Pero
¿quién iba a decirme, a mí, precisamente, que, en día tan señalado,......iba a
ser coprotagonista de una situación, tan cómica y tan trágica, pero real?.
Yo,
como todos los años en esta fecha, le había comprado una rosa. La rosa más
bella (y más cara) que había en la floristería de la esquina. Incluso le había
encargado al empleado que me la envolviese en ramaje verde para que, con el
contraste, resaltase más su hermosura o su esbeltez.
Apenas
traspasé la puerta, como todos los años, le mostré una sonrisa, le ofrecí la
rosa y le di un beso.
Ella,
igualmente, (como todos los años), pero algo más seria, incluso arisca (de eso
sí que me di cuenta al momento) me ofreció un
paquete, de pequeño tamaño, de forma cuadrada y escrupulosamente
envuelto en papel de regalo (¿un libro cuadrado y de tan pequeño grosor?, ¿un
libro infantil?).
También
ella, de repente, cogió la rosa y empezó a sacudirme “ rosazos “ en la cabeza y
hartó a todo el género humano, masculino, en mí persona de todo lo que quiso y
más de lo que uno puede imaginarse. Pero el vocablo que más se repetía, como un
adjetivo cuadrado y lanzado, martilleante, era el de “machista”, “machista”, “machista “
“
Habéis construido a vuestra medida –decía-
un lenguaje “ machista “, una cultura “ machista “, una familia
igualmente “ machista “ ( y seguía y seguía y seguía....“ machista “, “
machista “, “mach....” ..
Me cogió por la pechera y me sentó bruscamente ( en realidad me empujó y me tiró en el rincón del sofá. Me puso su dedo índice acusador a la altura de los ojos y me ordenó ( esto sí que no fue un consejo ): Calla y escucha atentamente lo que voy a decirte porque voy a contarte una historia en TRES CAPÍTULOS:
“
Desde siempre – decía – los machos habéis dominado el mundo porque érais los
dueños de la palabra, del lenguaje, de los libros. Y en los libros se encuentra
LA VERDAD. Y decir VERDAD es decir
PODER, DOMINIIO, MANDO, VENCEDOR. Siempre interesó al macho que la mujer no
supiese leer. Siempre la puerta franqueada. Sabíais que si entrábamos en contacto
con LA VERDAD poníamos en peligro la JEFATURA del macho sobre el grupo.
¿ Puedes decirme cuánto dura la
belleza de una rosa ¿, ¿ Una semana ?, ¿ Y qué es una semana comparada con la
eternidad de LA VERDAD ?. “ Egoístas “,
“ que sois unos egoístas “ ( también
viene ahora mi mente ese vocablo martilleante ( “ egoístas “, “egoístas “, “
egoístas “.....)
“ Habéis repetido la escena de Dios
en el Paraíso, porque os habéis creído dioses. Dios temió que Adán, al probar
la fruta del Árbol de la Ciencia ( de La Verdad ) del Bien y del Mal, supiera,
Y si ya sabía ¿ para qué iba a necesitar a Dios si, por sí mismo, ya sabía
qué era bueno y qué era malo ¿. A Dios le interesaba un Adán ignorante.
Pero Adán pensó por sí mismo y eso puso en peligro la necesidad de Dios, el
papel de Dios. Por eso lo expulsó del Paraíso, porque temió no ser ya
necesario. Además lo echó desnudo, condenándolo a trabajar para comer, para
tapar y alimentar su cuerpo. La venganza divina y la .estrategia divina eran
perfectas. Adán, a partir de entonces, tendría que preocuparse de su cuerpo.
Sólo así descuidaría su alma, tendría que trabajar y no tendría tiempo para
pensar, para saber. La Verdad siempre es peligrosa para un Jefe, porque
toda Jefatura tiene un pie puesto en la ignorancia de los subordinados
ignorantes. No en vano está escrito y revelado: “ LA VERDAD os hará LIBRES “.
Mantened ignorante a un pueblo y lo mantendréis siempre esclavo, encadenado,
inmaduro, necesitado...
Esa misma escena divina la habéis
ensayado y puesto en práctica los machos, diosecillos de pacotilla, durante
siglos con nosotras.
Esa PRIMERA MUJER, fue la mujer
depreciada. Vosotros repartisteis los papeles sociales, según el sexo, y a
nosotras, naturalmente, nos tocaron los peores. Y creasteis
unos mecanismos de reproducción homosocial. Vosotros nos pusisteis un
“glass ceiling” que, en la realidad, se convirtió en un “glass wall”. Una
escalera para vosotros; un tajuelo para nosotras. ¿Por qué no una escalera,
jerárquica, meritocrática?. La diferencia anatómica la habéis convertido en
diferencia social. ¿Qué decir de esos políticos, imbéciles (Véase el
diccionario, por favor) que hablan de cuotas femeninas en cargos de
responsabilidad, que quieren primar a los partidos que lleguen al cincuenta por
ciento, de cuota ( ahora sólo el veinticinco?. ¿Es posible tan alto grado de
idiocia? (Véase el diccionario, por favor). Como si el sexo imprimiera
carácter. Parecen no diferenciar hormonas
de neuronas. ¿Por qué, si desapareció la monocracia y pasó a mejor vida
la aristocracia, se mantiene la falocracia?. Yo no tengo complejo de
castración, no soy un ser inferior al que le falte el pene. !Confundir el culo
con las témporas¡. Dominio social del hombre sobre la mujer. Las actividades
valiosas son las masculinas (si incluso nuestro nacimiento fue indigno, la
hembra salió de una costilla del macho). Siempre, y en todo, inferiores. La
guerra, la política, el poder... eso “ era cosa de hombres” (entiéndase machos). La mujer en la casa (y
con la pata quebrada). Sólo éramos capaces de hacer algo que vosotros no podíais, algo
exclusivo nuestro, “ parir “. Pero incluso entonces, cuando paríamos, alababais
la simiente en detrimento de la tierra. Esta era sólo un medio en el que
prendía, germinaba y fructificaba la semilla (vuestro semen). Cuando paríamos,
lo importante nunca fue la parturienta, sino lo parido. Sólo lo que salía, lo
engendrado, tenía valor. Incluso en Grecia, en la culta Atenas, sólo éramos “
nodrizas de un germen depositado en nuestro seno “. El depositante y lo
depositado, no la depositaria, el falo y el germen-semen-semilla era lo
precioso y lo preciado. Nosotros siempre estuvimos, fuimos, depreciadas. Sólo
fuimos tentación de pecado, de peligro. Éramos maléficas. Eva fue la culpable
de que Adán fuera expulsado del Paraíso. Ella lo engañó. Éramos tuercas a las
que se les había salido/sacado/perdido el tornillo. El meter, no el recibir,
era lo positivo, lo causante. Siempre fuimos el elemento oscuro y diabólico (el
diablo se disfrazaba de mujer para perder a los hombres). Nosotras éramos las
sibilas, las magas, las brujas, las hechiceras. Éramos impuras (¿no sangrábamos
sin estar heridas, una vez al mes?, alguna enfermedad tendríamos por dentro). Y
durante la regla, (¿lo recuerdas?) no podíamos tocar los alimentos (se
pudrían), ni trasegar vino (se picaba, se avinagraba...)
Entre la carne y el trigo, la carne;
entre el salir y el quedarse, el salir; entre el correr y estar parado, el
correr; entre el sol del día y la sombra de la cueva, el sol. Por eso vosotros
salíais, os ibais, cazabais, pescabais. Olvidáis con frecuencia que si el
Paleolítico fue vuestro, el Neolítico nos pertenece. La siembra, la cría y la
domesticación de animales, la cerámica...(Esto, a la larga, sería vuestra
perdición).
Incluso cuando todos adorábamos a
los dioses vosotros erais los sacerdotes, nosotras las que cuidábamos del templo;
vosotros entrabais en éxtasis y en contacto con los dioses, nosotras nos
prostituíamos con los hombres que
acudían al templo, para poder mantener y cuidar de ese templo.
Vosotros siempre pastoreando, pero
siempre comiendo en otros prados.
Siempre todo el mundo se acordará
de Pericles, pero ¿y de Aspasia?, ¿qué
me decís de esa mujer?, ¿alguien ha oído hablar de ella?.
Coged la historia, ¿ cuántas mujeres
nobles, honestas, poderosas, capaces, dignas...?. No nos dejasteis, realmente,
ser. Es verdad que fuimos, pero éramos malas, éramos el mal, (quizá necesario,
pero un mal).. Es verdad que paríamos, pero lo parido, al momento, nos era
retirado y presentado a vosotros para su
aprobación y aceptación, criado por otras, educado por esclavos, pedagogos,....
¿Algún
griego amó a la madre de sus hijos?, ¿algún hombre fue esposo, marido?... El
hombre sólo era macho y padre. Pero eso se acabó. La PRIMERA MUJER ( taimada,
engañadora-engañosa, licenciosa, peligrosa, diabólica, inconstante, envidiosa,
instrumento, tuerca, tierra, solar de alquiler nuevemesino...Esa mujer ya pasó
a la historia, ya es historia.
Mi
mujer se levantó. Debía de tener la garganta seca de tanto hablar y de poner
tanto énfasis en lo que decía. Oí el grifo en la cocina. La vi entrar bebiendo.
Hice un ademán de levantarme y puso la mano en mi hombro impidièndomelo.
“Quieto ahí, que todavía no he terminado - dijo bebiendo tragos
cortos y continuos.
Porque el macho o no llega o se pasa. He aquí a LA SEGUNDA MUJER, la que
es puesta en las nubes y por las nubes.
Ahora la mujer es la dama por la que
el caballero es capaz de morir y de matar (pero ella, te recuerdo, siempre en
tierra, nunca a caballo, porque estar a caballo es poder, es fuerza, es
rapidez, es dominio). Se alaban sus virtudes (su fidelidad, su recato, su
cortesía, su belleza, su donaire, su saber estar, su sufrimiento en la
ausencia, su espera confiada). Es la mujer ya esposa, ya madre, educadora. Es
la mujer puesta ya en el pedestal. Si hasta incluso la religión cristiana
lanzó/aceleró el culto a la figura de María. ¿Qué fue de María en los primeros
siglos del cristianismo?. ¿Hubo apóstolas o discípulas?. ¿Hay hoy sacerdotisas,
obispas....en la religión católica?. ¿Habrá otra creencia que rezume tanto
machismo en su organización?. (Sí, ahora están los talibanes). ¿Cómo se va a
comparar una monja con un cura?. Si la
Misa es el centro de la religión y la Eucaristía el centro de la misa, si es la
palabra la que convierte en cuerpo y sangre de Cristo el pan y el vino previos,
¿qué hacen las monjas?, sólo ayudan y/o cantan. No consagran. Son coro,
comparsa, acompañamiento, no protagonistas, no solistas. Todavía permanecen en
pie, inexpugnables, las fortalezas masculinas de la Iglesia, el Ejército y la
Banca (los tres grandes centros de decisión y de poder). Pero su fecha de
caducidad está marcada y próxima: o desaparecerán o se transmutarán.
(Cuando
mi mujer se dispara no deja títere con cabeza).
A María se la ve, ya en el
Renacimiento, como esposa, mientras José trabaja; como madre, con el niño en
brazos, como educadora con el niño de la mano, viendo cómo juega con los
pajarillos.
Si incluso en el siglo XVIII
desalojasteis a todos los dioses de sus pedestales y disteis culto a la Diosa
Razón. Nosotras no contábamos. Ese femenino es un masculino. Es el macho
razonando. ¿Cuántas mujeres intervinieron en la Enciclopedia y formaron parte
de las Academias?.
La
dama era dueña del corazón del amado. La esclava, como por un milagro parece
convertida en señora. Las mejores y más encendidas poesías, las formas líricas
ya no van dirigidas a Dios, sino a la Amada. La mujer es adorada venerada,
reverenciada. Ella es Laura, Beatriz, Galatea, Dulcinea... La mujer es una
criatura celeste, ideal, divina. Ella es la musa inspiradora. De la mujer “
depreciada “ se ha pasado a la mujer sacralizada y supervaliosa.
Pero todo eso fue una trampa. Una
trampa saducea y machista. Y eso lo sabéis. ¿Acaso D. Quijote amaba a Aldonza
Lorenzo?. NO. Su amor era para Dulcinea del Toboso. ¿ Y quién era Dulcinea sino
una idea....
Quizá estuviéramos en vuestro
corazón pero no dejasteis que
desarrolláramos nuestra cabeza. Adorasteis nuestra belleza, pero no
permitisteis que participáramos de la Verdad, del Poder..
Sólo dominábamos en el ámbito de vuestra imaginación, de vuestros
discursos. Nos decíais palabras bonitas pero nos negasteis el uso de la
palabra. Y sin palabra, sin lenguaje, no hay autonomía, no hay independencia, no hay persona...
Éramos, pero sólo éramos deseo
vuestro. Éramos dueñas, pero sólo en vuestros sueños. Éramos el “ bello sexo “
pero, a la vez y sobre todo, el “ sexo débil “. Éramos hadas, pero sólo del
hogar...
Nos adorabais, nos idolatrabais, pero
nunca hubo una forma más sibilina, más hipócrita, más taimada, de dominio sobre
nosotras.
Nos
pusisteis en el pedestal del deseo pero nunca nos dejasteis bajar de él para
pasear por la vida.
Pero qué hijos de....fuisteis.
Nunca fuimos mujeres ideales, sino
ideas vuestras de mujer.
Cuando decíais tenernos en el
pedestal y adorarnos, en realidad os poníais vosotros, vicariamente, en él;
porque erais vosotros los creadores de estos pedestales y de esas imágenes.
Eran vuestras fantasías lo que adorabais, no a nosotras. Os adorabais a
vosotros mismos, aunque dando un rodeo inmoral, pero culpable. Os valíais de
vuestra imaginación para convertirnos en
fantasmas y luego os arrodillabais ante vuestra capacidad prodigiosa para crear
fantasmas. Nunca estuvimos tan bajo como cuando jurabais tenernos en lo alto.
“ La madre que os.....”.
Mi
mujer paró un instante para volver a beber agua y tomar impulso. En ese momento
quise tomar la palabra para explicarle que para Aristóteles, incluso para Santo
Tomás, La Verdad, la Bondad y la Belleza son tres trascendentales del ser,
coextensivos con el ser. Que todo ser, por el hecho de serlo, es Verdadero, Bueno y Bello, en mayor
o menor medida, según la densidad de ser que comporta. Incluso pensaba
exponerle la teoría de Ortega sobre los Imperativos Culturales y los
Imperativos Vitales pero.... me cortó en seco dando un “vasazo” en la mesa que
por poco rompe el cristal.
“Que ya está bien, que estamos hartas, que “sanseacabó”. Que las mujeres hemos dejado de ser floreros, adornos, complementos. Que queremos amueblar nuestras mentes con Verdades, para proponer objetivos, para organizar tareas, para tomar decisiones, para evaluar resultados. Queremos saber a qué atenernos en la vida sin tener que preguntarle a nadie, y menos a vosotros, detentadores de caducas respuestas). Queremos ser ilustradas, mayores de edad, responsables. Queremos compartir cargos y cargas, pero sin tener que pediros permiso, sino porque queremos, podemos y nos toca. Flores para todos, sí, pero también libros para todos. Nosotras no queremos ser vosotros, ni como vosotros, queremos ser, sencillamente, nosotras. No queremos el unisex. Somos partidarias de los dos sexos, pero en igualdad. ¿Tan difícil es de entender?. No queremos que os quitéis para ponernos nosotras, queremos estar. No queremos ser más, pero tampoco menos. Queremos ser iguales (no desiguales), pero distintas (no idénticos).
Primero
nos diabolizasteis y nos bajasteis a los infiernos. Luego nos idealizasteis y nos encumbrasteis hasta los cielos. Pero, mira tú por donde,
nosotras, LA TERCERA MUJER, queremos estar aquí, ni allí abajo ni allí arriba,
aquí, ahora, así. Si antes vosotros nos pusisteis, ahora nosotras queremos
estar, ser autónomas, ser nosotras.
Éramos
en relación a vosotros, estábamos donde os interesó que estuviéramos, siempre
subordinadas, siempre apéndices, añadidos más o menos ornamentales. Pero
vosotros, siempre, la oración principal, el núcleo. Y ahora nosotras también
queremos ser eso, o al menos los dos coordinados.
¿La
casa?, para los dos. ¿El trabajo?, para los dos. ¿Los hijos?, de y para los
dos. ¿Los estudios, la libertad, el divorcio, el poder la posición social...?,
para los dos. No llames “cana al aire” tu infidelidad conyugal y a mí me llames
puta-golfa-viciosa por hacer lo mismo que tu.
Ya
no somos vuestras esposas, sino personas autónomas. Si queréis, vamos de
la mano y somos compañeros de viaje. No queremos tener maridos, sino ser
personas independientes, libres y que, además, se aman.
Mi
cuerpo es mío y tu cuerpo es tuyo. Yo nunca te lo alquilaré. Es mío y dispongo
de él. Cuando ambos queramos y ambos lo deseemos y nos apetezca, podemos
acercarlos, unirlos, usarlos, disfrutarlos, exprimirles el placer que
comportan, intercambiar besos, caricias, abrazos. Fruición mutua o nada... pero
hijos, tener hijos, ser madres y ser padres, sólo cuando estemos de acuerdo y
con todas las consecuencias. El “cuándo” y el “cuántos” los decidiremos los
dos, libremente. Yo tengo una vida y un proyecto
vital, exactamente igual que tú, y no permitiré, nunca, ni que tu ni nadie me
lo entorpezca, me lo desvíe, me lo frustre. Todo tiene que ser consensuado,
nunca impuesto. Tú y yo. Yo y tú. Ambos. Los dos.
Si vosotros siempre supisteis quiénes erais y dónde
estabais, nosotras estamos aprendiendo a ser nosotras, a autoanalizarnos, a
autovalorarnos. Estamos haciéndonos nuestro sitio. Queremos ser dueñas sólo de
nosotras; queremos ser nosotras, queremos ser libres y elegir el qué, el cómo,
el cuándo, el dónde... En una democracia la selección de las élites se basa en
el talento, la competencia,la igualdad meritocrática, no en la pertenencia a un
género. La ciudadanía moderna no distingue entre blanco y negro, creyente y
ateo, alto y bajo, gordo y flaco....hombre y mujer. Ser ciudadano es ser
persona.
El
ser esposa y madre ha tenido un coste profesional. La carga familiar y la carga
mental nos ha castigado en el progreso profesional, porque hemos sido menos
móviles hemos estado menos disponibles,
nos hemos retraído más y hemos sido menos lanzadas. Hemos perdido muchas
oportunidades. No queremos ventajas pero no queremos que juguéis con las cartas
marcadas. Madre sólo hay una, padre biológico puede serlo cualquiera. Un polvo no es una vida.
Queremos un reconocimiento social por lo que laboralmente hacemos (tu
y yo) y no por lo que biológico-anatómicamente somos (hembra y macho)...
Y mi mujer siguió, siguió, siguió....
Y si no estás de acuerdo –y se levantó bruscamente- te vas por ahí
y te compras un perro”.
¡Vaya
un portazo que pegó al salir! y ¡vaya perro, pequeñito, blanco, peludo, como
una bolita de algodón, que me compré!. No tenía nombre. Lo llamo Pitágoras o
Sócrates, depende si es de noche o de día ( lo estoy volviendo
esquizofrénico). Normalmente, cuando me
desvelo a altas hora de la noche, cojo a
mi Pitágoras, lo siento encima de la cama y le leo fragmentos de
Epicuro. Lo miro fijamente a los ojos y le recito, casi de memoria, el segundo
discurso del Zaratustra de Nietzsche.
Y
cuando leo u oigo lo de la desvertebración de España por culpa del desfile del
carnaval de las Autonomías, muy orteguianamente, muy dialécticamente, le
demuestro a mi Pitágoras que España no puede desvertebrase porque “España
es/está invertebrada”, porque ya no tiene élites a las que seguir, no hay ideas-fuerza
a las que agarrarse, no hay levadura que fermente la masa. Todo es masa. Masa
fofa, mazacote de carne sin huesos, masas rebeldes, “la rebelión de las masas”.
Lo
malo fue la noche del 27. Mi mujer se despertó y se levantó a beber agua (¿le
habría estado regañando a alguien en sueños?). Yo tenía al perrito sobre mis
rodillas, medio de pie, con las manos sosteniendo su cabeza, intentando
explicarle el Argumento Ontológico de San Anselmo sobre la existencia de Dios.
Ella vio la escena y...
“Pero tú,...¿es que no puedes parar?.
¿Siempre
volviendo a las andadas?
¿Pero
es que no puedes dejar que el perro sea perro?”.
Tomás
Morales Cañedo
Profesor de Filosofía.
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