martes, 5 de enero de 2010

UN SIGLO TOMANDO LAS 12 UVAS.(1).

En mi casa nunca hubo necesidad de comprar las uvas de Nochevieja.
Mi padre cogió la costumbre de plantar una viña o majuelo cuando le nacía un hijo. Aunque cuando nació mi hermano el pequeño, José Luis, plantó un pinar.
Así que teníamos tres viñas o majuelos. Por orden de antigüedad:1.- El majuelo de Mari, 2.- El majuelo de Sito (éste soy yo, (de Tomás-Tomasito-Sito)) y 3.- El majuelo de Juani.
Vendimiábamos y recogíamos mucha uva. La mayor parte de ella la pisábamos en la bodega. El mosto iba a un pilón. De ahí a las cubas. Y la "madre", mezclada con agua, la echábamos en otra cuba. Salía un "aguacuba", muy suave y que entraba muy bien. En Marzo o Abril sacábamos ya la madre y, quemándola en la alquitara, salía un aguardiente que aquello era alcohol puro.
Otra parte de la uva la vendíamos, generalmente a los riojanos, que iban a mi pueblo en grandes camiones en cuya caja iba una lona para que el mosto que saliera de la uva no se perdiera.
Y,en tercer lugar, la mejor uva, la de mesa, la subíamos al "sobrao" y la echábamos encima del trigo para que se conservara.
(Eso mismo hacíamos también con los melones, los "melones de invierno).
Estábamos hasta el mes de marzo comiendo uvas y melones.
Por eso nunca comprábamos uvas, nos sobraban.

Ahora ya no. He comprado las uvas, me las he tomado, como cada año, no muy gordas, peladas a mano y un poco abiertas para poder sacarles las pepitas.
Y como manda la tradición, 1, 2, 3,.... hasta 12, en conexión con la Puerta del Sol, que es como mandan los cánones (y luego veremos).

¿Qué festejaba?. Que había vivido 12 meses, con el deseo de que al año siguiente pueda festejar lo mismo. Nos hemos deseado, toda la familia, Salud, Felices Pascuas y un Próspero Año Nuevo brindando con una copa de cava (por aquello del mercado interior).

Esto que yo he hecho, creo que lo hemos hecho todos los españoles. Aunque desearle un próspero año nuevo a cuatro millones de parados, y sin expectativa de trabajo, no sé si es un sarcasmo o constituye una afrenta.
Es como desearle salud al moribundo agonizante.

Si además te enteras de las causas políticas y económicas de la tradición de las doce uvas (que nada tienen que ver con la religión), pues ¿qué quieren que yo les diga?.

A lo que siempre me he negado es al ritual complementario: ni me he puesto ropa íntima de color rojo (por aquello de atraer el amor. Me basta con mantener el que tengo), ni de color amarillo (por aquello del dinero. Soy un pensionista y lo que deseo es poder seguir cobrando la pensión), no me he puesto a la pati-coja, brindando con la pierna derecha apoyada en el suelo y la otra en alto (como los flamencos de Fuente de Piedra o las cigüeñas de mi pueblo), ni he echado ningún anillo de oro en la copa, para atraer el dinero, (porque ni llevo ni tengo nada de oro), ni he salido ni entrado por la puerta con maletas (porque para viajar barato ya tenemos las vacaciones de los viejos), ni he tirado una copa o un vaso de agua por la ventana, para que con ella se vayan las penas de la vida, ni he metido billetes en los zapatos (¡Hay que ver la manía de la gente por ser rica¡), ni he escrito un papel con todo lo negativo que me ha pasado durante el año, y quemarlo.

Ya, lo que me faltba a mí era haber sido gilipollas del todo.

Las "doce uvas de la suerte", "las doce uvas milagrosas", "las doce uvas de la fortuna" (se las llama de las tres maneras).

Buenos deseos, sabiendo que no por mucho desear va a ocurrir nada de lo deseado. Como diría Marina la suerte está a la vuelta de la esquina, pero tienes que trabajar para saber de qué esquina se trata.

(Continuará)

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