TECNOFOBIA Y TECNOFILIA.
“Hoy las ciencias adelantan
que es una barbaridad” –decía la zarzuela.
Pues nada que ver con los
tiempos que corren. Los avances continuos, casi a diario, tanto en ciencia como
en tecnología (y, en concreto, en tecno-biología) hacen que lo que en otros
tiempos era la única evolución, “la evolución biológica” de la especie humana,
muy lenta, por “azar y por necesidad” ajena a los hombres, hoy, con la
“evolución cultural”, los hombres cada vez somos más responsables de nuestra
propia evolución, porque intervenimos, directamente, en ella.
Aplicar las tecnologías al
cuerpo humano, para retocarlo, recomponerlo, mejorarlo, curarlo, prevenirlo,….
no inciden sobre el ser humano, no crean una nueva especie, no eliminan el
carácter del ser humano.
Pero con la evolución
cultural, con la intervención directa de la mano del hombre ¿vamos hacia una
especie humana, a través de la tecnología?
Recordemos que en los últimos
2,2 millones de años, varias especies humanas han aparecido y desaparecido, aproximadamente
cada 200.000 años: Homo rudolphensis, h. habilis, h. erectus, h. ergaster, h.
antecesor, h. heidelbergensis, h, neandertlalensis, y, por último, el h.
sapiens, que lleva 150.000 años de existencia.
Pero los parámetros
naturales, en tiempo, son muy distintos a los parámetros temporales
artificiales.
Un lavado de espermatozoides
puede conseguir, en un momento, lo que, de manera natural tardaría milenios.
Una nueva especie se
caracteriza por la incapacidad de sus miembros de lograr una unión sexual
productiva con organismos de otra especie.
Para Darwin, la generación de
una nueva especie, requiere la adquisición de un cambio genético heredable y de
selección natural. Pero con los desarrollos recientes en tecnología podemos
afirmar que ésta puede lograr seres humanos con mejores condiciones físicas, de
inteligencia, de creatividad, de habilidades, artísticas e, incluso, con mayor
desarrollo moral.
Las tecnologías médicas
pueden restablecer la salud o buscar el mejoramiento o perfeccionamiento de las
condiciones corporales, no ya terapéuticas, sino de “salud positiva”.
Técnicamente podemos
rediseñar la especie humana, a medida que van desarrollándose las
investigaciones genéticas y, lo que no hace tanto era una mera utopía, cada vez
lo es menos.
Las biotecnologías incluyen
la ingeniería genética, tanto somática como germinal, y la producción de
cromosomas artificiales.
La técnica y la tecnología se
han usado para adaptar la especie humana y asegurar la supervivencia evitando,
así, la extinción de la misma.
Las vacunas, la cloración del
agua, las cuarentenas, ….
La evolución tecnocientífica
en interrelación con la evolución cultural plantea problemas éticos (por
confrontación de valores, creencias, normas, principios y derechos) en las
sociedades actuales y debe ser abordado
para su estudio, reflexión y toma de decisiones, multidisciplinarmente,
tanto a nivel individual, como colectivo, nacional e, incluso, global.
No siempre son coincidentes
las perspectivas de las comunidades científicas y las del público en general,
siempre en esa pregunta de sí lo que tecnológicamente puede ser hecho, debe
ser, efectivamente, hecho.
(El caso Belga en el Congo).
Los dos extremos, a favor o
en contra, son: la posición tecnofóbica y la tecnofílica.
1.- LA POSICIÓN TECNOFÓBICA.
Ha estado presente a lo largo
de la historia, tanto desde los mitos antiguos (Ícaro, Prometeo,…) como los
mitos modernos (Fausto, Frankenstein), así como desde las religiones (el mito
de la caída, la torre de Babel,…)
Su base es la afirmación de
que la naturaleza humana es inmutable y inmodificable. Siempre ha sido así y
así debe seguir siendo.
La transgresión de este
límite es algo prohibido, porque equivales a “jugar a ser Dios”, a la “libris”
(desmesura griega), estando condenada, no sólo al fracaso, sino también al
castigo y a desatar catástrofes.
Una pregunta es si la
democracia representativa, la educación y el debate público,… son los
mecanismos para resolver los problemas de investigación y de desarrollo
tecnocientífico o debe quedar en “manos” de las comunidades científicas o ambas
deben estar subordinadas al “valor absoluto de la humanidad”.
Mientras son muchos los que
mantienen esta postura desde el punto de vista religioso, otros la mantienen
desde el punto de vista secular (Fukuyama, Habermas,…).
¿Argumentos?.
1.- Pueden ser
deshumanizantes, al diluir la clara frontera entre hombres y cosas, y hombres y
animales. La llaman tanto “deshumanización mecanicista” como “deshumanización
animalista”, alterando las características típicas que hacen del hombre un ser
único y especial.
