viernes, 20 de marzo de 2015

MI JUBILACIÓN Y DESPEDIDA DE LOS ALUMNOS. CURSO 2003/04



        Me llamo Tomás Morales. Soy profesor de Filosofía del Instituto Salvador Rueda  (digo esto por si alguien no lo sabe o se le ha olvidado)

        Me pregunto y os pregunto ¿soy un salmantino que vive en Málaga o un malagueño que nació en Salamanca? Cuidado con lo que pensáis  (atención a Aristóteles), pero cuidado con lo que decís (puedo enfadarme).

Siempre salen las flores en primavera pero nunca son las mismas flores.
Cada año se despiden del Instituto alumnos, pero nunca son los mismos

Por eso, hoy no es un día cualquiera. No. Hoy es un día especial. Especial para vosotros, puesto que os vais. Y especial para mí, porque también me voy.

Quiero que estas palabras sean para despediros de todos nosotros y para despedirme de todos vosotros.

No sé si notáis que vengo nervioso, pero vengo contento.

Os cuento. Aunque no os lo creáis.

Cuando venía hacia acá, por la Alameda, pensando qué os diría yo para saludaros y para despediros, al cruzar por un paso de peatones, una mujer, desde un Seat Marbella, de color blanco, me ha pitado varias veces y sacando la cabeza por la ventanilla, me ha espetado, en voz alta, “PRECIOSO”. Le he hecho una indicación, ha aparcado a la derecha, ha salido del coche, la he cogido del brazo, nos hemos sentado en un banco y le he tenido que explicar la Ética Formal Kantiana y exponerle el Imperativo Categórico en su tercera acepción, aquella que dice que toda persona debe ser siempre tratada como fin y nunca como medio.
Y le he tenido que explicar que, si me llamaba “PRECIOSO” es porque ha creído que yo tengo un “precio”, por lo que he sido tratado por ella como una cosa, que valgo mucho o poco, pero, a fin de cuentas, tengo un precio.
Y yo, Señorita, no soy una cosa, soy una persona. Y las personas lo que tenemos, no es “precio”, sino “dignidad”.
De todas maneras, me he despedido amablemente de ella y le he dado el teléfono de mi oculista.

Pero es que, me levanto y, apenas he andado cuatro metros y la misma señorita me grita “BELLO”, que “eres una belleza”.
Me he quedado de piedra.
He girado sobre mis talones. Me he sentado junto a ella y le he tenido que explicar, esta vez, la Critica de la Razón Estética, de Kant.
Y he tenido que hacerle ver que la belleza es una cualidad objetiva, que está ahí, trascendente al sujeto.
Que la obra de Picasso es bella, independientemente de que a ella le guste o no le guste.
Y que el David de Miguel Ángel es bello, independientemente de que le guste o no le guste a la gente.
La Belleza es objetiva como la Fealdad.
Héctor es una bella película y la última  del Matamoros, Del Dantés, de Antonio David Flores y demás cronistas marcianos, es fea, aunque haya alguien (que lo dudo) a quien le guste.

Antes de despedirme le he subrayado el teléfono de mi oculista, le he aconsejado que se compre el tratado de Estética “Diez maneras de descubrir la belleza” y le he recomendado “La Historia de la Literatura y del Arte”, los tres tomos de Arnold Hausser, para que cuando mire vea, para que sepa ver más allá de lo que mira, porque la mirada hay que educarla estéticamente para que des-cubra, des-tape, ponga al descubierto la belleza que ya estaba allí, pero tapada, enterrada, cubierta.

        Apenas cinco metros de ella y oigo, a mis espaldas, “GUAPO”.
Entonces me volví, le sonreí, le di un beso en la frente, la despedí amablemente y me vine.
Ya sé que está enamorada de mí.
Y ante eso ya no se puede hacer nada.
Porque sobre gustos, aunque se dice que no hay nada escrito, no es verdad, es al revés, está escrito muchísimo, y cada uno puede seguir escribiendo sobre el suyo.
Esta mujer acababa de expresar  su “gusto”. Le he gustado.
Y en los gustos casi todos los factores son subjetivos. Ahí ya no puede entrar uno. Ella me veía así desde su enamoramiento. Por eso vengo nervioso, pero vengo contento.
En el fondo me he sentido importante.

Por todo eso os digo que es “precioso” vuestro vestido, vuestro traje, vuestro peinado o vuestros zapatos. Pero vosotros no sois “preciosos” porque sois personas, pero sois todos una personas “bellas”. Y vosotras, además, sois “guapas”; de vosotros, yo no puedo decir nada, quizás otros....u otro día...., o en otro momento.... pero hoy........de vosotros No.

        Y ahora que ya os tengo retenidos, contentos, por los piropos que acabo de echaros, como el momento previo socrático para filosofar, (¿recordáis?, para que no se le zafe y se le vaya el general estratega y poder dialogar con él sobre qué sea la valentía, lo mejor es ensalzarle, darle jabón, pasarle la mano por el lomo, que se sienta importante, que se sienta a gusto).


         Bueno, pues ahora que os tengo a todos así, voy a aprovechar para daros la última clase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario