1.- EN LOS ORÍGENES.
Para entender la filosofía hay que ir a los
orígenes, en el momento en que emerge, porque la filosofía es un producto
histórico y, una vez nacida, ya no parará. Habrá ya siempre una actividad
filosófica. Costó nacer pero vivirá permanentemente entre nosotros.
La filosofía surgió para solucionar problemas prácticos que
los hombres tenían planteados, para dar respuesta a las necesidades humanas.
Cuando las necesidades cambian, cuando se plantean otros problemas la filosofía
sigue, pero dará soluciones y respuestas distintas. La filosofía de hoy no
puede ser la misma que la de hace 2.500 años, pero seguirá siendo filosofía;
distinta filosofía, pero filosofía. Mientras haya hombres y éstos planteen
problemas, sientan necesidades, habrá filosofía. La filosofía es histórica.
Al principio fueron los mitos y las religiones los que
salvaban las distancias que separaban al hombre frente a un mundo extraño y
desconocido.
Una riada, una peste, una sequía, un niño muerto antes de
nacer, el nacimiento de un niño vivo, la salida y la puesta del sol, las flores
en la primavera, el arco iris….son problemas que los hombres tenían, eran
fenómenos para los que no tenían respuestas. Esos hechos ocurren, pero ¿por qué
ocurren?.
El objetivo y el sentido de los mitos, de las religiones, y
luego de la filosofía es que “el hombre se encuentre como en su propia casa”
precisamente en ese mundo extraño y hostil en el que se halla perdido y
anonadado, siempre a la intemperie, a merced de fenómenos que no se dejan
dominar, que te aplastan, que te matan, que te admiran.
Los mitos y las religiones no son ni verdaderos ni falsos
pero no son inútiles, tienen sentido, sirven para algo, aunque sólo sea para
descansar de tantas preguntas que se hace sobre el mundo. Son respuestas a sus
preguntas.
También la filosofía, como los mitos y las religiones son
sistemas de interpretación que lo abarcan todo, tanto el mundo de la naturaleza
como el mundo humano. De lo que hay en mí, de lo que hay fuera de mí, de lo que
hay sobre mí, son problemas, preguntas que nos hacemos. Y ya sabemos que toda
pregunta busca respuestas.
En el principio fue el mito. Cuando aún no se ha llegado al
nivel de saber uno está instalado en el nivel del creer.
¿Qué es lo que hace el niño pequeñito?. Creérselo todo. Poco
a poco irá abandonando sus creencias (cree lo que le dice la “seño”, porque “lo
ha dicho mi padre”, “lo he leído en una revista”, “lo he visto en la tele”…. Se
cree que es verdad lo que otros dicen, le hacen ver,….Poco a poco comenzará a
responder con su razón y al argumento de autoridad (los otros) le sustituirá su
razón. Eso será verdadero o será falso y lo puedo demostrar. El lenguaje
demostrativo sustituirá al lenguaje invocativo o declarativo.
Es un cambio trascendental de mentalidad. De la mentalidad
mítica a la mentalidad racional. Preguntas y respuestas en distinto o en el
mismo plano, heterogéneas u homogéneas. A la pregunta ¿por qué llueve? Se puede
responder diciendo que porque Dios quiere o porque las bajas presiones hacen
que el aire se enfríe y al condensarse el vapor de agua que hay en las nubes….
Desde el sendero mítico-religioso el hombre va cambiando de
camino y se inicia por la senda de la razón. Del creer al saber, con lo que
ello conlleva = buscar en el pensamiento racional la solución a sus problemas y
necesidades. Pero estamos en los comienzos, es la infancia de la filosofía, el
niño aún no es un hombre maduro, su caminar es torpe, pero ya se ha soltado.
Caídas y levantadas. Es lo normal. Aciertos y errores. Es lo normal. Fragilidad
e incertidumbre de los comienzos. Antes no se caía, iba en el carrito o de la
mano de la madre. Antes no se equivocaba, se equivocarían su “seño”, su padre,
la tele…
La Verdad y la Falsedad son ajenas al creer, como ajenos son
los colores a los sentimientos y las formas al agua. “El amor es verde o el
amor no es verde”: no es ni verdadero ni falso, son sinsentidos. “El agua es
triangular o el agua es cuadrada”, no es ni verdadero ni falso, es un
sinsentido. Los colores y los sentimientos están en niveles distintos, como las
formas y los líquidos.
Al principio era el mito. Las respuestas eran divinas.
Porque los dioses quieren o porque no quieren. La peste, la sequía, la
riada,…todo depende de los dioses.
Poco a poco el universo de los dioses va perdiendo
protagonismo, cediéndoselo progresivamente al hombre.
