cuatro Evangelios y las cuatro grandes Cartas de San Pablo.
Las cuatro grandes Epístolas Paulinas (Romanos, Gálatas, y Primera y Segunda Carta a los Corintios) no serán sobre-estimadas por los que estudian la vida de Cristo.
Entre los libros Sagrados del Nuevo Testamento, los que tienen especial importancia con respecto a la construcción de la vida de Jesús son los cuatro Evangelios y las cuatro grandes Cartas de San Pablo.
Las cuatro grandes Epístolas Paulinas (Romanos, Gálatas, y Primera y Segunda Carta a los Corintios) no serán sobre-estimadas por los que estudian la vida de Cristo.
Han sido llamadas, a veces,
el "quinto evangelio".
Su autenticidad jamás ha sido
atacada por los críticos y su testimonio es aún más antiguo que el de los
Evangelios, al menos que la mayoría de ellos.
Son de gran valor porque son
algo incidental y sin ningún diseño previo.
Es el testimonio de un
escritor altamente intelectual y culto, que había sido uno de los mayores
enemigos de Jesús, y que escribe dentro de los 25 años posteriores a los hechos
que relata.
Al mismo tiempo, estas cuatro
grandes cartas-encíclicas dan testimonio de los hechos más importantes de la
vida de Cristo: su linaje de David, su pobreza, su Mesianismo, sus enseñanzas
morales, su predicación sobre el Reino de Dios, su llamada a los Apóstoles, sus
poderes milagrosos, su afirmación acerca de ser Dios, la traición, la
institución de la
Sagrada Eucaristía , su Pasión, crucifixión, sepultura y
resurrección, sus repetidas apariciones (Rom., i, 3, 4; v, 11; viii, 2, 3, 32;
ix, 5; xv, 8; Gal., ii, 17; iii, 13; iv, 4; v, 21; I Cor., vi, 9; vii, 10; xi,
25; xv, passim; II Cor., iii, 17; iv, 4; xii, 12; xiii, 4; etc.).
Sin importar cuan importantes sean las cuatro grandes epístolas, los evangelios son aún más importantes.
Sin importar cuan importantes sean las cuatro grandes epístolas, los evangelios son aún más importantes.
No porque alguno de ellos
ofrezca una biografía completa de Jesús, sino porque dan razón del origen de la
cristiandad por medio de la vida de su Fundador.
Las cuestiones tales como la
autenticidad de los Evangelios, la relación entre los Evangelios Sinópticos y
el Cuarto no voy a tratarlas aquí, quizá en otro tiempo y/o en otro espacio.
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