martes, 9 de abril de 2013

ROUSSEAU (2)


 EL EMILIO O DE LA EDUCACIÓN.

Fue escrito en 1.762 y fue considerado, por él como su obra más importante. Porque trata del niño que desde que nace es “bueno por naturaleza” pero que, según va socializándose, va corrompiéndose, “haciéndose malo”.

La naturaleza es buena y como la raza humana proviene de ella, también es buena, porque es de origen divino

¿Cómo conservar, pues, cómo es posible, la “bondad natural” en una “sociedad corrupta”?

¿Cómo debe educarse al “ciudadano ideal”?

Sería como enseñarle a pensar y no lo que debe pensar.

Considera la educación como imprescindible para lograr “un nuevo hombre para una nueva sociedad”

En su tiempo “la infancia” (como etapa) no existía (como hemos expuesto al comienzo de esta reflexión)

“El niño –dirá Rousseau- es un ser sustancialmente diferente del adulto, y está sujeto a sus propias leyes y evolución. El niño no es un animal, ni un hombre. Es un niño”

Luego así debe tratársele.

La educación, pues, debe desarrollarse al margen de la vida social. (¿por eso entregó a sus hijos a las instituciones públicas, nada más nacer?)

“La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que no se sometan a ninguna”

Lo que debe hacer el preceptor es mantenerlo en el ambiente adecuado, motivándolo, despertando el interés por aprender mediante juegos, evitando inculcarle hábitos, para que su desarrollo sea natural y no forzado.

El sistema educativo de su tiempo era coercitivo e impedía formar individuos libres y autónomos. Defiende que sean los padres y las madres los protagonistas de la educación de sus hijos (algo revolucionario en su tiempo) y no lo tutores y profesores privados (la norma general)

Su propuesta, su modelo de educación es: 1.- Individualizado (sujeto a la motivación e interés del individuo) y 2.-  Diferenciado (según la etapa evolutiva en que vaya encontrándose).

(Luego veremos que “la mujer” no entra en este proyecto. La “mujer ideal” será la “ideal para Emilio”, por lo tanto, la educación de la mujer estaba diseñada para satisfacer, para complacer, al varón).

El Emilio, junto con la obra de Locke “Algunos pensamientos sobre la educación” son los dos tratados de Educación, del siglo XVIII, pero con diferencias fundamentales, pues mientras la obra de Locke va dirigida a la educación de los “caballeros”, la de Rousseau va dirigido a TODOS los niños (varones), por lo que manifiesta una concepción liberal de la Educación. No es de extrañar que la obra fuera quemada en público, tanto en París como en Ginebra.

Esa fue una de las causas de que fuera, aún, más leído y que sirviera como modelo educativo en la Revolución Francesa.

El Emilio se divide en CINCO libros:

1.- De 0 a 2 años.

2.- De 2 a 12 años.

3.- De 12 a 15 años.

4.- De 15 a 20 años.

5.- A partir de los 20 años (edad adulta, sobre el matrimonio, la familia, la educación de la mujer (de Sofía: mujer ideal o ideal de mujer  y futura esposa de Emilio.

EL EMILIO es un tratado sobre la bondad original del hombre porque “todo lo que procede del autor de las cosas es bueno, pero todo degenera en manos del hombre”.

Contra la anterior teoría medieval de que el niño era/nacía salvaje, y contra Hobbes de que “el hombre es un lobo para el hombre” y sólo en la sociedad se domestica, para Rousseau, al nacer, el hombre (el niño) es bueno. No tiene sentido que Dios, infinitamente bueno, poderoso, padre,… haga al hombre malo desde el nacimiento.

La maldad vendrá de los hombres, de la sociedad.

Como desde el nacimiento somos seres sensibles, será a través de los sentidos como entremos en contacto y establezcamos relaciones con los objetos externos.

Pero, al ir madurando el niño, desde los sentidos llegará a la inteligencia y a la razón, capaces de conocer el bien y el mal, y ya no sólo lo placentero y lo doloroso.

La naturaleza, pues, buena es/ está, sin embargo, inmadura, por lo que tendrá que ir madurando, evolucionando.

En ese proceso de maduración de la naturaleza es cuando interviene, para mal, la sociedad, con sus costumbres, sus creencias, sus prácticas, sus leyes, sus obligaciones,…

El mal, pues, procede de “la acción social”. De ahí la necesidad de una buena educación para llevar a buen término el desarrollo del niño, desde que sale del “claustro materno” e ingresa en el “útero social” y es en éste donde va a desarrollarse.

Es la educación, pues, la que debe adaptarse al niño y no al revés.

Será necesaria una “educación infantil”.
 

LIBRO I  De 0 a 2 años.

LOS PRIMEROS CUIDADOS.

Desde el momento mismo de nacer el niño debe tener toda la libertad de movimientos. Nada de fajas (¡es curioso, pero en los años 40-50, en mi pueblo, se enfajaban a los niños “para que no quebraran”!), nada de ataduras ni de vestimenta que impida los movimientos del niño. Todo ello es algo antinatural.

Como antinatural es que las madres no amamanten y se ocupen de sus hijos, en su cuidado y durante el crecimiento.

Es una mala costumbre, una mala práctica, dejarlo en manos de profesores, de tutores, de niñeras,…Deben ser los padres y no personas ajenas al niño.

Así surge EMILIO, el educando imaginario, que no es/no será un niño cualquiera, sino que será:

-Noble (ya que son los nobles los que peor educan, al dejarlo en manos ajenas).

-Rico (para poder tener la mejor educación posible)

-Huérfano (para que los padres no interfieran la labor del preceptor).

-Europeo (que disfruta de un clima templado).

-Sano (no enfermo).

-Robusto (no enclenque ni débil de cuerpo)

-Será educado en el campo (porque “los hombres no han sido hechos para vivir en hormigueros, sino para cultivar la tierra que habitan”).

 

El Preceptor también será joven, para que pueda ser compañero del alumno.

Desde el principio hay que evitar los dos extremos:

-que el educando imponga su voluntad al educador.

-que el educador imponga su voluntad al educando.

Para ello hay que tener en cuenta estas cuatro advertencias:

1.-Que el niño no tendrá fuerza suficiente, la mayoría de las veces, para todo lo que requiere su naturaleza, por lo que habrá que ayudarle.

2.-Que no sólo se le debe ayudar, también, a veces, suplantarlo, ponerse en su lugar, supliendo lo que le falta.
3.-Que la ayuda sólo será en aquello que sea realmente útil, nada de caprichos injustificados.

4.-Estar atentos a sus manifestaciones, pues, a esa edad tan temprana, no es posible disimular.

En esta primera etapa debe ir aprendiendo a hablar de manera correcta, clara, articulando bien, no dejando, desde el principio, que pronuncie de manera defectuosa.

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