NACÍ EN EL 44.
O sea, que todo lo que narro
no me lo han contado ni lo he leído, lo he vivido. En primera persona, como
niño, adolescente o joven y en segunda persona, en mis hermanas y en mi madre.
En ese pueblecito castellano.
Con un cura que se había quedado aparcado en el Concilio de Trento, con un
Secretario del Ayuntamiento, auténtico comisario político, fiel guardián de las
esencias del franquismo (él, que había sido republicano y al que le faltó
tiempo para cambiar del color rojo de su camisa por el azul, con el yugo y las
flechas, en rojo, en la pechera), y con aquellos alcaldes títeres, que estaban
allí, pero que estaban de más, como piedras en el camino.
Todavía recuerdo cuando, los
domingos por la mañana, los chiquillos acudíamos a la era para ver cómo, en
formación, nuestros padres, hacían ejercicios de instrucción (uno-dos, uno dos,
uno-dos,…¡alto¡ ¡ya¡, firmes, media vuelta….) siguiendo el pitido y la voz del
hijo del Secretario.
Y no digo nada del pasar
lista el cura de los asistentes a la misa de los domingos o de la obligación de
“confesar y comulgar al menos una vez al año, por Pascua florida” y yo, como
monaguillo, firmando células de cumplimiento de dicha obligación que podían ser
exigidas por cualquier organismo estatal.
UN POCO DE HISTORIA
En los tres regímenes
totalitarios imperantes en Europa se exaltan los roles tradicionales de la
mujer en su papel de esposa y madre, restringiéndola al ámbito de lo privado,
mientras que la vida pública queda, exclusivamente, en manos de los varones.
En España aún más, tanto por
la mucha duración de Franco y del franquismo como por la fuerza de la Iglesia tradicional, ya
desde el comienzo de “la cruzada contra el marxismo, el ateísmo,…” y siempre a
remolque de la nueva Europa, tras la caída del nazismo y del fascismo.
En España, el fascismo
comenzó antes de la guerra civil, en 1.931, cuando Ramiro Ledesma Ramos funda
el semanario “La conquista del Estado” de clara inclinación fascista y, ya en
noviembre, junto con Onésimo Redondo, fundan las JONS (Juntas de Ofensiva
Nacional Sindicalista) en las que muestran su admiración, y adhesión, por
Hitler y Mussolini.
En 1933, José Antonio Primo
de Rivera funda la Falange Española ,
una especie de transcripción del fascismo italiano.
En 1.934 se unen ambas
organizaciones y, en Valladolid, se presenta oficialmente La Falange Española y de las JONS.
La doctrina de la Falange es el “nacionalsindicalismo”,
doctrina basada en los principios del totalitarismo estatal y de la
participación política mediante la denominada “democracia orgánica”, que se
ejerce a través de la familia, el municipio y el sindicato.
José Antonio, como todo
varón, con su paradigma machista-paternalista en esos tiempos, fuera del ámbito
republicano, habla poco de las mujeres.
“No somos feministas. No
entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su
magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. A mí siempre me ha dado
tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada, en
una rivalidad donde lleva, en la morbosa complacencia de los competidores
masculinos, todas las de perder. El verdadero feminismo no debiera consistir en
querer para las mujeres funciones que hoy se estiman superiores, sino en rodear
cada vez de mayor dignidad humana y social a las funciones femeninas”
O sea, “los niños con los
niños, y a sus cosas, y las niñas con las niñas, y a las suyas”
Cuando le preguntaron por el
papel de las mujeres en el Parlamento, republicano, esta fue su respuesta: “las
mujeres no harán más que redoblar con su voto el voto masculino, con sus
defectos, no teniendo, por tanto, el de ellas trascendencia alguna en el futuro
de España. Serán dos donde antes fuera uno, si Ud. lo prefiere”.
Yo siempre he defendido a la
malagueña Victoria Kent, frente a la madrileña Clara Campoamor.
La mujer votaría lo que le
mandara su marido, su cura o su amo, por lo tanto era un voto fraudulento, por
ser un voto cautivo. Hasta que la mujer no tuviera formación no debería ejercer
su voto, un voto comprado, un voto cautivo.
Lo contrario de lo que
afirmaba Clara Campoamor, defensora del voto femenino universal, ya.
Y ya en 1937, en plena guerra
civil, se unirá otra organización, la carlista o Comunión Tradicionalista, y
así surge la Falange Española
Tradicionalista (FET) y de las JONS, adheridos al Movimiento, que constituirían
la doctrina del franquismo, porque Franco, si hablamos de ideas políticas, poco
o nada.
Al terminar la Guerra Civil en España existe
un notable retroceso, respecto a la República , en todos los niveles y, en lo que aquí
nos importa, respecto a la mujer.
José Antonio, a
regañadientes, en 1.934 había constituido la Sección Femenina de las JONS,
cuya jefa sería Pilar Primo de Rivera.
El modelo de mujer será el
mismo que el de los regímenes totalitarios de la época y en 1.942, en el
Congreso Internacional de las Juventudes Europeas, celebrado en Viena, forma el
trío, junto a las mujeres nazis de Hitler y a las fascistas de Mussolini, para
reorientar a las mujeres hacia el hogar.
Lo que enlaza, también, con
la tradición católica más conservadora.
Y, así, junto a la
maternidad, se ensalza la feminidad, entendida como fragilidad, sumisión y
espíritu de sacrificio, lejos de su capacidad intelectual, creativa y crítica,
típicas características del varón.
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