Le tocó el bote de la primitiva, la primitiva, el gordo y el
euro millón. Muchos millones. En Euros.
Compró todo lo que quiso y
más. Se vio rodeado de cosas. De muchas cosas. Todas sus frustraciones del
tener se vieron sobradamente satisfechas. Le sobraba dinero. No sabía qué hacer
con él.
Nunca nadie poseyó tantas cosas pero nunca nadie se sintió
tan solo. No es que tuviera soledad, es que era un solitario.
Pensó, pues, que ahora
necesitaba amar y ser amado y, también, necesitaba la Verdad.
Se puso manos a la obra. Buscó el amor. Algo al alcance de
cualquier pobre pero que era incapaz de conseguir este nuevo rico.
Acostumbrado a habitar en la peana, era incapaz de dialogar.
Y el amor, ayuno de diálogo, desde la verticalidad, a lo más que puede llegar
es a confundirse con el sexo. Con dinero sólo puede comprarse sexo.
La amistad, el compañerismo, el afecto, la ternura, la
querencia, el cariño, la simpatía, el AMOR, no sabe nada de dineros. “Con
dinero y sin dinero…” seguía siendo un solitario. Renunció, tuvo que renunciar, a lo que nunca había disfrutado,
por desconocerlo. Renunció a las
personas y se automutiló como persona.
Paseaba, solitario, por la ciudad. Miraba escaparates por el
simple placer de decirse a sí mismo: “ya lo tengo”, “ya lo tengo”, “ya lo
tengo”…. Masturbación interna viaria. Tiendas y más tiendas.
Pero chocó con un viejo, pequeño y sucio escaparate. Oscuro.
Con unos visillos medio descolgados. Se frenó en seco. Levantó la vista y en la
marquesina nada había escrito. Aplastó su nariz sobre el cristal. Sobre un
atril, al fondo, había un cartel, escrito a mano y con trazos inarmónicos.
“Tienda de la verdad”.
TIENDA DE LA VERDAD.
Se pellizcó para comprobar y convencerse de que no era un
sueño. No despertó. Estaba despierto. Era verdad. Allí ponía: “TIENDA DE LA VERDAD ”.
Nunca imaginó que la Verdad pudiera venderse y comprarse.
(Recreo y amplío un texto de Anthony De Mello, con este
mismo título)
Lo que nunca había tenido, ahora podía adquirirlo. Comercio
de la verdad. Vender verdad-comprar verdad. Y él tenía dinero.
Apretó el timbre, cubierto de polvo. Una señorita abrió la
puerta y, amablemente, lo invitó a entrar. Dio una ojeada a su alrededor. Era
un distribuidor con varios mostradores. Detrás de cada uno, un señor de aspecto
no muy serio. La señorita requirió su atención.
-¿Qué desea el señor?
- ¿Es verdad lo que pone en el letrero? ¿Venden Uds. Verdad?
- Sí, señor. Vendemos Verdades.
- ¿Cómo, Verdades? ¿Es que existen muchas Verdades?
-Por supuesto, señor. ¿Ve Ud. este mostrador? En éste se
vende la Verdad
parcial, en ese la Verdad
relativa, en aquel la Verdad
estadística, en aquel otro de allí la verdad…
- No. Señorita. Yo voy buscando una Verdad más sólida, una
Verdad más fuerte.
- Entonces le acompaño, sígame.
Pasaron por un estrecho pasadizo, en penumbra, con las
paredes desnudas y vírgenes de mano humana. Desembocaron en otro distribuidor.
Vio varios mostradores. Tras cada uno de ellos un varón de aspecto grave, serio
pero alegre, atento. Sobre cada uno de los mostradores un letrero distinto.
VERDAD MORAL. VERDAD ARTISTICA. VERDAD MATERIAL, VERDAD
FORMAL, VERDAD ONTOLÓGICA.
- Cada uno de ellos le irá explicando la verdad que vende y
que Ud. podrá adquirir, - le indicó la señorita que, amablemente, se retiró y
volvió a la puerta de entrada de la tienda.
- Mire. Aquí se vende la VER 5DAD MORAL.
- Explíquemela, por favor. Muéstreme sus caracteres, intente
venderme su producto.
