Revolución no es romper los cristales del Corte Inglés,
quemar autobuses o contenedores, quemar
Ayuntamientos,… porque lo que viene detrás suele ser una represión mayor, en
parte justificada.
¿Quiénes suelen ser los “perseguidos por la justicia” sino
los que desenmascaran a los poderosos, que son los que crean las situaciones de
injusticia, opresoras de los más débiles?
Me imagino a Jesús de Nazaret ante los “injustos”
desahucios, legales, apoyados en “leyes injustas”.
“Si Jesucristo volviera” es un libro que en mis tiempos
jóvenes me impactó. ¿Qué haría, si volviera y viera la Iglesia, anquilosada? ¿y
al ver El Vaticano, las Catedrales como lugares de culto y los Palacios
Episcopales como viviendas de los Obispos?
Se dice que Jesús no fue un simple revolucionario ni un mero
pacifista y se suele denominar su vida, su conducta y su palabra, como una
“violencia pacífica” o una “paz violenta”, incidiendo en el “substantivo” más
que en el “adjetivo”, en cada caso.
Decimos “paz” no “orden”, porque éste puede imponerse por la
fuerza bruta del poder, con la censura, con la persecución, con el miedo, con
la cárcel, mientras la otra, la paz, es una conquista personal de la
conciencia.
“Vencer” no es “convencer”, como la “paz” no es la “ausencia
de guerras”. Sin guerras puede seguir habiendo torturas y fusilamientos, eso
nunca será “paz”, aunque haya “orden”. “El miedo guarda la viña”, no es que los
ladrones estén convencidos de que no deben robar.
También puede haber quienes no pequen por miedo a Dios y a
las penas del infierno.
Los jóvenes no pueden recordar, porque no los vivieron. Me
refiero a “los 25 años de paz” franquista.
Y que La Codorniz, “la revista más audaz para el lector más
sesudo o agudo” titularía: “los 25 años de paz-ciencia”, por lo que, de nuevo,
y una vez más le secuestrarían la edición y la cerrarían, pero que, una vez
cumplida la pena, aparecería con “bolín es a bolón como cojín es a X, y a mí me
importan dos equis que me cierren la edición”.
Jesús tenía miedo de ser condenado a muerte si anunciaba y
proponía no pagar el tributo a Roma, pero el Sanedrín, que sí podría condenar a
muerte, como no podía mancharse las manos con la sangre de hombre alguno, atacó
sus fuentes de ingresos económicos al entrar a saco en el Templo.
¿Qué era el Templo sino la trinchera del poder religioso
judío y una fuente de ingresos con la venta de animales para el sacrificio y el
cambio de moneda?
No es igual “librar de” que “liberarse de”, aunque, muchas
veces, es difícil “liberarse” sin “ser libres”.
Se ha dicho que cuando una revolución se hace en una sola
dirección, sin alcanzar, también, las estructuras más profundas del ser humano
suele acabar en “INTEGRISMO”; si se hace en sentido sólo cultural puede acabar
en “IDEOLOGÍA”, o acabar en “FASCISMO” si sólo es política, y si es sólo moral
es posible terminar en “EVASIÓN ESPIRITUALISTA”.
La de Jesús sería una “revolución total”.
Jesús nunca fue un suicida, no se dejó llevar al matadero
como un cordero para ser degollado, no era un loco, no era un desesperado, ni
un exhibicionista. Nunca se hubiese entregado para dejarse matar. Tuvieron que
apresarlo, traicionado por uno de los suyos. Nunca quiso morir.
(¡Cuánto cuento nos ha contado la Iglesia establecida¡)
Quien mejor entendió a Jesús fue, en la historia, Francisco
de Asís, hijo de padre rico, que hizo voto de pobreza y que quiso poner en los
estatutos de la Orden Franciscana y que la Iglesia dijo que “nanay”, al
sentirse aludida.
Incluso se negó a ser ordenado sacerdote, alegando que Jesús
tampoco lo fue.
En aquella sociedad judía proponer que no había diferencia
entre varón y mujer, entre judío y gentil, entre puro e impuro,… (pongámosles
nombres de hoy), en aquellos tiempos, suponía proponer una Revolución Total,
que ni sus mismos discípulos lo entendían (véase el caso de María Magdalena y
la actitud de Pedro).
No hay comentarios:
Publicar un comentario