Parece como si aunque todas las culturas fueran igualmente
culturas hay una o varias que son dominantes y que aparecen como unas
meta-culturas, que se imponen, siendo incorporadas en mayor o menor grado por
las culturas dominadas. Las podíamos denominar “culturas centrales” y “culturas
periféricas”, no por su calidad, sino por su posición en el panorama cultural.
¿Recuerdan a Pepe Isbert en “Bienvenido mister Marshal”?.
“Hay que modernizarse” – oímos y solemos decir.
De aquel Ordenador Central de la Complutense, que ocupaba
toda una habitación, para practicar y hacer problemas de Lógica Matemática, a
estos “minis” que elevan a la enésima potencia su capacidad y de tamaño tan
reducido, hay un progreso: mucha más calidad con menos cantidad. El hardware y
el software.
Podríamos señalar algunas de las características de la
modernidad. Por ejemplo, el individualismo, frente al holismo. El individuo
prima sobre la sociedad. El yo y el tú sobre el todo.
Por ejemplo, la relación del hombre con las cosas para
conocerlas, dominarlas y aprovecharse de ellas. El savoir – prevoir – pouvoir.
En detrimento de la relación entre las personas. Sería el hombre
unidimensional. El progreso entendido sólo en sentido técnico y tecnológico. Se
sabía más, se podía más, se dominaba más, pero no eran mejores los hombres. En
vez de “homo homini deus” lo que se impuso fue el “homo homini lupus”. La razón
totalizadora se desenfocó, miró sólo a una parte y “el egoísmo habitó entre nosotros”.
Por ejemplo los conocimientos especializados para poder
correr más, pero se perdió la visión del conjunto. Ya nadie hacía un coche, a
ese sólo le tocaba la actividad de apretar el manillar. “Divide y vencerás”
–dicen los genios militares. Eso mismo pensaron las capitalistas de la
revolución industrial.
Por ejemplo la Liberté, la Equalité, la Fraternité, aunque
luego se quedaran en libertad económica, igualdad ante la ley que,
naturalmente, había sido confeccionada por la burguesía y la justicia quedó
regida por la “ley de bronce de los salarios”, por lo que se garantizó la
pobreza del obrero y, en su socorro, tuvo que venir la caridad.
Por ejemplo, el surgimiento de las naciones, desgajadas de
los imperios, que, inmediatamente, comenzarían a construir sus imperios
respectivos.
Pero nunca se dieron, estas ideas, al cien por cien. El
individualismo nunca fue un individualismo puro y duro pues, aunque sólo fuera
como astucia o como estrategia, se acepta y se acopla a la comunidad. Se
acomoda a su contrario, no para diluirse en él sino para sobrevivir e intentar
imponerse.
Del Liberalismo puro y duro, que proclamaba la armonía
natural de los intereses individuales, al postliberalismo o liberalismo
limitado, primando el interés colectivo, pero consiguiendo él las mayores y
mejores tajadas del puchero social. Sencillamente porque la cancha del interés
colectivo da mucho juego a los individuos, Y los que saben jugar son los
triunfadores.
Messi no es el Barça. El Barça es un equipo. El interés del
grupo, el interés del Club prima sobre cada uno de los jugadores, pero es
cierto, lo podemos comprobar muchos domingos, cómo la individualidad de Messi,
muchas, muchas veces, él sólo, salva los intereses colectivos. Sencillamente
porque es el mejor.
El individualismo uniformador
ha cedido a la diversidad de las culturas.
Cada pueblo, particular, refleja, a su modo, lo universal.
El monocolor, uniformador, es una pobre monotonía respecto a
la policromía, a la riqueza multicolor.
Cada cultura tiene su derecho a existir, pero cada una tiene
su momento de gloria.
Hoy, como Estados Unidos se costipe, quien tose es Europa.
Esto lo sabemos todos.
Por lo tanto combinación de rasgos holísticos y rasgos
individualistas.
La ósmosis se intensifica cuando las culturas viven en el
mismo continente cultural.
¿Qué fue el Luteranismo sino el triunfo del individualismo
religioso sobre el todo uniforme, centralista y multiabarcante de la Iglesia de
Roma?.
La conciencia, la intención individual, prima sobre las
acciones en el campo de la moral.
Kant era un pietista.
¿Qué fue la Revolución francesa sino el triunfo del
individualismo sociopolítico primando la nación y la sociedad sobre la
comunidad, una vez guillotinado el absolutismo regio?.
El nacionalismo sobre el imperio es el triunfo del
individualismo.
Y la teoría electiva de la nación sobre la teoría étnica de las naciones es otro
triunfo del individualismo.
“La etnia no es voluntad sino determinación” contra Hitler y
el mito de la raza aria.
Pero etnia y nación no se excluyen. Más aún, su combinación
lleva al triunfo, la interacción voluntaria las fortalece.
Lenin quiso hacer pasar a Rusia del precapitalismo al
socialismo sin pasar por el capitalismo individualista, como decía y preveía el
genio de Marx. Y fue un fracaso.
El socialismo será el paso
siguiente a la descomposición del capitalismo individualista. Y sólo desde el
socialismo se llegará al comunismo.
Sociedad e individuo. Individuo y sociedad. Se implican
mutuamente, pero no se anulan.
Lenin lo intentó hipervalorando los valores autóctonos y
haciendo que el pueblo se lo creyera. Desde el zarismo al socialismo sin pasar
por el capitalismo. Algo así como pasar del despótico y medieval infierno de
los zares con sus súbditos, al cielo del paraíso social sin pasar por el
purgatorio de la revolución francesa y la revolución industrial, con maduración
natural y puesta en práctica del capitalismo.
Como si se pudiera pasar de niña a mujer sin haber acampado,
previamente, en el parque de la adolescencia y en los jardines de la juventud.
La maduración forzada de los tomates en los campos de
plástico de El Egido, nada tiene que ver con el tomate natural del huerto del
abuelo abonado con la basura de la cuadra del mulo.
Mi mujer dice que no hay nada como unos huevos fritos con
patatas, siempre que los huevos sean de las gallinas que tiene mi madre
picoteando, sueltas, por el corral.
Sin forzar a la naturaleza, acompañándola.
Conociendo la naturaleza de los metales el hombre los ha
aleado para conseguir una mayor dureza. No minerales puros. El bronce, mejor
que sus componentes por separado.
El individuo no se diluye al entrar en contacto con la
sociedad, se adapta, se transforma y, así, se fortifica. Como los metales puros
en el metal mezclado, se transforman.
Tanto el individualismo puro, el solipsismo, como el holismo
puro, la despersonalización real en aras de una sociedad sin grietas, son puras
utopías.
No existen culturas puras sino formas híbridas. Dejemos que
se apareen, a su aire. Los vástagos traerán consigo lo mejor de cada uno de sus
padres.
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