- La verdad, señor, es que la Verdad Moral está en
su interior. Sólo UD, es testigo de ella. Cuando alguien llama a otro
“mentiroso”, seguramente no sabe lo que está diciendo, no está usando bien el
lenguaje.
Siempre se dijo que era un pecado. Quizá sólo sea una
impostura, un tapón, un impedimento para la confianza, para la convivencia.
Hay que hacer muchos equilibrios con la Verdad Moral.
Aunque Ud. quisiera adquirirla, ni yo podría vendérsela ni
Ud. podría comprarla. Es gratis. Viene incluida en la conciencia de cada uno.
¿Ha practicado Ud. la
Verdad Moral o ha mentido, más de una vez, en su vida?
El nuevo hombre rico se quedó pensando, sin responder (no
siendo que mintiera). Dudó y dudó. Dio un paso atrás, sin decir nada. Y se
dirigió al siguiente mostrador.
“VERDAD MATERIAL” anunciaba
el cartel del nuevo mostrador.
-
“Hola, Sr. Verá
Ud. Aquí vendemos la
Verdad Científica. Es la Verdad de la que Ud, seguramente, sabe algo y ha
oído hablar, y más hoy día.
Si Ud. hubiera afirmado que el mostrador era metálico y redondo,
sería una Falsedad. No Mentira, sino Falsedad.
Cuando se afirmaba que la tierra era el centro de la tierra
no era mentira, era Falso. La tierra no está en el centro del universo.
Coincidencia entre el pensar y el ser. “Adaequatio
intentionalis intellectus et rei” -
decían los antiguos.
Como Ud. comprobará la Historia de la humanidad es la historia de las
falsedades más que de las verdades, porque éstas están constantemente
convirtiendo en falsedades las hasta entonces consideradas verdades. Nuestras
verdades científicas actuales –téngalo Ud. por seguro- serán superadas,
depuradas, corregidas, sobrepasadas por descubrimientos posteriores.
Aunque Ud. quisiera comprar esta verdad yo no podría
vendérsela, porque aún no la tengo. Ni yo ni nadie. Sólo puedo indicarle el
camino, el método, el meta-odos, para ir acercándose a ella. Pero ese camino
–debe Ud. saberlo- es interminable. Tiene dirección, pero no existe la meta.
Ésta siempre está algo más allá de donde Ud. haya llegado. Del mundo Macro, del
Universo, apenas conocemos algo. A diario estamos descubriendo más y más y más.
Y del mundo Micro, ¿Qué quiere que le diga?. Ahora andamos liados con el mapa
genético, con la materia negra, con la Teoría cuántica, con los agujeros negros…. Además
del cambio climático, de la capa de ozono… Esto no tiene fin. Le puedo asegurar
que si Ud. opta por la
Verdad Científica , corra lo que corra, morirá corriendo, pero
nunca en la meta. La meta no existe. Sólo el camino.
El nuevo hombre rico se desilusionó un tanto. ¡Vaya panorama
el que se le presentaba!
Se dirigió al mostrador de la Esquina. VERDAD
ARTÍSTICA. Se acercó tímidamente. Con un gestó preguntó al dependiente qué era
esa cosa llamada “VERDAD ARTÍSTICA”.
El dependiente, agachándose bajo el mostrador, sacó dos pinturas,
dos cuadros exactamente iguales y los puso sobre el mostrador. Los firmaba un
tal Picasso.
-
¿Qué ve Ud.
Señor? – preguntó muy educadamente el dependiente.
-
Dos pinturas de
un tal Picasso.
-
Fíjese Ud. Bien,
por favor.
El nuevo hombre rico miró y miró; las remiró, muy
detenidamente. Pero las veía exactamente iguales.
-
Son iguales –
respondió, extrañado por la insistencia del dependiente.
-
Parecen iguales,
Sr. Pero no lo son uno es una copia, una imitación, un plagio, una
suplantación. Uno de estos Picassos no es un Picasso.
-
Los veo iguales.
O ambos son originales o ambos son copias. Son exactamente iguales.
-
Eso es lo que
parece, ¿Verdad? Pero no lo es. Éste de la derecha es una copia realizada por
un extranjero residente en Mallorca que copia e imita maravillosamente bien. Es
un buen imitador, pero no es un creador. Copia belleza, no la crea original. La
verdad artística es la verdad creada, no la recreada. No que ésta sea fea y no
sea belleza. No es la belleza primera, la original, la auténtica, la primigenia,
la que salió de la mente del artista. Una imitación de un Picasso no es un
Picasso. La mayoría de los artistas, sean arquitectos, escultores, pintores,
poetas, novelistas,….. son grandes imitadores pero no creadores, son ejecutores
de lo por otros descubierto. Los genios son los rompedores, los que hacen que
lo que antes no existía ahora exista. Suelen ser genios a los que la intuición,
la luz, los pilla siempre trabajando. Suelen ser raros porque buscan donde
nadie cree haya algo y buscan lo que otros dicen que eso es imposible “y,
además no puede ser”. A veces son encerrados por locos. Son anormales, aunque
por exceso, Se salen de la norma. Ésta les viene pequeña. Para que Ud. me
comprenda, es lo que me comunicaba, hace años, en un pueblo de Córdoba, en La Rambla , una gran ceramista
llamada Caty Alcaide: “En este pueblo, Tomás, hay muchos industriales, que se
están enriqueciendo, hay varios artesanos, dignos de elogio, pero sólo somos
dos creadores, que malvivimos, por incomprendidos”. El artista, Sr., como lo
que hace es adelantar las líneas de por dónde va a ir el futuro, los del
presente no lo comprenden, lo obvian, se resisten, se ríen, lo desprecian. No
es fácil ser “anormal” (aunque sea por exceso), en una comunidad de “normales”.
Cuando la mediocridad es la norma los extremos no encajan.
Nosotros, Sr. Le podemos vender el camino, pero no la meta.
Los descubrimientos tendrá que ser Ud, quien los “descubra”, creándolos. Es una
dura tarea.
El nuevo hombre rico quedó como una mezcla entre agobiado,
abrumado y oprimido. Movía la cabeza de un lado para otro, como diciendo, para
sus adentros: “joder con los artistas, vaya vida perra que llevan o les espera”.
Miró al otro extremo y observó el último mostrador. Raro
mostrador. Una pizarra, a su espalda, llena de fórmulas, con números y letras y
que no entendía. “VERDAD FORMAL”, rezaba en el rótulo, encima de la pizarra. Un
señor con el pelo blanco, largo y alborotado. Alguien parecido al Einstein ya
mayor, lo invitó a sentarse. Se sentó.
-
Muy buenas tardes
tenga Ud. Señor. No se asuste de lo que ve en la pizarra. Aquí tenemos la Verdad Formal. Es
una Verdad que Ud. conoce muy bien.
-
Yo no sé qué es la Verdad Formal – dijo
el nuevo hombre rico.
-
Ud. ha
practicado, muchas veces, la
Verdad Formal.
-
¿yo?
-
Veamos. ¿Ve Ud,
este cajón? Si Ud. tuviese diez millones de euros y metiese en este cajón la
mitad. ¿Cuántos millones habría en el cajón y cuántos tendría Ud?
-
Naturalmente
cinco millones cada uno.
-
Y si de sus cinco
millones metiese la mitad en el cajón, ¿cómo quedaría la cosa?
-
En el cajón habrá
siete millones y medio y yo tendría dos millones y medios.
-
Pero, como Ud.
puede ver, en el cajón no hay nada, todo lo tiene Ud. Esto es la matemática, un
juego de cantidades. La matemática no roza las cosas, no maneja cosas, no trata
de la realidad, sólo juega con cantidades. ¿Qué pasaría si…. y luego si…?No
afirma que eso ocurra, sólo dice lo que pasaría si se dieran esto y esto y
esto. No que se dé.
“Si yo me llamo Tomás entonces mi nombre
empieza por “T”. Es así que yo me llamo Tomás; luego…..” ¿qué conclusión
sacaría Ud?.
-
Pues que “su
nombre empieza por “T”.
-
Pero ¿y si “mi
nombre empieza por “T”?.
-
“Luego Ud. se
llama Tomás”.
