Solemos
cometer un error de bulto.
Creemos
que, como las cualidades humanas superiores son: la inteligencia, la voluntad y
la libertad, y la primera va buscando conocer la verdad, la segunda va buscando
hacer el bien, mientras la tercera es la que conlleva la responsabilidad, pues
pudiendo hacerlo no lo hace o pudiendo no hacerlo lo hace, luego es responsable
de haberlo hecho o no...
Y
esto es un error.
Cuando
J. A. MARINA habla de inteligencia se refiere tanto a la inteligencia creadora
como a la inteligencia fracasada, siendo ésta como el reverso de aquella.
Precisamente
así se titula uno de sus libros: “La inteligencia fracasada. Teoría y práctica
de la estupidez”.
La
inteligencia es una capacidad general que puede usarse bien o puede usarse mal.
¿Por
qué una persona inteligente, muchas veces, se comporta estúpidamente?
Y
cuando la inteligencia fracasa, esa misma inteligencia, un instrumento
extraordinario, hace desdichado al que así la usa y causa un mal social, una
injusticia.
¿Qué
es el fanatismo? Un fracaso cognitivo. Es tapar todos los agujeros por los que
podrían entrar verdades desde fuera. Es el autocoronarse como propietario
absoluto del monopolio de la verdad.
¿Qué
es la envidia, el deseo de venganza, la conciencia atormentada, el odio a los
otros felices,…?. Un fracaso afectivo, que te incapacita para vivir felizmente.
¿Qué
es la apatía, o las múltiples adicciones? Un fracaso de la voluntad.
Hay
fracasos lingüísticos cuando dos personas no se hablan o no se entienden,
porque no se cree en la palabra del otro o se la malinterpreta. “Cuando
dijiste…… quisiste decir……”.
Siempre
oí decir que los tres grandes genios militares a lo largo de la historia fueron
Alejandro Magno, Julio César y Napoleón.
Pero
si somos fríos y ecuánimes debemos concluir que Napoleón, una desbordante
inteligencia, fue una inteligencia fracasada, pues, entre otras cosas, produjo
varios millones de muertos, frenó la revolución francesa, instauró, de nuevo,
la monarquía.
Una
cosa es la inteligencia privada y otra es la inteligencia social. Una cosa es
el uso privado y otra cosa es el uso público de la inteligencia. ¿Cuántas
personas inteligentes, muy inteligentes, cuando se meten en política fracasan
estrepitosamente?.
El
uso público de la inteligencia es superior al uso privado de la misma.
Un
mal uso de la inteligencia es imponer o querer imponer lo privado, mi interés,
a lo público, a lo social.
La gran creación de la
inteligencia es la bondad, mientras la
maldad es un fracaso de la inteligencia.
Los
malos no son tontos, ni mucho menos, es que usan mal su inteligencia. La maldad
es el fruto de una inteligencia fracasada.
Si
debemos practicar el sexo con seso, igualmente hay que comer con la cabeza y
amar con la inteligencia.
Si
los genitales se imponen a la cordura, si el estómago se impone a la razón y si
el enamoramiento no lleva como guía a la inteligencia, todo será un fracaso.
La
inteligencia tiene una función práctica.
La
meta de la inteligencia es la felicidad, tanto privada como pública. (La
felicidad pública es la justicia).
Una
sociedad justa es una sociedad inteligente y viceversa.
Uno
de los grandes fallos de la maravillosa Ilustración fue la creencia (la
credulidad, más bien) de que la razón teórica, la razón pura, y la razón
técnica-tecnológica, llevarían de la mano, desembocarían en la razón práctica,
en la razón social.
Que
el desarrollo científico y técnico llevaría de la mano el desarrollo moral.
Que
si sabíamos más y podíamos más seríamos mejores.
Y
todo resulto al revés. Surgió, con la industrialización, la riqueza, pero
también la pobreza. El capitalismo instituyó el egoísmo como forma de vida. El
darwinismo pasó de la biología a la sociedad. La lucha de clases estaba
servida. La victoria y la derrota en dicha lucha también estaban marcadas.
Nunca hubo tanta gente sobreviviendo, ahogándose en la escasez, al tiempo que
nunca hubo tan poca gente nadando en la abundancia. El interés privado agostó
el interés público.
La
inteligencia privada triunfó sobre la inteligencia pública. Fue una
inteligencia fracasada. La infelicidad se instaló entre nosotros.
¡Cuántos
genios teóricos, “que saben mucho”, son unos fracasados afectivos, “no tienen a
quien amar ni a nadie que los ame” y unos fracasados sociales “solitarios, sin
amigos, mal vistos, enquistados, antisociales, odiados, arrinconados,
dictadores…”¡
Pero
¿quién ha dicho que un físico atómico es más inteligente que el que sabe
dialogar y solucionar un problema de convivencia? ¿Quién ha dicho que un
matemático excelente es más inteligente que aquel que, en una convención, sin
conocer a nadie, entabla diálogo y conversación al momento, hace contactos y
amistades….?
¡Seamos inteligentes¡
¡Seamos felices¡
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