¡LA PERSPECTIVA ES LA PERSPECTIVA !
¡Hay que ver lo que es la perspectiva! Todas valen, pero no todas valen igual. Hay perspectivas mejores, las hay peores y las hay excepcionales. Yo suelo habitar en
Sobre la historia tengo mi
visión y doy mi versión, que, sin duda, no es la más verídica (aunque no sea
falsa).
¡La perspectiva es la
perspectiva!
Es curioso que, hasta ahora,
los que más y mejor (¿) han escrito sobre la guerra civil española, eran no
españoles. “Eran”, porque hoy tenemos historiadores españoles que en nada
desmerecen a los no españoles. Pero el “chovinismo” autonómico contrasta con el
“antichovinismo” español. Sigue funcionando y parece estar instalado en el
“imaginarium” español.
Porque, (ya se sabe), la
visión y versión de los vencidos-republicanos en nada coincide con la visión y
versión de los vencedores-franquistas, a los que, no sé por qué, se llaman/los
llaman “nacionales”. ¡Como si no fueran igual o más “nacionales” los legítimos
republicanos¡
Historiadores franceses,
ingleses, norteamericanos,… , no implicados, pero republicanos, monárquicos de
toda la vida, demócratas. Esa es su carga ideológica desde la que se acercan a
la guerra civil española, en la que un golpe de estado intenta y consigue
derribar a la república.
Paul Preston, de Liverpoool,
catedrático de la London
School of Economics, publicó “El holocausto español. Odio y
exterminio de la guerra civil y después” (el término holocausto -aunque suena
al holocausto judío a manos de los nazis- es una palabra más polivalente y
ambigua que el término “genocidio”). Ya antes había publicado “La destrucción
de la democracia en España”, “La guerra civil española”, “Franco, caudillo de
España”, “Idealistas bajo las balas”, “Juan Carlos I, el rey de un pueblo”.
En “El holocausto español….”
Dice que “quiere ser objetivo”, pero sobre la quema de conventos, no descarta
la existencia “de elementos provocadores de la derecha”, y a Calvo Sotelo lo
mató, por casualidad, “uno de los guardias de asalto”. Una sospecha es algo
subjetivo, no objetividad.
No seré yo quien diga algo
bueno de Queipo de Llano y sus bravuconadas, por la radio, con un lenguaje
sexual soez, paleolítico, primitivo, llamando “mariquitas” a los republicanos y
“sementales-garañones” a los suyos, como si la hombría y la altura de espíritu
estuvieran ubicadas bajo los calzoncillos.
Pero sí creo que junto a José
Cazorla y Segundo Serrano Poncela estuvo Santiago Carrillo en las matanzas de
Paracuellos del Jarama (donde fueron asesinados entre 2.200 y 2.500 fusilados)
y Torrejón de Ardoz, siendo un partidario-defensor de la bolchevización del
P.S.O.E. Y fueron muchos los ejecutados, a pesar de su juventud).
Se dice que la Historia se reconstruye sobre
documentos escritos. Pero es que éstos también son escritos por “interesados”,
vencedores o vencidos, que, mientras unos ven el bélico acontecimiento como una
cruzada para salvar a España del ateísmo comunista, al que iba encaminada la República , los otros lo
ven como un golpe militar, seguido de un golpe de estado, en toda regla.
Se puede escribir historia
sobre unos documentos o sobre los otros. ¿Cuáles son más de fiar? ¿Con cuáles
trabaja P. Preston?. ¿Puede ser objetiva su “historia”, aunque ese sea su
objetivo?
Además los que hicieron la
guerra, en primera fila, como mi padre, que le pusieron un fusil en las manos
el 18 de Julio y no lo soltó hasta el 1 de Abril, ya en los Pirineos de Lérida
“expulsando de España a los comunistas” (eso es lo que le decían los mandos
militares), tras haber estado en Extremadura, en Madrid, en Zaragoza
(“durmiendo con el agua y el barro hasta las rodillas en las barricadas, donde
más de un compañero amanecía muerto y, para quitar el frío del cuerpo nos
hacían tomar, al amanecer, “matarratas”, (que debía de ser un alcohol casi
puro), en Tarragona (donde tuvo una “novia de guerra”, llamada Juanita).
La visión que mi padre,
protagonista, tenía de la guerra y la versión que él me daba en aquellas
madrugadas cuando íbamos, en verano, a acarrear, era una visión y una versión
auténtica, pero muy alicorta, muy limitada.
