martes, 9 de abril de 2013

ROUSSEAU ( y 3)


 

LIBRO II. De 2 a 12 años.

LA PRIMERA INFANCIA.

En la que no se debe cuidarlo ni protegerlo, de manera excesiva,

A.- Descubrimiento de la Infancia.

El niño no es un hombre en pequeño, un hombre en miniatura, un homúnculo.

Es un estado, la niñez, con sus propias leyes para su madurez.

No puede entenderse al niño desde el hombre, ni al hombre desde el niño, son estadios diferentes de un proceso que se rige por sus propias leyes. Cada uno es como es.

La felicidad del niño, pues, nada tiene que ver con la felicidad del adulto.

A cada uno lo suyo.

Felicidad ya es sufrir menos como miserable es el niño que goza de pocos placeres.

El niño, por naturaleza, es débil, pero si es infeliz es por causa de los adultos, que le exigen más de lo que le corresponde, por su naturaleza.

Es bueno que el niño sienta dependencia de las cosas (comida, bebida, descanso, casa,….), es algo natural, pero no es buena la dependencia de los hombres, de la sociedad.

El niño aún no está, todavía, en condiciones de razonar.


B.- LA EDUCACIÓN NEGATIVA.

La primera educación del niño debe ser negativa.

No hay que enseñarle, pues, ni la virtud ni la verdad, pero sí se debe preservar, su corazón, del vicio y su espíritu, del error.

Educar, solamente, los sentidos y el cuerpo, pero evitar que entre el mal y no tratar de inculcarle el bien.

El educador debe controlar el ambiente para esta educación negativa o indirecta.

La educación debe ser instrumental, nada de lecciones verbales.

No se le debe enseñar ninguna materia.

Hay que evitar el aprendizaje memorístico.

Aprender a leer y a escribir, sí, pero sin apresurarse.

EMILIO lo que tiene que hacer es educar las facultades de los sentidos, recogiendo y comparando datos y experiencias, aprendiendo a juzgar, sin error, las sensaciones visuales, auditivas, táctiles,…

Así, a los 12 años EMILIO será un niño ágil, despierto, sin preocupaciones, sin miedo a los elementos naturales, sincero, nada vanidoso, sin emprender tareas superiores a sus fuerzas, pues se sabe libre, sin inhibirse ante los mayores.

Sería la consecución del “corpore sano” de los antiguos, como soporte de lo que vendrá después, la “menos sana”.


LIBRO III. DE 12 A 15 AÑOS.

LA SEGUNDA INFANCIA.

Edad próxima a la adolescencia, sin ser, todavía, la pubertad.

Es la época en que las energías del cuerpo y del alma exceden las necesidades y los deseos. Es un momento de fuerza.

Es la edad de “explorar el ambiente natural con un método activo”

El preceptor procurará que los hechos naturales despierten la curiosidad de EMILIO. Se le harán, constantemente, preguntas y EMILIO reflexionará, terminando por encontrar la solución. Se lo enfrenta a la realidad circundante, se le pregunta y que responda, tras pensarlo.

Con preguntas y respuestas el educador conseguirá mantener despierta la curiosidad, pero sin satisfacerla, por completo.

Una sentencia frontispicia de Rousseau: “Recuerda, siempre, que la ignorancia nunca ha hecho mal a nadie, sólo el error es funesto. Nadie se extraña por no saber sino porque cree saber”.

Es la edad de la “adquisición del sentido de lo útil”.

Para su felicidad física como objetivo. Esa utilidad funcionará como resorte para la motivación, el punto de apoyo de la enseñanza.

Irá comprobando la utilidad de la astronomía y de la química.

El único libro que EMILIO debe conocer es Robinson Crusoe. En él comprobará y aprenderá a encontrar en la naturaleza lo útil para la vida, como lo hizo el náufrago.

Es la edad de la “iniciación en el trabajo y en las relaciones sociales”.

Conocerá las artes industriales, en las que diversos sujetos se reparten el trabajo (para mayor productividad, según la burguesía, pero también (y es lo que persigue Rousseau, las relaciones entre los agentes productivos (en este mismo blog he colgado un spot sobre “estrategia del troceado”), así entrará en el mundo de las relaciones sociales, no en su aspecto moral.

El trabajo es un deber indispensable para él y para la sociedad, por lo que deberá aprender un oficio, aunque no le haga falta (como carpintero) y, también, entenderá la función de la moneda.

 

Si en la etapa anterior tenía sensaciones, ahora tiene ideas. Y si, antes, sólo sentía, ahora juzga. Porque si la sensación es pasiva, el juicio es activo, por eso ahora aparecerá la posibilidad de error, al juzgar.

A los 15 años EMILIO tiene pocos conocimientos, pero son suyos, descubiertos por él y firmemente asentados, porque no sabe nada a media.

Son conocimientos naturales que ponen de manifiesto la relación hombre-cosas, todavía no la de hombre-hombre.

EMILIO es laborioso, resuelto, lleno de coraje, no tiene vicios, sin prejuicios que lo condicionen, sensato, tiene el cuerpo sano y ágiles tanto manos como pies.

 

LIBRO IV. De 15 a 20 años.

LA ADOLESCENCIA.

A los 15 años Emilio entra en la adolescencia, época de cambios fisiológicos y morales, porque en la pubertad se despiertan las pasiones y la voz de la conciencia.

