Considero al
MULTICULTURALISMO como una especie de feria de exposiciones, de un mercado
variopinto, en el que se exhiben productos autóctonos, al que asistes, en plan
curiosidad, y que, alguna vez al año los pruebas, los contemplas, desde la
música y el baile al vestido, desde la indumentaria a la comida, pero en lo que
uno no se encontraría cómodo todo el año.
Esta colorista sucesión de
circunstancias incluso agrada pero, entre otras circunstancias, porque es algo
pasajero y que atañe más a la esfera del conocimiento que a la de la vida.
Es algo que merece la pena
saberlo, pero en lo que uno no podría vivir de continuo.
Del INTERCULTURALISMO, tan
caro a la tribu psicopedagógica, más que como un diálogo serio de culturas,
enriquecedor, lo considero una yuxtaposición de monólogos, sin apenas vasos
comunicantes y sí mucha autopropaganda para venderse mejor.
A mi me gusta la tortilla de
patatas con cebolla, los boquerones malagueños, el jamón de patanegra y un buen
vino tinto de Rioja.
Si alguien, por su religión,
considera impuro el cerdo y pecaminoso el vino, o alguien, por su biolatría,
considera que los peces pequeños tienen derecho a la vida y no ser simples
objetos alimenticios y considera la obligación, por parte del hombre, de
respetar la vida vegetal, está en su completo derecho a actuar y a vivir según
sus esquemas axiológicos, pero no veo cómo podemos intercomunicarnos sino
exponiendo, sucesivamente, ambos modos de contemplar la naturaleza.
Pero cuando él quiera
convencerme de lo saludable que es el pescado crudo o los pinchitos de gusanos
o escorpiones, de comer con los dedos o de defecar, a culo pajarero, en campo
abierto, podré, educadamente, escuchar lo que dice, no practicar lo que
predica.
Soy partidario y defensor del
SUPRACULTURALISMO, del que ni yo ni nadie, ni sociedad ni cultura alguna, puede
proclamarse propietario, sino como un Ideal al que tender continuamente,
conscientes de que siempre estaremos en camino.
Considero que hay Valores
universales, indiscutibles, que deberían estar presentes y vigentes en todas
las culturas: las Verdades científicas (la Ciencia), las Técnicas eficaces (la
Tecnología), los Derechos Humanos (la Bondad).
Y no sólo estar vigentes,
sino no estar subordinados a creencia religiosa alguna ni a tradición
histórica.
¿Que quien más avanzado va en
este camino es Occidente (la cultura occidental, aunque se llame Japón o China)?
no me cabe la menor duda, pero que no puede mostrar escritura de propiedad,
porque pertenece a toda la humanidad.
Si alguien quiere gastarse
sus euros en los sacamuelas/sacacuartos, que se reproducen en las televisiones
nocturnas, y que “ven”(¿) trabajos, amores, suertes, amarres, recuperaciones de
amor,…. allá él, los dineros son suyos.
Si alguien cree que el gurú
de turno y de guardia va a hacer desaparecer el cáncer que padece por envolver
en papel albal 13 granos de arroz, ir a la playa, ponerse de espaldas a ella y
lanzarlo al agua, por encima del hombro derecho, invocando el deseo de curación
y quedando, en ese momento, su cuerpo totalmente limpio de fuerzas negativas y
de espíritus malhechores, todo ello tras pagar la consulta o la factura
telefónica, allá él, son sus dineros y está en su derecho, pero que no me prive
a mí del derecho a destornillarme de risa por su ingenuidad y derecho a odiar a
estos engañadores profesionales.
Yo seguiré gastándome mis
euros en formación, adquiriendo una capacitación, acudiendo al mercado de
trabajo, pugnando por conseguir ese puesto.
Y acudiré a la consulta
médica de ese profesional sanitario que, con los análisis y radiografías en su
mano, saque un diagnóstico y me imponga un tratamiento médico, y me pondré en
manos de ese cirujano que va a estirparme la vesícula, y acudiré al mercado
tecnológico, donde poder adquirir ese portátil y conectarme a Internet…
El SUPRACULTURALISMO, no es
que sea lo deseable, es que debería ser obligatorio, en cualquier institución
educativa, en cualquier sociedad y cultura, sin discriminación de religión,
historia, raza, sexo,….
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