lunes, 21 de marzo de 2016

HISTORIA DE LAS MUJERES (2)

Después de la desilusión de cómo se trata a la mujer en la mi queridísima Atenas democrática, con mis queridísimos Sócrates, Platón y Aristóteles.
        Tras mi decepción del papel de la mujer en el mundo romano.
         Tras el bochorno de contemplar a la mujer medieval y el escándalo del lugar asignado a la mujer a lo largo de casi todo el Cristianismo; (concepción procedente de un San Agustín , (parece mentira, Aurelio Agustín, ¿Quién te ha visto y quién te ve?, ¿Cómo has sido capaz de echar de casa a tu  amantísima y enamorada Floria Emilia, quedándote, además con el hijo, fruto de vuestro amor durante tantos años?), o de San Jerónimo, con el mito del Paraíso ( mujer engañada (por torpe) y luego engañadora, (por mala) y el mito del pecado original, ella la perversa, la tentadora, la peligrosa, la culpable de que tengamos que trabajar para poder comer, culpable del dolor, del sufrimiento, de la muerte).
        Tras el no tan femenino papel de la mujer en tiempos del Renacimiento y de  la Diosa Razón (Los Derechos del hombre (léase varón) y ciudadano (no ciudadana).

        Tras todo eso, me encuentro con un paréntesis maravilloso, pero un paréntesis muy cortito, que es la consideración de la mujer en tiempos de Jesús, el galileo, el nazareno, el Cristo y en tiempos del primer Pablo.

        Toda la historia de las mujeres, antes y después de ese corto paréntesis, es la “Historia de un encierro”.

        Leo en un blog un chiste muy malo, un chiste machista, del que pido perdón por anticipado.
        “Un hombre, que va montado en su coche y que atropella a una mujer en un paso de peatones, con el semáforo en rojo para el conductor y  verde para el peatón.
        ¿Quién es el culpable del atropello?, Cuatro posibles respuestas, como los tests del teórico del carnet de conducir, ¿la Dirección General de Tráfico, El Concejal encargado de la circulación, el coche o el conductor?.
        Pues no. El culpable es LA MUJER, por no estar en la cocina, que es donde debería haber  estado”.

        Pedí perdón por anticipado y lo pido por retrasado. Pero me viene al pelo para lo que quiero decir. La Historia de la mujer es la historia de un ser encerrado”.

        “La mujer en casa y con la pata quebrada”.
        “La mujer y la sartén en la cocina están bien”
        O “que no salga la mujer a la calle sin permiso del varón” como nos dijo el cura el día que nos casamos, al leer un texto de la Biblia.

        Supongo que a ninguno de Uds. le ha extrañado esto que he dicho.

        La mujer siempre ha estado encerrada: En el CONVENTO, en la CASA, en la CÁRCEL, en la FAJA o en el CORSÉ, o en el CINTURÓN DE CASTIDAD.

        La mujer ya sea virgen (monja), esposa-madre, bruja, o presumida o sin su señor cerca. Siempre encerrada, siempre presa.



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