-
¿Y si me llamase
Timoteo o Teodoro o Tadeo? Ha cometido Ud, un error muy corriente, denominado
“afirmación de consecuente”, ha aplicado Ud. una regla inválida. Estamos
hablando de la LÓGICA ,
que, junto a la Matemática ,
son las dos Ciencias Formales. Tratan de “formas” o “fórmulas” no de
contenidos. No tratan de nada en concreto porque sólo tratan de moldes que
pueden ser rellenados con lo que Ud. quiera. Si decimos que 4x5 son 20, 4
pueden ser jirafas y 5 niños, y SI tenemos 4 jirafas y SI en cada jirafa hay
montados 5 niños, entonces tendríamos 20 niños. Pero 4 pueden ser coches,
sacos, pisos, monederos,…lo que Ud. quiera y 5 pueden ser ministros, tiendas,
árboles, maestros, piedras, y entonces tendríamos…. El Matemático y el Lógico
sólo afirman lo que habría si hubiese, no que haya. Ellos son ajenos a la
realidad, no la manejan. “La naturaleza está escrita en lenguaje matemático,
así que el que no sepa matemática no se va a enterar de nada” –había dicho hace
varios siglos un genio. Quítele Ud. los números y las letras (las fórmulas) a la Física , a la Química , a la Biología , a la Economía , a la Astronomía … y se quedan
ciegas, sordas, cojas. No pueden caminar. No pueden moverse. Las Ciencias
Formales son el armazón de las Ciencias Materiales.
¿Se imagina Ud. un triángulo con cinco ángulos y ocho lados? Es absurdo.
Lo opuesto a la Verdad Formal es la Contradicción , el Absurdo.
¿Qué
me dice Ud.?
El nuevo hombre rico estaba anonadado, se sentía abatido,
casi casi humillado. Había entrado en aquella tienda con toda la ilusión del
mundo y no había hombre en el mundo más desilusionado.
Miró con “cara de perro apaleado” a aquel señor de pelo tan
singular. Medio sonrió. Se dio la vuelta. Hizo ademán de marcharse.
- No se marche Ud, todavía Sr. Aún quedan dos mostradores.
Quizá le interese alguna de esas Verdades.
En un mostrador medio escondido podía leerse: VERDAD
ONTOLÓGICA.
-
Acérquese Ud.
¿Podía decirme qué hora es?, por favor.
El nuevo hombre rico levantó el puño de su camisa y dijo:
“son las 17, 40 horas”.
El dependiente quedó mirando el reloj.
-
¿Es de oro? –
preguntó amablemente.
-
Tiene que serlo.
Me ha costado un ojo de la cara.
-
¿Me permite?, por
favor.
Entró en la rebotica, sacó un líquido, dejó caer una gota
sobre la cadena del reloj. Posteriormente hizo pasar por él un rayo de luz y
apareció en una pantalla algo así como un código de barras; y exclamó:
-
Esto no es oro,
Sr.
-
¿Que no es oro?
-
No. “este oro no
es oro”. Parece una contradicción. Pero esta es la verdad que aquí vendemos. La Verdad Ontológica.
No
es oro, aunque se le parezca. Es un falso oro. O sea, no es oro, es otra cosa
distinta al oro. Cuando el oro es oro, y el agua agua, y la madera madera, y la
estrella estrella,…. Cuando una cosa es ella misma y no otra esa es la Verdad Ontológica.
Hablamos de la realidad. Del oro real, del agua real,…Su reloj es de oro
irreal, o sea, que no es realmente de oro. La coincidencia de una cosa con ella
misma. Ser realmente lo que es. Esa es la VERDAD ONTOLÓGICA.
Su reloj es de oro APARENTE, no real. Lo opuesto a la REALIDAD es la APARIENCIA. Referido
a las personas es la
HIPOCRESÍA , aparentar ser lo que no se es. El camuflaje es la
técnica que la naturaleza y el hombre emplean para aparentar ser lo que no se
es o para aparentar no ser lo que se es. Cuando Moisés, el de la zarza
ardiendo, le preguntó a Dios: ¿Qué les diré a tu pueblo cuando me pregunten por
Ti?- Les dirás: Vuestro Dios ha dicho: “Yo soy el que soy”.
