Creíamos que la salvación nos vendría de los dioses, creíamos en ello, rezábamos,…. (Homo Credens). Hasta que caímos en la cuenta que las riendas de nuestro destino, las llaves de nuestro futuro, las teníamos en nuestras manos y dependía de nosotros (Homo Sapiens) y tras varios siglos hemos caído en la cuenta que no se trata de “ser”, sino de “aparentar”. Que lo que importa, para salvarse y triunfar, es la Imagen (Homo Videns)
(En este mismo blog (29 – V – 2.012) colgué un artículo con este nombre).
¿Abandono de la razón a favor de los sentidos?
¿Del “animal racional” aristotélico al “animal ocular” de Giovanni Sartori?
“Las imágenes como sustituto de los conceptos” (Manuel Castells)
El “aparecer” preferible al “ser”, lo que “se ve” sustituto de lo que “se sabe”.
“Una imagen vale más que mil palabras”.
Si la Historia comienza con el paso desde la “civilización oral” (lo dicho, lo hablado, lo oído) a la “civilización escrita” (lo que está escrito), desde finales del XX y durante lo que llevamos del XXI, parece que hemos pasado de la “civilización escrita” a la “civilización icónica”, la “civilización de la imagen”.
“Verba volant, scripta manent” –decían los antiguos, señalando las ventajas de la permanencia de lo que se ha dicho a lo que está diciéndose.
“Las palabras se las lleva el viento” –dice un adagio español.
Todos hemos oído la historieta, graciosa de lo que el general quiere transmitirle a los soldado (lo del eclipse de sol que va a ocurrir y que todos, en formación deben salir al patio del cuartel, para verlo y cómo a lo largo de la transmisión de la cadena de mandos, del mensaje que salió de boca del general al mensaje que transmite el cabo a los soldados en nada se le parece, sino el hipérbaton de significados que lleva a la risa).
La tradición oral, según va pasando de unos a otros, en cada eslabón de la cadena va modificándose, y el mensaje final apenas se le parece al mensaje original.
El eslabón transmisor – el eslabón receptor…. desde el primero de la cadena hasta el último, modificándose.
¿Cómo fiarnos de la tradición oral cuando lo que llega es lo que el descifrador entiende y no lo que el cifrador ha dicho?
Es un avance cuando la memoria y la repetición, siempre contaminadas de subjetivismo, ceden a la escritura, al texto fijado, a la posibilidad de “repasar” lo “pasado” y fijado, sin intermediarios, posibles desvirtuadores.
“Lenguaje escrito, conceptual” versus “lenguaje icónico, de imágenes”.
Aquel dirigido a la razón, a la inteligencia, éste dirigido a los sentidos.
Si el texto, fijado, puede ser parcialmente interpretado por algunos, las imágenes serán interpretadas por cada uno, como eslabones de una cadena, más o menos larga, como Dios le dé a entender.
¿Qué hay detrás de la imagen? ¿O la imagen nace y muere en el hecho de mostrarse, de impresionar, como los fuegos artificiales, que se agotan en su manifestación?
¿Puede la imagen aspirar a ser “universal”, a la objetividad, como aspira el concepto o es un producto más, uno de tantos, en el supermercado de las subjetividades?
Pero todos estamos siendo testigos de cómo, en una civilización ligh, como la nuestra, de “pensamiento débil”, la imagen impacta más que el concepto.
“Valor de las imágenes” versus “valor de los conceptos”
¿Para quién/quiénes es verdad nuestro adagio de que “una imagen vale más que mil palabras”?
Regresión humana, no progreso.
“Lo que no se ve no existe” –solemos decir. “Lo que no se ve es como si no existiera” (aunque exista).
“Existir”, “ser” versus “aparecer”.
“Esencia” versus “apariencia”.
Lo que “hay” versus lo que “se ve”.
La imagen ha pasado a ser la prueba de la verdad de la información.
“Lo he visto con mis propios ojos” (lo que parece una boutade; ¿con qué ojos ibas a verlo si no es con los tuyos, con los del vecino de enfrente?).
Dos personas ven cómo una mata a otra y mientras una ve “un asesinato” la otra ve “un homicidio”.
Son dos conceptos distintos de un mismo hecho visto.
! Si levantara Kant la cabeza ¡(su “noumenon” y su “fenomenon”).
Saber y sentir, esencia y apariencia.
Pero el alimento de las masas son las imágenes (una película, un concierto, un botellón, unas copas, una barbacoa, un polvo) espectáculos sensuales variados, que se agotan al ser consumidos en el instante.
Los conceptos quedan como alimento minoritario de mentes reflexivas.
En un concierto lo que hay no son “personas” concretas sino “público” entregado, masa contaminada.
Mientras un texto está ahí, para pensarlo, un concierto, en vivo y en directo, nada tiene que ver con un “concierto contado por un asistente”.
El “presente del espectáculo” nada tiene que ver, y prima, sobre el pasado, presente y futuro del texto.
Abunda el resentimiento ante el intelectual reflexivo, el de los conceptos, por parte del público masivo, devorador de imágenes, del espectáculo presente del usar y tirar.
Incluso el mal uso y poco uso de la palabra, sustituida por iconos (en ordenadores, móviles,…) o en el lenguaje escrito deformado (“pq” = “porque”, “x” = “por”, “tbn” = “también”,…)
“Economía del lenguaje” – lo llaman.
Pavor ante la abstracción, furor ante lo concreto.
Super-atención a la imagen (en detrimento del concepto).
Promocionar el “aparecer” en detrimento del “ser”.
Hay que cuidar la imagen, cambiar de imagen, dar la imagen, vender la imagen.
Aparentar ser amable, aunque no se sea amable.
Hipocresía individual y social.
Filosóficamente, la vestimenta, los accidentes, en detrimento de la substancia.
La realidad queda reducida a la apariencia.
Vivir aparentemente, “dar el pego”, “vivir en el disimulo”, “convivir con la mentira”, “que los demás ven/no ven que….”
Las apariencias ya no engañan, son testigos de la realidad.
“Así es si así os parece (aparece)”
El rol, el papel social, el “personaje” a representar ha desplazado a la “persona” que, ya, a nadie, ni a uno mismo, le interesa.
Quiero que los demás me vean, no como soy, sino como quiero que me vean, vestido con el ropaje por mi elegido que guste.
El desnudo corporal, esbelto, se promociona, mientras el desnudo personal, quizá mísero, deficiente y vacío, avergüenza.
Vivimos en la sociedad del espectáculo, del fingir, del aparentar.
Y ha sido con nuestra inteligencia como hemos desdoblado la realidad en “ser” y “aparentar”, apostando por éste.
Nos hemos desdoblado nosotros mismos, en la “persona” que somos y el “personaje” que representamos, apostando por éste.
Engañarnos y engañar como modo de vivir.
Ya un filósofo idealista había sentenciado: “si la realidad no coincide con (no entra en) mis esquemas mentales, peor para ella”.
La realidad tiene que coincidir con lo que yo pienso de ella.
Al revés que la filosofía clásica, aristotélico-tomista, en la que la verdad era la adecuación del intelecto a la realidad (Filosofía Objetivista), en la Edad Moderna se propone y se impone el modelo del giro copernicano, que tan buenos resultados había conseguido en la astronomía.
“La realidad, para ser conocida, debe acoplarse (ella) a mi modo de conocer y será (ella) para nosotros SÓLO como mis esquemas cognoscitivos nos digan.
Más allá o al margen de nuestro esquema cognoscitivo, si hay algo o no lo hay (un “noumenon”) no lo podemos saber, ni si es o no es, ni cómo es.
Ni que es, ni qué es.
Esa presión de la realidad de acoplarse al esquema cognoscitivo es el equivalente a que la “persona” se acople al “personaje” que queremos mostrar y que la sociedad, no sólo lo aprueba sino que lo ve positivo.