Es la edad de la educación moral y comenzará a pensar en la formación de una futura familia.

Aparecen, también, los cambios de humor, va poblándose la barba y cambia la voz.

Ante una mujer se turba y aparece la timidez. Es el corazón el que se altera, por lo que hay que educarlo, pero sin que cambie la inocencia infantil.

No hay que oponerse pero tampoco acelerar la evolución. Debe respetarse el curso natural de las cosas. Hay que educar, moralmente, las pasiones.

Pero, aunque las pasiones naturales no son muchas, al contacto con otras personas se modifican y aparecen las que provienen de la sociedad.

El origen y principio natural de las pasiones es el amor de sí, del que surge la benevolencia hacia los que le rodean. Aparece la compasión, al tiempo que las preferencias.

Pero no sólo nace el amor propio, también aparecen el odio, la venganza, el engaño,…

Hay que evitar la imaginación para que las pasiones naturales no se conviertan en vicios.

Hay que despertar los sentimientos de amistad y de piedad.

No se compararán con los que son más felices que él y evitará no sólo la comparación, también la imitación de nadie.

Se despierta en él la voz de la conciencia, con la que entrará en el mundo moral, surgiendo los problemas éticos y sociales.

Aprenderá de la experiencia, no sólo de la propia, también de la ajena, pero si ésta es peligrosa se le aconsejará con relatos históricos y con fábulas.

Hay que evitar los preceptos, pero también hay que corregirlo.

Por supuesto que hay que rechazar la instrucción catequética.

Cuatro ideas son claras:

1.- Se puede ser bueno sin saber nada de Dios.

2.- Conocer a Dios excede la capacidad de los jóvenes. Igualmente, es inútil enseñarle el catecismo.

3.- Los niños no necesitan creer en Dios para salvarse.

4.- Si se les habla de Dios antes de tiempo se formará de él una idea falsa.

A los 18 años, pues, EMILIO no sabe nada de Dios, sin embargo es bueno, tiene sentimientos sublimes y siente piedad hacia sus semejantes.

Todavía, en la edad juvenil, no puede remontarse, racionalmente, hasta la primera causa.

Cuando comienza a sentirse el instinto sexual hay que hacerle ver que tiene necesidad de una compañera.

A los 20 años la continencia es un deber moral y debe dominar sus propios apetitos.


LIBRO V. A partir de los 20 años.

LA EDAD VIRIL Y LA EDUCACIÓN DE LA MUJER.

Comienza el libro explicando dos diferencias fundamentales entre el varón y la mujer, que no son sólo fisiológicas, sino, también, de carácter y de temperamento.

Las mujeres deben ser fieles, modestas, reservadas y atentas.

Deberes de las mujeres, entre otros, son: cuidar las apariencias, el honor, la reputación y, por supuesto, la castidad.

La razón femenina es más práctica y menos teórica que la del varón, y está más sometida a la autoridad y a la opinión de los demás.

Las ideas religiosas están fuera de su alcance, por eso tendrán la misma religión de la madre o del marido.

SOFÍA es la esposa elegida por el preceptor para EMILIO. Es, pues, la mujer ideal.

Es simpática, simple, educada para ser esposa y madre, sabe llevar, perfectamente, su casa y afrontar las ocupaciones domésticas.

Desea agradar, cuida su persona y su vestido, al tiempo que ama la limpieza.

El encuentro lo presenta así. Cuando el preceptor y EMILIO van de viaje se pierden en el camino y llegan a la casa de los padres de SOFÍA.

Corazonada de EMILIO y siente que ha encontrado a la mujer de su vida. Lo mismo que le ocurre a SOFÍA.

Flechazo, enamoramiento y comienza el noviazgo.

El preceptor, para enseñarle la verdadera felicidad con una mujer, tiene que hacerle creer, durante unos segundos, que ha muerto.

Así aprende EMILIO que no hay felicidad sin fortaleza, ni virtud sin lucha.

Tras el aprendizaje, EMILIO decide separarse, temporalmente, de SOFÍA, emprendiendo un viaje, durante dos años, por varios países, donde adquirirá la educación política necesaria.

EMILIO tiene ya 22 años.

Cuando contrae matrimonio, el preceptor debe enseñarles los deberes conyugales, en los que se manifiesta el naturalismo de toda su obra.

El ejercicio de los Derechos y Deberes conyugales deben estar regulados, únicamente, por el principio del placer.

En este Libro V es en el que aparece un texto controvertido:

(Varones y mujeres)  “En lo que tienen en común, son iguales. En lo que difieren no son comparables. Una mujer perfecta y un hombre perfecto no deben parecerse en la mente, sino sólo en apariencia. La perfección no es susceptible de más o menos.

En la unión de los sexos cada uno contribuye por igual al objetivo común, pero no de la misma manera.

De esta diversidad surge la primera diferencia, asignable en las relaciones morales de los dos sexos”

Se manifiesta el machismo de la época (como casi a lo largo de toda la Historia)

(Y digo yo que: varones y mujeres son “iguales”, “no desiguales”, pues su naturaleza es la misma, “naturaleza humana”, son “igual de personas”, no es más persona el varón que la mujer; aunque, luego, sean “distintos”, “no idénticos”, por su sistema fisiológico, hormonal,….)

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