A partir del 1.939 se
derogaron las leyes civiles que habían sido reformadas durante la República , aboliendo el
matrimonio civil, el divorcio, el uso de métodos anticonceptivos y el aborto. Y
se penaban delitos como el adulterio o el amancebamiento.
Se hace hincapié en la
importancia de la familia como sociedad natural y perfecta, en su tradición
cristiana, con la madre como protagonista e intentando alejar a la mujer del
mundo laboral.
El Fuero del Trabajo, 1.938,
declara que “el Estado prohibirá el trabajo nocturno de las mujeres, regulará
el trabajo a domicilio y liberará a la mujer casada del taller y de las
fábricas”
La mujer cobrará, por el
mismo trabajo, menos que el varón y se le prohibirá alcanzar los puestos de
Abogada del Estado, Agente de cambio y bolsa, Diplomática, Jueza, Técnica de
aduanas, Inspectora técnica de trabajo, Registradora de la propiedad,
Notaria,..
Las mayores oportunidades
para la mujer era el Magisterio (una de las peor pagadas) y la Enfermería.
A partir del 1.942 se dispuso
que las mujeres, al casarse, debían abandonar su puesto de trabajo.
Y es que, el vacío
demográfico que dejó la guerra, debía ser llenado por un incremento de la
natalidad, bendecido tanto por la
Iglesia como por el Estado.
La autarquía impuesta por
Franco causó un trabajo poco dinámico, lo que exigía disminuir la población
activa para no crear más paro.
Había, pues, que alejar a la
mujer del mundo laboral para una mejora de la tasa de natalidad, instaurándose
premios de natalidad, ayudas a las familias numerosas,…
Hasta los años 60, con el
desarrollismo, en que volvió a necesitarse mano de obra femenina.
Manteniendo la obsesión de la
mujer como madre, formándola para sacarla de la ignorancia y evitar, así, la
mortalidad infantil al tiempo que educan a sus hijos, transmitiéndoles los
valores del Régimen, dictados por los varones.
Naturalmente, ya en 1.939,
quedaron suprimidas las Escuelas Mixtas y, desde el 1.941, sería obligatoria
una serie de asignaturas de educación política, religiosa, enseñanzas del
hogar,…englobadas en el nombre de “Hogar” y que era imprescindible para obtener
el título de Bachiller, para las oposiciones a Maestra del Estado,…
También los Coros y Danzas,
las Bibliotecas, los Campamentos de verano, conferencias, charlas, el Servicio
Social.
¿Quién no recuerda la
contraprogramación de “El día del Trabajo” con toros y los bailes de la Sección Femenina en el césped
del Bernabeu?
En 1.958 se reforma el Código
Civil en el que se aprueba el derecho a la patria potestad de los hijos para
las viudas que vuelvan a casarse y el derecho de las mujeres a ser testigos en
los juicios, pero no se cambia la norma de obediencia de la mujer al marido, ni
la obligatoriedad de seguirle a donde él quiera fijar su residencia, ni el
hecho de que el marido es el único representante legal de su mujer.
Igualmente hubo que cambiar
algunos artículos de la legislación laboral al ser necesaria la mano de obra
femenina para cubrir los nuevos puestos de trabajo.
Pero, de ninguna manera hacer
de la mujer y del varón dos seres iguales, la mujer seguía siendo considerada
“el vaso más flaco para facilitar la vida de la familia”.
En 1.962 ya se permitió que
la mujer casada pudiera acceder al trabajo, en 1.966 se permitía el acceso de
las mujeres a la carrera judicial, en 1967 se le reconoce a la mujer el derecho
a igual salario por igual trabajo, que al varón (lo aún no conseguido al día de
hoy) y en 1.970 permitía a las mujeres mantener su puesto de trabajo al
casarse.
Pero siempre presente la
consideración de que el papel fundamental de la mujer no soltera es ser esposa
y madre.
Sólo tras la muerte de
Franco, y en la nueva Constitución de 1.978, se reconocerá la igualdad ante la
ley sin discriminación en razón de sexo, raza, religión,…
Y habrá que esperar, aún más,
para recuperar derechos que ya estuvieron vigentes durante la República , como la Ley del Divorcio (1.981), la
legalización del aborto, en ciertos supuestos (1.986).
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