UN SIGLO TOMANDO LAS 12 UVAS (y 2)
Gracias a los Reyes Magos, pero como revancha, Madrid celebra la Nochevieja tomando las 12 uvas en la Puerta del Sol, cuando el reloj da las doce campanadas.
¿A que parece un contrasentido que una fiesta posterior sea la causa de una anterior?.
Desde mediados del siglo XIX el pueblo castizo madrileño acostumbraba a repetir una tradición. Debían localizar a un forastero, generalmente gallego, asturiano o santanderino, que acudía a Madrid para ver a los Reyes Magos de Oriente y que les serviría de "pardillo", ridiculizándolo, haciéndole creer que había que ir a recibir a los Reyes Magos y, armados de escaleras, convencerlo de que debía encontrar las monedas y regalos que iban dejando en los balcones.
Compinchados incluso con agentes del orden, docenas de madrileños, detras del "pardillo", inocente forastero, escaleras en ristre, bebiendo, cantando, armando follón..., con derecho a escándalo.
Hasta que el año 1.882, el alcalde de Madrid, José Abascal, santanderino él, dictó un bando municipal por el que todo aquel que quisiera asistir a recibir a los Reyes Magos debería pagar 1 duro (cinco pesetas) de las de entonces, algo prohibitivo para la mayoría de los madrileños, por lo que, prácticamente, el alcalde santanderino, les quitó un día de fiesta, anualmente esperada, a los madrileños.
Los madrileños, entonces, hicieron una jugada maestra, porque no tenía el pueblo de Madrid tradición de celebración de la Nochevieja, aunque sí, y mucha, de la de los Reyes Magos.
Como los aristócratas y burgueses, veraneantes asiduos en París y Biarritz, tenían la costumbre de celebrar la Nochevieja con uvas y champagne, los madrileños, ni cortos ni perezosos, para fastidiarlos y reírse de ellos, ironizando esta costumbre burguesa, se congregaron en la Puerta del Sol y al ritmo de las doce campanadas comían las doce uvas, "las uvas de la felicidad", y como "la hija debía seguir a la madre", el vino debía seguir a las uvas. El gran protagonista, el vino, con las consecuencias que uno puede imaginarse.
Este fue el origen verdadero de las doce uvas en la Puerta del Sol.
En 1.896 ya estaba fuertemente establecida la fiesta anual.
En 1.903 se estableció en Tenerife.
Y en 1.909 es cuando, según la tradición, hubo una excelente cosecha de uva en la comarca alicantina del Valle del Vinalopó y fue tal el excedente de la misma que no tenían dónde guardarla, por lo que, imaginativamente, reforzaron la tradición madrileña de las doce uvas, asegurando que eran "las uvas de la suerte" y que traería amor, salud, dinero, fortuna... a todo aquel que a las 12 de la noche del 31 de Diciembre despidiera el año con las doce uvas, ianugurando, al mismo tiempo, un año de prosperidad.
Y como la fortuna, la riqueza, la prosperidad, viene expresada en el oro, recientemente otro pueblo alicantino, Monforte del Cid, ha comenzado a comercializar las uvas de Vinalopó acompañadas de oro, comestible, que se deshace en la boca, sin adulterar el sabor de las uvas y que, naturalmente, atrae más fortuna que las solas uvas, desnudas. Hay que espolvorearlo por encima y, al tiempo de comerlas, hay que desear "12 deseos de oro".
Total, ¡sólo cuesta 12 euros¡
Ya verán Uds, cómo esta última ocurrencia alicantina va a hacer fortuna (sobre todo a ellos).
Y es que el oro, para egipcios, griegos y romanos, era sumamente beneficioso para la salud y para alargar la vida.
Mientras que para las civilizaciones orientales el oro tenía poderes curativos y sanadores.
Y como las burbujas son manifestación expresa de la felicidad hay que brindar con champagne o, por aquello de arrimar el ascua a su sardina o traer el agua a su molino, se hace con el más popular, barato y patrio cava o, incluso, con el vino espumoso del terruño.
Yo os reto a que intentéis tomar las doce uvas en doce segundos y comprobaréis, en boca propia, que es imposible.
En realidad cada segundo de cada campanada, dura tres segundos y 5 centésimas, en total, 36 segundos y 60 centésimas de segundo.
No sé si recordáis un año, en el que casi toda España se atraganta, porque sólo dieron 17 segundos para las 12 uvas, fue el año 1.997 (yo sí lo recuerdo).
¿Y quién no recuerda la metedura de pata de, la nunca más televisiva, Marisa Naranjo, en 1.990?
Lo que años más tarde le ocurrió, también, a Irma Soriano.
¡Los Reyes Magos causantes indirectos de la Nochevieja¡.
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