No sólo que lo que no se ve no existe, sino que lo que se vea sea lo que nosotros queremos que se vea, aunque no coincida con lo que, realmente, somos.
¡”Que nos entre por los ojos”!
Pereza intelectual.
El órgano visual, sobre el órgano intelectual.
¿Qué son: peluquerías, manicuras, cirugía estética, maquillajes, depilaciones, diseño, esteticien, new look,….? Sino resaltar y/o buscar la apariencia elegida?
¿Seducir y, para ello, fabricar simulacros en vez de merecer ser seducido/a por la realidad personal?
.- Pero ¿cómo puedes estar enamorado de Raquel, si es gorda, bajita, con vello,…?.
.- Es que tú no sabes cómo “es”. Si la conocieras, realmente,…
! Qué diferencia ¡
La ley de la oferta y la ley de la demanda. Yo pido, demando, que…. y como tu te me ofertas, te me presentas como….
Dos simulacros unidos para convivir y que, cuando, bajo la máscara, aparezca la realidad….
.- Es que tú no eres como yo creía que eras.
.- Ni tú tampoco.
Si se hubieran mostrado como eran ¿se habrían unido?
Asesores de imagen en vez de educadores y formadores de persona.
Todas las biografías de los santos y de los héroes suelen ser hipertrofias de vidas reales.
Su “ser de persona” ha desaparecido a favor del “aparecer del personaje”
Vivir en la superficie, acicalado y bien peinado, como forma de vivir.
El papel de regalo y el regalo.
El envoltorio del objeto y el objeto.
El modo de presentación y lo presentado.
La cocina de nuevo diseño y la comida de la abuela.
La cáscara como producto, no importa qué haya tras ella.
Mafalda comprando una enorme muñeca que la propaganda anunciaba y su decepción al abrir la caja en la que venía y ver la muñequita.
Nos hemos hecho maquiavélicos. Cómo debe ser visto el Príncipe por sus súbditos. Poder ser amado, mejor que ser temido, pero en caso de que no…. mostrarse como se es, tirano,….
Apariencia moral y social, para ser visto.
Hoy ya nadie cree que, para triunfar, haya que vender el alma al diablo. Ni se cree en el diablo, ni en el alma, pero sí en la imagen como técnica, como estrategia, para triunfar y conseguir lo propuesto.
Diablos y Celestina en paro. El asesor de imagen ha tomado el relevo.
Lo que no se ve no existe. Y cuanto más y mejor se vea, mejor parece ser y mayor precio tiene.
LA PROPAGANDA.
¿Información?, ¿hipertrofia?, ¿engaño?, ¿interés económico?
Expectativas fallidas cuando la propaganda ha cumplido su función y ha sido adquirido el objeto.
¿Y la “persona”?
El envoltorio de la moda como engaño y autoengaño.
Pulseras de oro, colgantes, diamantes, joyas varias,…. ¿qué son?
Simulacros.
Y si la imagen, con el discurrir del tiempo, cambia, pues, entonces “a cambiar de imagen”.
Y no sólo las personas.
Hasta los partidos políticos, para recomponer la imagen deteriorada.
“Lavar la imagen”.
Que no salga a la luz la corrupción, (aunque la haya). No importa que la haya, lo que importa es que no se vea. “Lo que no se ve no existe”.
“No hemos sabido comunicar nuestro mensaje” –el cacareo de todos los perdedores electorales.
Ha fallado el “cómo” (la presentación) no el “qué” (el programa).
Cambiemos, pues, el envoltorio, no el caramelo, buenísimo.
Queda abierta la manipulación con tal de conseguir el objetivo, el triunfo.
Pintar el coche viejo, para poder ser vendido.
Tapar el deterioro físico para seguir aparentando ser joven y admirado.
Ya lo había anunciado Platón: “la política degradada a cosmética”
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