¿Es
Ud. Verdadero Ontológicamente? ¿Ha intentado Ud, alguna vez aparentar ser lo
que no es? El hombre aparente no es el hombre real. El hombre debería ser
trans-parente, manifestar lo que se es y como se es. Sería Ontológicamente
Verdadero. Un hombre real, auténtico.
El
nuevo hombre rico, el pobre hombre rico, ya no sabía ni responder, menos aún
qué responder.
-
“Cuántas veces, Sr. – expresó el dependiente – creemos vivir en la Verdad y, sin embargo
estamos viviendo en el Error. Porque – debe Ud. Saber- la verdad también es “un
estado en el que estar”. Ud. Sr. por ejemplo, está en un error si cree que
estamos en el año 2008. No es verdad. Si Ud, no sabe, no conoce, el error que
cometió el fraile Domingo el Exiguo cuando se le ordenó que calculara el año
del nacimiento de Jesús de Nazaret, Ud. cree que está en el 2008, cree que está
en este año, y no es verdad, viviría Ud. en un error. Estado de Verdad y Estado
de Error. Vivir en la verdad. Vivir en el error. Claro que quien es consciente
de vivir en el error está en la verdad, quien no es consciente, no.
¡Pobre
hombre rico¡ Parecía llevar sobre sus hombros, como Atlas, todo el peso del
mundo.
-
Claro que si Ud. quiere la
VERDAD TOTAL , PLENA, COMPLETA, debe Ud. pasar por aquella
pequeña puerta en penumbra. Un anciano, con un triángulo de corona, podrá
mostrársela.
Entró
sin dudarlo.
-
Vengo a comprar la Verdad Total.
-
Muy bien, Sr.
¿Sabe Ud. ya cuál es el precio?
-
Me da igual.
Puedo pagarla. Quiero la
Verdad Total , Plena, Completa. Deseo poseerla para descansar
definitivamente y vivir, residir, habitar en la Verdad.
-
No. Verá Ud. Sr.
El precio no es en dinero.
-
No le entiendo
–respondió el nuevo hombre rico, el pobre hombre rico.
-
Verá Ud. Sr. el
precio es que “NUNCA MÁS PODRÁ ESTAR EN PAZ”.
-
¿Cómo dice?
-
No va Ud a conocer
el reposo. No va a descansar en paz. Verá Ud. Sr. Ha caído en la tentación. En
la misma que cayó Eva, que quiso conocerlo todo, quiso saberlo todo, por eso
comió la manzana del árbol de la
Ciencia del Bien y del Mal. El querer conocerlo todo, saberlo
todo, es humano, no es malo. Lo malo es querer hacerlo por atajos, de golpe, no
poco a poco, madurando. Ud, como Eva, quiere conocer la Verdad Total , quiere
ser como Yo, como Dios. Porque Yo soy LA VERDAD. Y tú quieres serlo por un atajo, por el
atajo del dinero.
Se lo voy a explicar y lo entenderá. Verdad Total es verlo
todo en cada cosa. En este grano de trigo (le mostró uno), si fueras Dios o
como Dios, verías la espiga, al segador, al molinero, al panadero, al
comprador, al que come el pan, a la amante del que come el pan, a sus hijos que
aún no están ni encargados,….
En cada cosa verlo todo. Porque en cada cosa está todo.
Porque “todo está relacionado con todo” –que dijo el filósofo.
Conocer una cosa es conocer todas las relaciones, reales,
probables, posibles, futuribles, pasadas, presentes, futuras….
El trabajo divino es agotador.
¿De verdad que quiere Ud. la VERDAD TOTAL ?
El pobre hombre rico salió cabizbajo, no sin antes darle a
Dios las gracias.
Por el camino iba musitando: “aún necesito alguna mentira,
mantenerme en algún error, comprobar mis cotidianas falsedades, deducir
contradicciones, seguir con imitaciones, proseguir con algún plagio, aparentar
y mostrar lo que realmente no soy del todo pero que los demás no lo saben.
Necesito vivir. Necesito Justificaciones. No puedo con las razones. Necesito
seguir siendo hombre”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario