EL NUEVO TESTAMENTO
El Nuevo Testamento estuvo
escrito originalmente en griego antiguo, que era la lengua franca del mundo
alrededor de Palestina desde, por lo menos, tres siglos antes de Nuestra Era.
Pero jamás se ha encontrado
ninguno de esos manuscritos.
Es más.
Los más antiguos de algunos
de los 28 libros datan (nada más y nada menos) que del siglo III d. C.
(Por supuesto que tampoco
existen manuscritos de los libros del Antiguo Testamento que sean anteriores al
siglo I a. C.)
Y es que, en el año 303 (siglo
IV), el emperador Diocleciano mandó destruir todos los manuscritos sobre el
cristianismo en todo el imperio pero ¿por qué no aparece en las obras de Flavio
Josefo, autor de dos grandes obras: “Historia antigua de los judíos” e
“Historia de la guerra de los judíos contra los romanos y de la ruina de
Jerusalén”, escritas entre el 37-99 d. C., no muy lejanas de la vida pública y
muerte de Jesús?
Ni en las obras de otros
historiadores del mismo período, que tratan de la historia de Palestina antes y
durante la vida de Jesús se menciona al Cristo y los acontecimientos de su
vida, mientras que lo que sí sabemos es del progreso de la Iglesia en la primera fase
de su existencia, de su rápida propagación, de su entusiasmo, de su energía, de
su vitalidad, de su fuerza de resistencia, de sus infortunios, de las
persecuciones de que fue víctima, de los martirios, de sus discordias internas
y de su herejías, de hechos a menudo tan asombrosos que…?.
Todo esto se basa en un
libro, “Historia eclesiástica”, escrito entre 315 y 335 d.C., por Eusebio
(265-340 d.C.), Obispo de Cesarea, en Palestina.
O sea, 300 años después de la
existencia de Jesús y nada en la historia más cercana a su muerte.
La obra de Eusebio de Cesarea
abarca tres siglos, y muchos países y regiones y nada dice de las figuras
dirigentes, que desaparecieron como por arte de magia 15 años después de la
muerte de Jesús.
Actualmente deben de existir
más de 4.500 manuscritos del Nuevo Testamento y que son, sin duda, copias de
textos originales pero, como ocurre con todas las copias hechas a mano, no hay
ninguna exactamente igual a la otra.
Ha podido comprobarse que hay
entre doscientas y doscientas cincuenta mil variantes.
Debió de haber copistas que,
partiendo de una copia poco legible, redactaron algunas frases de su propia
cosecha o hicieron anotaciones marginales en los manuscritos, las cuales fueron
interpoladas en los textos por copistas posteriores.
Incluso debió de haber
copistas que cambiaban un texto que no les resultaba bastante comprensible, según
su modo de ver y entender.
De estos manuscritos antiguos
los hay de dos tipos:
1.- Los UNCIALES, que datan
del siglo V al X, cuyas letras están todas en mayúsculas, una letra, en
general, un poco más redonda y sin que haya puntuación ni espacio entre las
palabras.
2.- Los CURSIVOS, cuya
escritura se parece más a la nuestra escrita a mano, con espacio entre las
palabras, pero datan, tan sólo, del año 1.000 aproximadamente.
Hay pocos manuscritos
completos y, de los que están más o menos completos, sólo hay seis cuya
datación oscila entre el 500 y 1.000 d. C.
Y, siempre hay que tener en
cuenta que estos manuscritos antiguos ya son copias de las copias de las
copias…de los originales y que, sobre todo en la escritura Uncial, las
posibilidades de una falsa interpretación han sido grandes, pues al copiar un
texto Uncial ya en Cursiva la última letra de una palabra puede considerarse
perfectamente como la letra inicial de la palabra siguiente.
Sin embargo, los estudiosos,
tras un duro trabajo y durante siglos, han llegado a un texto que es casi
universalmente aceptado, pero que en nada se parece a otros textos más cercanos
y contemporáneos a la vida de Jesús y sus discípulos.
Por ejemplo. Flavo Josefo
habla sobre Pilatos y da sobre él muchos detalles, pero nada sobre su papel en
el proceso contra Jesús, lo que es raro si ello hubiera sido muy importante.
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