miércoles, 12 de febrero de 2014

7.- 10- CULTURAS Y RAZÓN (2).


 
Intelectualmente soy racionalista, políticamente democrático, al tiempo que practico un relativismo moderado.

Lo “relativo” (como su nombre ya indica) implica “relación” y defiendo que lo que las cosas y las personas representan son relativas a las personas con quienes están relacionadas.

Estela y Cristina, para mí, no son “dos mujeres cualesquiera”, porque son mis hijas, como mi Santi, mi Alberto y mi Alicia no son tres niños cualesquiera, porque son mis nietos.

Valoramos según la relación que tenemos con lo otro, y cuando el sentimiento anda por en medio…..

Pero afirmar que “todo es relativo” es una “contraditio in terminis”, porque ya habría algo absoluto.

Afirmar que “todo vale” es verdad, pero de aquí no se deduce que “todo vale igual”.

Hay personas y cosas que valen más que otras. Como, por ejemplo, mis hijas, mis nietos y un billete de 200 €, comparados con las vecinas del 2º, los niños del 5º o la moneda de 2€.

Todos valen, pero unos valen más que otros.

Pues, lo mismo ocurre con las Culturas. Todas valen, pero no todas valen igual. Unas valen más que otras.

Defender el relativismo cultural absoluto es lo que ha ido desarmando tanto al pensamiento racionalista como a la forma democrática de convivencia.

Este relativismo bruto es el que ha propiciado, por la dejadez de muchos, el fanatismo y la violencia de los fundamentalismos varios: religiosos, raciales, tradicionales… (en una palabra, “culturales”), que, aunque la mayor parte de ellos, sobre todo los más violentos, proceden de fuera de Occidente, no todos nos son ajenos.

En todos ellos hay algo en común: el desprestigio y odio tanto a la modernidad (diabólica) como a la secularización como forma de enfocar la vida, tanto privada como pública.

Precisamente el multiculturalismo, relativista absoluto, es lo que ha propiciado la defensa anacrónica de formas de vida arcaicas, de creencias primarias, de agresividad atávica.

Estos dogmatismos fundamentalistas, relativos, se consideran absolutos, con todo tipo de consecuencias anejas.

Nuestra libertad de expresión (como todo esto que estoy ahora escribiendo), el diálogo democrático (con las variadas formas de entenderlo), el pluralismo,….  son sistemáticamente negados y perseguidos por los fundamentalismos nacidos a la sombra del multiculturalismo o relativismo absoluto, considerando como intromisión en los asuntos internos de un país la sola crítica a su actuar.

La libertad y la igualdad son valores superiores a cualquier tipo de opresión y de privilegios.

En palabras de J.J. Sebreli: “no se puede luchar contra injusticias particulares si no se cree en la justicia como valor universal”.

La Libertad y los Derechos Humanos, bajo la égida del relativismo, corren el peligro de dejar de ser inalienables.

Los comportamientos intolerables de muchas culturas ni pueden ni deben ser tolerados, bajo el pretexto de “como siempre ha sido así….” pero seguimos consintiéndolo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario