jueves, 12 de marzo de 2015

EVA (A mi manera) (3)


        Al comer la fruta, se le abren los ojos, se les despierta la conciencia, se dan cuenta.

        Si los dos árboles son los que son es que Dios es, por lo menos, el ser SABIO (árbol de la sabiduría) y el ser INMORTAL (el árbol de la vida).

        Además, ¿Quién puso en ellos el deseo de querer saber?. ¿Dios?. Entonces cómo va a ser pecado el querer saber. El pecado de Eva sería no el hecho de querer saber sino el modo de conseguirlo. En vez de poco a poco, aprendiendo, madurando, de manera natural, quiere conseguirlo de golpe, de manera mágica, mordiendo la manzana.

        El pecado de Eva sería haber cogido, haber optado, por un atajo para llegar más rápida y cómodamente, no por haber llegado.

        Es lo que se llama “mentalidad de paraíso”: conseguir las cosas fácilmente, sin esfuerzo, de manera rápida y mágica.
        Cuando eso no ocurre y todo es al revés es lo que suele llamarse “sentimiento de paraíso perdido”
        Si hubieran estado siempre en el Paraíso, ¿habrían madurado?, si allí dentro ni se trabajaba, ni se cansaba, y lo de parir no se dice nada. ¿Se habrían reproducido en el Paraíso?.

        Eva, digo yo, no sólo no sería la pecadora, sino la destinada por Dios para hacer madurar, despertar al varón. Eva es un instrumento de Dios

        Después en la vida, habrá cosas buenas, malas o regulares, pero para eso tenemos ya el sentido ético, la razón práctica, para distinguirlos y optar por ellos con la responsabilidad correspondiente.

        Pero ¿nacer en pecado original?. Si el recién nacido es fisiológicamente inmaduro o, mejor, prematuro, pero es que psicológicamente es un espacio en blanco, un folio en blanco, “tamquam tabula rasa”, un continente totalmente vacío que habrá que ir rellenándolo, los otros y él (¿recuerdan: nos nacen… nos hacen….nos hacemos ….?)
        El pecado será no escribir ese folio en blanco, o escribir poco, o escribir mal (¿recuerdan la parábola de los talentos?). El pecado será no desarrollar todas las capacidades o potencialidades. Pero ¿en pecado por el hecho de nacer?. “¿Qué delito cometí contra Vosotros, naciendo. No nacieron los demás, pues si los demás nacieron….¿recuerdan?).

        El querer ser Dios, el deseo de ser Dios, el deseo de saber más y mejor, el deseo de vivir más y mejor, está impreso en nuestros genes, es connatural al hombre. Todos lo queremos. Eva también (Adán no sabemos por qué comió). Su pecado no fue querer ser Dios sino elegir el camino inadecuado, el más corto, el tramposo. Como en los cuentos de hadas donde la varita mágica convierte la calabaza en carroza, a los ratones en corceles blancos y a Cenicienta en Princesa.

        Hoy, nosotros, no acudimos, normalmente a varitas mágicas. Pero es verdad que acudimos a lo sagrado en momentos especialísimos (un cáncer incurable). Acudimos a ritos, promesas, sacrificios, ofrendas, exvotos, amuletos, novenas, procesiones, velas, peregrinaciones….como chantajes a Dios, para manipular a Dios, para que coja su varita mágica y…

        ¿Qué pedía Jesús a cambio?. Nada. Sólo fe y con-fianza

        (Cura – agua – paraguas)
        (P. Serrano – primeros nueve viernes de mes….).

        La Iglesia todavía mantiene esa mentalidad mágica, fomenta la relación con Dios de esa manera. Directa o indirectamente, (novio, tormentas, garganta, cosas perdidas (A. de Padua y S. Cucufato)… Ellos, ÉL, a fin de cuentas, harán el milagro.

        El concepto de Dios ha ido cambiando a lo largo de la historia. Cuando el pueblo hebreo tenía que ir luchando contra los enemigos camino de y para poder llegar y asentarse sobre Canaán, su Dios era el Dios de los ejércitos, el todopoderoso, el vencedor, el rey, con sus huestes de ángeles, en su trono…. Cuando hubo que repartir, con equidad, la tierra conquistada y hubo que juzgar la conducta externa e interna de cada uno y cuando hubo que presentar los méritos para ser eternamente feliz en la otra vida, Dios es juez, que no se deja engañar ni chantajear. Cuando el pueblo hebreo ya está asentado y es/quiere ser feliz, Dios es misericordioso, Padre, infinitamente bueno, el que perdona todos los pecados cuando uno se acerca a Él con fe.

