sábado, 1 de febrero de 2014

7.1.- EL HOMBRE: ANIMAL CULTURAL. BIOLOGÍA Y CULTURA.


 
“La cultura es el modo que el hombre tiene de situarse en el mundo.

Es el comportamiento aprendido en el seno de la sociedad.

Podríamos definir la cultura como “el modo de vida de un pueblo, como el medio que un grupo de seres humanos que ocupan un territorio común ha creado a través de sus ideas, de sus instituciones, de sus utensilios, de su idioma, de sus herramientas, de sus servicios y de sus sentimientos.

Al igual que una herramienta amplía y extiende las posibilidades humanas, la cultura es un ensanchamiento de la vida” – afirma A. Montagú.

Desde pequeños vamos nutriéndonos de ella, para saber a qué atenernos, para poder caminar por la vida que nos rodea. Para adaptarnos y no quedar desencajados de la sociedad.

El profesor (que también tiene esta misión para con el alumno) también está obligado a superar la situación presente, hollando, ante él, otros jardines dignos de instalarse en ellos.

El profesor tiene derecho o, mejor, el deber de obligar al alumno a que vaya más allá del momento presente y hacer que sienta placer, satisfacción y alegría con “otros” goces superiores.

No se puede ser profesor sin ser, por dentro, un déspota, sin decir: voy a obligarte, voy a hacer que ames un texto bello, una música maravillosa, una historia agradable, una filosofía lúdica, una matemática coherente…

El profesor, tras conocer dónde está el alumno y cómo puede ayudarle a que se adapte a la sociedad de su tiempo, debe hacerle ver la perfecionabilidad de la sociedad y los posibles camino para ello, concienciándolos de su obligación moral de darle las gracias a la sociedad que le ha permitido llegar hasta aquí con una mayor perfección.

La inteligencia no es sólo “Intus-legere”, leer desde dentro la realidad para entenderla y mejor adaptarse a ella sino que va más allá, “obligando” a la realidad a que ésta sea la que se adapte a él.

No sólo cubriendo su cuerpo con vestidos mejores, con casas más cómodas, con mejores instrumentos para cazar, pescar y cultivar,…sino incluso inventando el aire acondicionado que se encargue de adaptar el aire a su cuerpo.

El hombre, además, no se adapta espontáneamente al medio.

Primero la interpreta, tras entrar en contacto con ella y conocerla pero luego, tras su estudio, con la cultura como instrumento (tecnología variada), arte, religión, ciencia, filosofía,…) intenta dominarla para aprovecharse de ella.

No hay una relación inmediata entre hombre y medio (de hecho, al niño sólo se le arrima la realidad adecuada a su niñez, no la realidad en sí) sino que entre él y la realidad interpone la cultura.

La Antropología Cultural distingue entre Cultura Material (los productos materiales fabricados por el hombre) y la Cultura Mental (las formas de pensar, las creencias, las costumbres, los valores y las normas).

“Cultura” proviene de “cultivo”.

De “cultivo del campo” a “cultivo de facultades y cualidades humanas” (la inteligencia, la creatividad, la sensibilidad).

Cicerón afirmará que de “agri-cultura” (cultivo del campo) a “animi-cultura” (cultura del espíritu), lo que los griegos habían designado con el nombre de “paideia” o “educación”.

Hoy el término “cultura” designa varios conceptos:
1.- Manera de ver, de vivir el mundo e interpretarlo (tal es la Cultura Occidental).

2.- Conjunto de técnicas y recursos que nos ayudan no sólo a vivir, sino a vivir mejor.

3.- Instituciones sociales que organizan nuestra convivencia (familia, escuela, democracia, clubs deportivos,…)

4.- Ideas y creencias de pueblos e individuos.

Educar va más allá de informar de los valores y comportamientos vigentes en la sociedad actual para adaptarse a ella, sino para superarla como una sociedad futura mejor.

Me gusta la definición que de “cultura” da Taylor: “complejo de conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos que el hombre adquiere como miembro de una sociedad”.

“Informar” es sólo la primera parte de un proceso posterior y superior, “educar”.

En la “educación” no sólo entra el conocimiento de lo que se hace, sino también denunciar la hipocresía de quien, a menudo, lo hace, de amar la filosofía o amar la verdad, amar la bondad y practicarla, ser una persona integral, implicado en la sociedad.

Zamarrear su conciencia despertándolo de la posible y acomodaticia modorra.

Porque adaptarlo y adaptarse al medio es esencial para vivir, pero sólo para un vivir de supervivencia, no de un excelente vivir.

El hombre, como tantas veces hemos dicho y repetido, es un ser que nace prematuro y se mantiene inmaduro durante gran parte de la vida.

Y moriría, inmediatamente, si no fuera por la sociedad que lo acoge al nacer, y sobre todo de la madre, en cuyo vientre estuvo nueve meses y continuará unido a ella mucho más tiempo, no sólo como madre nutricia, también psicológica, sentimental, moral, social,…

Y ese niño que, en un principio tiene hambre y frío, necesita comer y guarecerse, pero también necesita caricias, besos, cuidados,…

Nacemos y crecemos con un enorme “déficit biológico”, pero que lo compensamos, sobradamente, con la inteligencia.

Nuestra mochila vacía, con la que nacemos, nos la irán llenando de cultura los agentes socializadores para, posteriormente, reordenar los contenidos.

La biología y la cultura están imbricadas y en equilibrio, en mutua interacción en cada hombre.

¿Hasta qué punto lo que, hasta ahora, se ha considerado “segunda naturaleza” (la cultura), no es “primera naturaleza”?

El hombre es un ser “biocultural”.

¿Quién no ha visto y/o leído “El señor de las moscas”, la novela de William Golding, ese experimento literario, donde un puñado de niños de 6 a 13 años, supervivientes en un islote desierto, por el aterrizaje forzoso y caída de un avión, se enfrentan a la doble tarea de sobrevivir material y socialmente?.

¿Cómo sobrevivir y organizarse en ese nuevo escenario?

Y vemos surgir la necesidad de autoridad, del orden social, del bien común,…

La división del trabajo (los que cacen, los que mantengan el fuego encendido, los lugares habilitados y prohibidos donde hacer las necesidades, las señales de humo en lo alto de la montaña para poder ser rescatados,…

Si descuidan su labor los encargados de las señales de humo ven cómo un avión ha pasado de largo y no van a poder ser rescatados.

¿Qué es, pues, más importante, la caza de jabalíes, para sobrevivir o las señales de humo para poder ser rescatados y volver a la sociedad?

Conexión inseparable BIOLOGÍA-CULTURA.

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