A ese mundo desconocido y
misterioso, que producía miedo y desconcierto, el nuevo hombre, la nueva
mentalidad, tratará de quitarle asombro y misterio para hacerlo familiar y
manejable.
El nuevo hombre intentará hacerse dueño de sí mismo y del
mundo, desacralizándolos. ¿Cómo?. Razonándolos, buscando leyes que expliquen la
manera de actuar de las cosas y que ésta no dependa de la voluntad, de la
arbitrariedad de los dioses o de otras fuerzas sobrenaturales. No es igual
decir que el sol sale porque tiene que salir (por el movimiento de rotación de
la tierra) que decir que sale porque Zeus quiere que cada mañana salga.
Esta primera e ingente tarea que comenzó hace 2.600 años es
la que continúa y continuará mientras sigamos siendo hombres. La iniciaron los
filósofos, los sustitutos de los sacerdotes y de los profetas. Y sólo contaban
con sus fuerzas, sin ayudas divinas ni sobrenaturales.
Los filósofos no se consideran depositarios de ningún
secreto, ni secretos divinos ni inspirados por los dioses, sino que se
arriesgan en nombre propio y con sus solas fuerzas, con el riesgo de tropezar,
de equivocarse que ello conlleva. Pero el filósofo es ajeno al desaliento. Si
otro le demuestra que está equivocado, reconocerá su error. Y esto sí que es un
acierto. Así se inicia el camino de la filosofía y de la ciencia. Con sus caídas
y sus levantadas, con su corregirse, con desdecirse, pero seguir, seguir,
siempre seguir.
Las respuestas surgen porque ellas son necesarias a las
preguntas que los hombres se hacen. Son las necesidades prácticas las que
azuzan a los hombres a ser satisfechas, y ya no valen las religiones y los
mitos, porque ya no se cree que la arbitrariedad de los dioses tenga nada que
ver con la regularidad que se da en la naturaleza. Si la salida del sol o la
caída de una piedra dependieran de la arbitrariedad de los dioses, podría salir
un día por el Norte y otro por el Oeste, y a horas distintas. Igualmente la
puesta del sol. Pero NO. Siempre sale y se mete por el mismo sitio, de una
manera regular. Y la piedra unas veces podría subir, otras bajar, otras avanzar
hacia la derecha,…. Pero NO. Siempre cae verticalmente y a velocidad acelerada,
según ley constante.
Las respuestas divinas ya apenas responden.
Para solventar, satisfacer necesidades es requisito
imprescindible comprender la naturaleza y sus regularidades. Conocimiento
objetivo. Conocimiento eficaz. Sólo así podremos dominarla y ser señores y no
esclavos de ella. Conocerla para aprovecharse de ella, para transformarla.
El conocimiento nunca es un fin en sí mismo. Conocer es un
medio-para. El conocer empuja al hacer. Se piensa no por el placer de pensar
sino porque pensando se saca provecho, provecho sobre todo a largo plazo.
(Sembrar trigo o darle de comer a un cerdo, a corto plazo, es empobrecerse, es
quitarse uno comida de la boca, pero a largo plazo es riqueza, el 100 por 1.
La eficacia práctica casi nunca es inmediatamente visible, pero la garantía
de progreso individual y social reside en esa actividad filosófico-científica,
no en la invocación a los dioses.
Ni el espíritu meramente práctico inmediato, ni la sabiduría
popular (basada en acumulación de experiencias, llena de elementos
supersticiosos y rutinarios) valían a largo plazo. Los mismos problemas que
había, hay y habrá; y las soluciones seguirían siendo las mismas, siempre
incompletas. El que siembra está con un pie en el futuro. La hormiga,
recogiendo, acumulando granos cada verano, sigue en el pasado. Para la hormiga
sembrar sería perder, no invertir.
(F.Bacon: arañas, hormigas y abejas).
No se trata, pues, de acumular y registrar más y más
experiencias, para repetir la solución. Se trata de comprender la razón, el
porqué, de eso que sucede y ensayar nuevas respuestas. Ya sabemos, ya se ve que
ocurre lo que ocurre, pero ¿por qué ocurre?, ¿cuáles son las causas, las
razones?.
(Anécdota de Tales – el pozo – los molinos de aceite –
realquilarlos…. Platón – Teeteto. Aristóteles – Política, “sería fácil a los
filósofos enriquecerse, si quisieran, pero no son las riquezas lo que le
interesan”.
Una vacuna (razón) hace más efecto que 1.000 oraciones. El
Hospital Clínico salva más vidas que todas las misas y rosarios. Pero no sobran
las misas y los rosarios, es que no son necesarios.
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