LIBRO II. De
2 a 12 años.
LA PRIMERA
INFANCIA.
En la que no
se debe cuidarlo ni protegerlo, de manera excesiva,
A.-
Descubrimiento de la Infancia.
El niño no
es un hombre en pequeño, un hombre en miniatura, un homúnculo.
Es un
estado, la niñez, con sus propias leyes para su madurez.
No puede
entenderse al niño desde el hombre, ni al hombre desde el niño, son estadios
diferentes de un proceso que se rige por sus propias leyes. Cada uno es como
es.
La felicidad
del niño, pues, nada tiene que ver con la felicidad del adulto.
A cada uno
lo suyo.
Felicidad ya
es sufrir menos como miserable es el niño que goza de pocos placeres.
El niño, por
naturaleza, es débil, pero si es infeliz es por causa de los adultos, que le
exigen más de lo que le corresponde, por su naturaleza.
Es bueno que
el niño sienta dependencia de las cosas (comida, bebida, descanso, casa,….), es
algo natural, pero no es buena la dependencia de los hombres, de la sociedad.
El niño aún
no está, todavía, en condiciones de razonar.
B.- LA
EDUCACIÓN NEGATIVA.
La primera
educación del niño debe ser negativa.
No hay que
enseñarle, pues, ni la virtud ni la verdad, pero sí se debe preservar, su
corazón, del vicio y su espíritu, del error.
Educar,
solamente, los sentidos y el cuerpo, pero evitar que entre el mal y no tratar
de inculcarle el bien.
El educador
debe controlar el ambiente para esta educación negativa o indirecta.
La educación
debe ser instrumental, nada de lecciones verbales.
No se le
debe enseñar ninguna materia.
Hay que
evitar el aprendizaje memorístico.
Aprender a
leer y a escribir, sí, pero sin apresurarse.
EMILIO lo
que tiene que hacer es educar las facultades de los sentidos, recogiendo y
comparando datos y experiencias, aprendiendo a juzgar, sin error, las
sensaciones visuales, auditivas, táctiles,…
Así, a los
12 años EMILIO será un niño ágil, despierto, sin preocupaciones, sin miedo a
los elementos naturales, sincero, nada vanidoso, sin emprender tareas
superiores a sus fuerzas, pues se sabe libre, sin inhibirse ante los mayores.
Sería la
consecución del “corpore sano” de los antiguos, como soporte de lo que vendrá
después, la “menos sana”.
LIBRO III.
DE 12 A 15 AÑOS.
LA SEGUNDA
INFANCIA.
Edad próxima
a la adolescencia, sin ser, todavía, la pubertad.
Es la época
en que las energías del cuerpo y del alma exceden las necesidades y los deseos.
Es un momento de fuerza.
Es la edad
de “explorar el ambiente natural con
un método activo”
El preceptor
procurará que los hechos naturales despierten la curiosidad de EMILIO. Se le
harán, constantemente, preguntas y EMILIO reflexionará, terminando por
encontrar la solución. Se lo enfrenta a la realidad circundante, se le pregunta
y que responda, tras pensarlo.
Con
preguntas y respuestas el educador conseguirá mantener despierta la curiosidad,
pero sin satisfacerla, por completo.
Una
sentencia frontispicia de Rousseau: “Recuerda, siempre, que la ignorancia nunca
ha hecho mal a nadie, sólo el error es funesto. Nadie se extraña por no saber
sino porque cree saber”.
Es la edad
de la “adquisición del sentido de lo útil”.
Para su
felicidad física como objetivo. Esa utilidad funcionará como resorte para la
motivación, el punto de apoyo de la enseñanza.
Irá
comprobando la utilidad de la astronomía y de la química.
El único
libro que EMILIO debe conocer es Robinson Crusoe. En él comprobará y aprenderá
a encontrar en la naturaleza lo útil para la vida, como lo hizo el náufrago.
Es la edad
de la “iniciación en el trabajo y en
las relaciones sociales”.
Conocerá las
artes industriales, en las que diversos sujetos se reparten el trabajo (para
mayor productividad, según la burguesía, pero también (y es lo que persigue
Rousseau, las relaciones entre los agentes productivos (en este mismo blog he colgado
un spot sobre “estrategia del troceado”), así entrará en el mundo de las
relaciones sociales, no en su aspecto moral.
El trabajo
es un deber indispensable para él y para la sociedad, por lo que deberá
aprender un oficio, aunque no le haga falta (como carpintero) y, también,
entenderá la función de la moneda.
Si en la
etapa anterior tenía sensaciones, ahora tiene ideas. Y si, antes, sólo sentía,
ahora juzga. Porque si la sensación es pasiva, el juicio es activo, por eso
ahora aparecerá la posibilidad de error, al juzgar.
A los 15
años EMILIO tiene pocos conocimientos, pero son suyos, descubiertos por él y
firmemente asentados, porque no sabe nada a media.
Son
conocimientos naturales que ponen de manifiesto la relación hombre-cosas,
todavía no la de hombre-hombre.
EMILIO es
laborioso, resuelto, lleno de coraje, no tiene vicios, sin prejuicios que lo
condicionen, sensato, tiene el cuerpo sano y ágiles tanto manos como pies.
LIBRO IV. De
15 a 20 años.
LA
ADOLESCENCIA.
A los 15
años Emilio entra en la adolescencia, época de cambios fisiológicos y morales,
porque en la pubertad se despiertan las pasiones y la voz de la conciencia.