        Jesús nunca pidió milagro alguno. Ni cuando estaba en la cruz. “Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz” (evítame todo esto, que se acabe,….si es posible. No lo pide).

        Así debería ser la vida del cristiano, luchar por hacer mejor el mundo que nos rodea, sin decirle a Dios: “ya ves lo que hago, tenlo en cuenta, anótalo en el libro de contabilidad celestial….”. Esa no es la postura del cristiano. “luchar por el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”.

        Analicémosla: - Luchar : es decir, que aún no está hecho, que hay que construirlo, y para ello hay que esforzarse.
                                - El reino de Dios, que no es el reino de los cielos, sino el reino de la tierra, el de aquí abajo, que está desajustado y que hay que ajustarlo, es injusto y tiene que ser justo, hay que erradicar de él la injusticia.
       
                        -Hacerlo gustosamente, felizmente. Disfrutar haciéndolo, construyéndolo. Obrar humanamente y que el mundo sea más humano, dándose por bien pagado con el placer de estar luchando por conseguirlo.

                        -Y tranquilos que, si hay una recompensa por haber luchado, por haber intentado construirlo, se os dará por añadidura. Es decir, doblemente pagados. En esta vida, al ser feliz haciéndolo y mientras se hace y en la otra vida, con el premio eterno, según su promesa. Pero no trabajar en esta vida para ganar la otra. Que éste no sea el objetivo y aquel el medio. Sino que es propina, pero no lo hagas por la propina sino por hacerlo bien, la satisfacción de haberlo hecho bien, de ser un profesional, un profesional cristiano, un buen creyente.


        Religión cristiana + razón griega + derecho romano: son las tres mimbres con las que está construida la cultura occidental.

        Si no sabemos de dónde venimos ¿cómo vamos a saber quiénes somos ni a dónde vamos?.

        Decía Raimon, en sus canciones de protesta, en otros tiempos: “quien pierde los orígenes pierde la identidad”.

        Para entender nuestro pasado tenemos que conocer la religión; hace falta tener una gran cultura religiosa, conocer nuestros orígenes. Digo “conocer”, no he dicho “practicar”. Esto es voluntario, aquello debería ser obligatorio. SÍ a la cultura religiosa en la escuela, desde pequeñitos, para entender nuestro pasado y nuestro presente. NO a la catequesis religiosa, de ninguna religión, en la escuela. Esto es un asunto privado.

        Se pasea hoy por el mundo, y a nuestro alrededor, una enorme masa de gente desnuda, por ignorancia de la religión y de las religiones. Pero la gran avalancha de inmigrantes que nos está llegando vienen bien instruidos religiosamente y son practicantes de sus creencias, a veces incompatibles, no digo ya con nuestra religión tradicional, sino incompatible con la razón y con los derechos humanos. Y nosotros hablando de no herir, de tolerar, de respetar,…. ¿Cuándo nos convenceremos de que hay ideas y creencias intolerables y que no deben ser toleradas?. ¿Cuándo seremos capaces de discernir entre “tolerancia” y “respeto”?.
        En nuestro mundo occidental, primero la Diosa Razón desbancó al Dios de la religión. Luego, ahora, infinidad de diosecillos enanos están siendo los sucedáneos de la Razón. Pero el Dios de la religión siempre está ahí, como de reserva, por si acaso nos fallan todos y tenemos que acudir a él.

        De dónde venimos – hacia dónde vamos.
        Cuando yo era monaguillo en mi pueblo, en las misas de funeral de gente rica, yo cantaba, acompañando al Sr. Cura “in paradissum deducant te angelli….”(si el muerto era pobre eso sólo se decía rezado. La cantidad de canto era proporcional a la limosna de la familia del difunto. Los responsos.).

        Salimos del paraíso y volveremos al paraíso. ¿De dónde venimos?. Del paraíso. ¿A dónde volveremos?: Al paraíso. ¿Quiénes somos?. Viajeros. Si viajamos (vivimos) bien, al paraíso feliz, eternamente. Si viajamos (vivimos) mal, al anti-paraíso, al infierno, eternamente.

        Allí sí que tendremos vida, vida eterna; pero en este mundo, como nos expulsaron del paraíso y Dios puso a un querubín con espada de fuego, flameante, para cortarnos el camino del árbol de la vida….

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