2.- Minan la dignidad humana,
tal como la entendemos hoy, desembocando en un posthumanismo, que no es,
necesariamente, una evolución del humanismo, en el que se diluyen los derechos
humanos ante la aparición de especies transgénicas.
3.- Erosionan valores
importantes de los seres humanos, al reducir la libertad de elección.
Habermas defiende el “derecho
a una herencia genética no manipulada”. La manipulación de los genes afecta a
cuestiones de identidad de la especie y la autocomprensión del ser humano como
perteneciente a una especie”, fundamento de la ética de la especie, así como de
leyes y normas morales.
4.- Tiene consecuencias
sociales negativas, pues pueden crear
nuevas brechas entre los seres humanos y
estas desigualdades plantean problemas de justicia, de solidaridad,
responsabilidad, igualdad.
Las mejorías genéticas –para
Habermas- minarían la igualdad moral y la autonomía de los niños mejorados por
la voluntad de sus progenitores
Permiten, incitan, propician
unas ventajas cualitativas, basadas, fundamentalmente, en disponibilidades
económicas.
Igualmente, las expectativas
de vida, capacidades cognitivas por encima de las desviaciones estándar.
2.- POSICIÓN TECNOFÍLICA.
Ya desde el siglo XVIII, con la Ilustración , se
desataron las loas a la tecnología, que permitiría la satisfacción de las
necesidades humanas.
Este humanismo tecnofílico
profesa una confianza optimista en la naturaleza humana y apuesta por el
conocimiento y la técnica para la mejora de las condiciones materiales y
sociales.
Es la ley del progreso, es la
confianza en “sabemos, podemos y queremos”, porque la naturaleza humana no es
perfecta, sino perfectible, aunque no se busca la transformación de la realidad
biofísica (G. Hottois)..
Reconoce este autor que la
cultura tradicional es anacrónica; valió, pero ya no vale, por lo que los
defensores de esta cultura serán tecnófobos.
La nueva cultura es la
cultura de la libertad de experimentación, de información, de crítica, de apertura
a cambios. Conduciría a sociedades abiertas al tiempo y al espacio, capaces de
modificar sus estructuras, de aceptar los cambios, de tener una tendencia
universalista, progresiva.
La vida humana no es
inmutable ni inmodificable. Y, puesto que no existe un orden ontoteleológico
definido, el futuro de los seres humanos dependerá de ellos mismos y de sus
capacidades de intervención sobre el universo (G. Hottois).
Los defensores de la
tecnofilia defienden una visión científica materialista, por lo que sostienen
la maleabilidad de la condición humana, en interacción con el contexto social y
tecnológico, aceptando unos límites borrosos con otros seres vivientes.
¿Argumentos?
1.- Es legítimo y deseable
mejorar el bienestar, las capacidades y oportunidades de los seres humanos.
Ello puede conseguirse con la tecnología: “información útil instrumentalmente y
transmisible culturalmente (lenguaje, procesos, técnicas, sociedades,
máquinas,…).
Consideran un “imperativo
ético” mejorar la evolución a través de la ingeniería genética, la medicina
regenerativa, los fármacos, las tecnologías de reproducción asistida, las
nanotecnologías,… si con ello logramos individuos más sanos, más inteligentes,
más cpacitados,….
Es legítimo que los seres
humanos aspiremos a mejorar (cosa que, por otra parte, ya está haciéndose, con
la educación, los fármacos, el dopaje en el deporte.
Estudiando las condiciones
éticas, abogan por el uso de las intervenciones genéticas que sean
razonablemente seguras, que se realicen según los intereses de las personas,
que aumenten las oportunidades de una vida mejor, que no causen daños a otros,
que no coloquen al individuo mejorado en ventaja competitiva frente a los
demás, que no refuercen desigualdades injustas o discriminaciones,….
2.- Al ser la curiosidad una
característica humana, se debe proteger el derecho a la libertad, a la
autonomía y a la investigación.
Aunque estamos, como todos
los animales, restringidos por la biología, la capacidad de desear e imaginar
que podemos ser mejores y superarnos a nosotros mismos, haciéndose responsables
de las acciones y omisiones.
COROLARIO
La dignidad humana no se
siente afectada por las intervenciones tecnológicas, incluso es defendible una
“dignidad posthumana”
Este “transhumanismo”,
movimiento reciente aun mal definido, es fruto del humanismo secular y de la Ilustración , que
propone integrar el proceso tecnológico con la defensa de los derechos humanos,
defendiendo las tecnologías de perfeccionamiento a discreción individual y de los padres con respecto a sus
hijos.
Como la naturaleza humana no
es perfecta, muchas veces es conveniente intervenir sobre ella, contra
enfermedades, envejecimiento, sufrimiento, agresiones,…
La decisión no debe provenir
impuesta desde arriba, verticalmente, sino defender la libertad individual de
elección, tras una buena información y decisión.
Como, por ejemplo, con la
cirugía de reasignación de sexo, aún no totalmente asumida por la mentalidad
occidental (cuanto menos por otras culturas).
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