Es como si alguien quisiera
inspeccionar/evaluar/describir un piso, encerrado en el cuarto de baño (que
también forma parte del piso) pero la perspectiva que del piso pueda tener,
desde allí, no es la mejor). El que una visión sea verdadera no implica que sea
ni toda ni la mejor visión. Los de adentro y los de afuera las cuentan desde
sus perspectivas. Creemos, pues, que la perspectiva de los de afuera (historiadores
no españoles) debe ser más imparcial y más desinteresada.
Pero una guerra civil es un
acontecimiento social, humano, vivido/sufrido, (la “Desbandá”, malagueña, con
la muerte en los talones y sobre la cabeza, respirándose en el ambiente, por la Carretera de Almería) no
es un edificio estático. O “Málaga en llamas” de la norteamericana Gamel
Woolsey, esposa de Gerald Brenan, desde Churriana.
Pero los de afuera no se
enfrentan al acontecimiento bélico español vírgenes, sino que vienen cargados
con unos pre-juicios desde los que manejan unos documentos u otros, para
paliarlos y matizarlos, para negarlos, para exagerarlos,….
No seré yo quien reste
méritos a hispanistas como Michael Richard (en su “Tiempo de Silencio”) o a H.
Southworth, o a Ian Gibson. Quizá ya no es tan admirado Hugh Thomas. Aunque
haya disfrutado, en otros tiempos, con D. Jorgito, el Inglés (Borrow) y con
Washington Irving.
Paul Preston es un inglés,
monárquico, parlamentario de toda la vida, que ve la guerra civil española
desde la perspectiva republicana. Como Pierre Vilar es un republicano francés,
cuyo país está dando asilo y acogida a todos los republicanos huidos de las
tropas franquistas.
Las perspectivas del gallego
Santos Juliá o de Gonzalo Fernández de la Mora , en nada se parecen a la de Ángel Viñas, al
que yo leía con entusiasmo en mis tiempos mozos.
Pero tenemos, ahora mismo una
pléyade de historiadores españoles, profesionales, dignos de ser leídos y
estudiados. Desde el más antiguo Tuñón de Lara, Julio Aróstegui, Rafael
Abella,… hasta los más cercanos, desde Haro Tecglen a Javier Tusell, desde
García de Cortázar hasta el extraordinario Ricardo Miralles, los excelentes
Javier Cervera y Gabriel Cardona, Francisco Moreno, Luis Romero, Pedro
Montoliu, Blanco Escolá. (Omito a los autodenominados historiadores, desde
Ricardo de la Cierva
hasta Pío Moa, César Vidal, Federico Jiménez Losantos (el batallón franquista)
que dicen hacer historia, también, sobre textos escritos).
¿Hubo más o menos “limpieza”
en territorio nacional a manos de los republicanos (anarquistas, comunistas,
socialistas) que en territorio republicano a manos de los nacionales “DURANTE
EL ACONTECIMIENTO BÉLICO”?.
El “Y después”, del subtítulo
de la obra, vence el platillo de la balanza. Porque no hubo un “después”
republicano, a no ser esporádico (“los maquis”) o desde el exilio.
Una cosa hay cierta. Es que
el territorio iba, poco a poco, pasando de manos republicanas a manos
franquistas, y no al revés. La represión física, en ese “después” es
lógicamente franquista, (aunque sea absolutamente inmoral).
Los franquistas la hicieron,
los republicanos “no pudieron”. El “después” sólo le corresponde a un bando.
Pero está instalado en el imaginario español una “superioridad moral de las
izquierdas” sobre las derechas (a las que no seré yo quien las considere
“superiores”).
Además, yo no considero a
Franco con una capacidad y categoría intelectual suficiente (como la de un
Mussolini o un Hitler) para liderar un “fascismo” español.
Mi conocimiento de las cosas
es la suma de dos sumandos: el sumando subjetivo (lo que yo pongo) y el sumando
objetivo (en este caso, el documento escrito). Manejar documentos escritos
distintos y ser distinto (republicano o franquista, religioso o ateo, demócrata
o no, docto o indocto,….) da una suma total distinta.
El País y Público no son el
ABC, como la SER
y Radio Nacional no son Onda Cero ni Punto-Radio, como La 1ª de TVE y la Sexta no es Antena 3.
Dime qué lees, qué oyes, qué
ves y te diré cual es tu visión/versión de la España Actual.
P.D. A España llegaron los
viajeros románticos y, desde su “alta cultura coronada”, recorrieron nuestros
pueblos y chocando con nuestro “atavismo”, nuestro “atraso”,… nos dejaron unos
documentos que hemos declarado “sacrosantos” y los veneramos como
“radiografías” exactas de nuestra pobre realidad, cuando el contraste queda
difuminado y la exageración es más que posible (ya he citado más arriba a
Borrow, a W. Irving...)
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