Es la edad
de la educación moral y comenzará a pensar en la formación de una futura
familia.
Aparecen,
también, los cambios de humor, va poblándose la barba y cambia la voz.
Ante una
mujer se turba y aparece la timidez. Es el corazón el que se altera, por lo que
hay que educarlo, pero sin que cambie la inocencia infantil.
No hay que
oponerse pero tampoco acelerar la evolución. Debe respetarse el curso natural
de las cosas. Hay que educar, moralmente, las pasiones.
Pero, aunque
las pasiones naturales no son muchas, al contacto con otras personas se
modifican y aparecen las que provienen de la sociedad.
El origen y
principio natural de las pasiones es el amor de sí, del que surge la
benevolencia hacia los que le rodean. Aparece la compasión, al tiempo que las
preferencias.
Pero no sólo
nace el amor propio, también aparecen el odio, la venganza, el engaño,…
Hay que
evitar la imaginación para que las pasiones naturales no se conviertan en
vicios.
Hay que
despertar los sentimientos de amistad y de piedad.
No se
compararán con los que son más felices que él y evitará no sólo la comparación,
también la imitación de nadie.
Se despierta
en él la voz de la conciencia, con la que entrará en el mundo moral, surgiendo
los problemas éticos y sociales.
Aprenderá de
la experiencia, no sólo de la propia, también de la ajena, pero si ésta es
peligrosa se le aconsejará con relatos históricos y con fábulas.
Hay que
evitar los preceptos, pero también hay que corregirlo.
Por supuesto
que hay que rechazar la instrucción catequética.
Cuatro ideas
son claras:
1.- Se puede
ser bueno sin saber nada de Dios.
2.- Conocer
a Dios excede la capacidad de los jóvenes. Igualmente, es inútil enseñarle el catecismo.
3.- Los
niños no necesitan creer en Dios para salvarse.
4.- Si se
les habla de Dios antes de tiempo se formará de él una idea falsa.
A los 18
años, pues, EMILIO no sabe nada de Dios, sin embargo es bueno, tiene
sentimientos sublimes y siente piedad hacia sus semejantes.
Todavía, en
la edad juvenil, no puede remontarse, racionalmente, hasta la primera causa.
Cuando
comienza a sentirse el instinto sexual hay que hacerle ver que tiene necesidad
de una compañera.
A los 20
años la continencia es un deber moral y debe dominar sus propios apetitos.
LIBRO V. A
partir de los 20 años.
LA EDAD
VIRIL Y LA EDUCACIÓN DE LA MUJER.
Comienza el
libro explicando dos diferencias fundamentales entre el varón y la mujer, que
no son sólo fisiológicas, sino, también, de carácter y de temperamento.
Las mujeres
deben ser fieles, modestas, reservadas y atentas.
Deberes de
las mujeres, entre otros, son: cuidar las apariencias, el honor, la reputación
y, por supuesto, la castidad.
La razón
femenina es más práctica y menos teórica que la del varón, y está más sometida
a la autoridad y a la opinión de los demás.
Las ideas
religiosas están fuera de su alcance, por eso tendrán la misma religión de la
madre o del marido.
SOFÍA es la
esposa elegida por el preceptor para EMILIO. Es, pues, la mujer ideal.
Es
simpática, simple, educada para ser esposa y madre, sabe llevar, perfectamente,
su casa y afrontar las ocupaciones domésticas.
Desea
agradar, cuida su persona y su vestido, al tiempo que ama la limpieza.
El encuentro
lo presenta así. Cuando el preceptor y EMILIO van de viaje se pierden en el
camino y llegan a la casa de los padres de SOFÍA.
Corazonada
de EMILIO y siente que ha encontrado a la mujer de su vida. Lo mismo que le
ocurre a SOFÍA.
Flechazo,
enamoramiento y comienza el noviazgo.
El
preceptor, para enseñarle la verdadera felicidad con una mujer, tiene que
hacerle creer, durante unos segundos, que ha muerto.
Así aprende
EMILIO que no hay felicidad sin fortaleza, ni virtud sin lucha.
Tras el
aprendizaje, EMILIO decide separarse, temporalmente, de SOFÍA, emprendiendo un
viaje, durante dos años, por varios países, donde adquirirá la educación
política necesaria.
EMILIO tiene
ya 22 años.
Cuando
contrae matrimonio, el preceptor debe enseñarles los deberes conyugales, en los
que se manifiesta el naturalismo de toda su obra.
El ejercicio
de los Derechos y Deberes conyugales deben estar regulados, únicamente, por el
principio del placer.
En este
Libro V es en el que aparece un texto controvertido:
(Varones y
mujeres) “En lo que tienen en común, son
iguales. En lo que difieren no son comparables. Una mujer perfecta y un hombre
perfecto no deben parecerse en la mente, sino sólo en apariencia. La perfección
no es susceptible de más o menos.
En la unión
de los sexos cada uno contribuye por igual al objetivo común, pero no de la
misma manera.
De esta
diversidad surge la primera diferencia, asignable en las relaciones morales de
los dos sexos”
Se
manifiesta el machismo de la época (como casi a lo largo de toda la Historia)
(Y digo yo
que: varones y mujeres son “iguales”, “no desiguales”, pues su naturaleza es la
misma, “naturaleza humana”, son “igual de personas”, no es más persona el varón
que la mujer; aunque, luego, sean “distintos”, “no idénticos”, por su sistema
fisiológico, hormonal,….)
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