lunes, 8 de abril de 2013

ROUSSEAU (1)


LA EDUCACIÓN

Tanto en Grecia como en Roma era el Estado el encargado de la educación.

Pero, durante la Edad Media, por influencia del Cristianismo, fue la Iglesia la que controlaba toda la educación, tanto la religiosa como la seglar.

El objetivo de la educación era, pues, “preparar el niño para servir a Dios, a la Iglesia y a sus representantes, con un sometimiento completo a la autoridad de la Iglesia”

No fue necesaria, pues, incluso era contraproducente, la Educación Física, porque el cuerpo era fuente de pecado.

El niño era un ser bárbaro, perverso y corrupto que debía ser socializado, redimido, mediante la disciplina y el castigo.

Todavía en el siglo XVII, el Abad Bérulle escribía: “No hay peor estado, más vil y abyecto, después de la muerte, que la infancia”.

Durante la Edad Media, la teoría dominante era la del “homúnculo” (el niño no era sino “un hombre en miniatura”).

Se creía que el esperma era, de hecho, un “pequeño hombrecito”, en actitud fetal, que daría origen al feto, que nacería tras nueve meses de gestación.

Ese homúnculo se ponía dentro de una mujer para que creciera hasta ser un niño.

(Habría que esperar hasta 1.672, en que un holandés, Reigner Graaf, descubriera el óvulo, como la otra parte necesaria para que, tras ser fecundado por el espermatozoide, se formara el feto).

No había, pues, evolución, cambios cuantitativos, sino cambio desde un estado inferior a otro superior (adulto)

Era la idea defendida por el mismo Santo Tomás de Aquino.

La Edad Media, sobre la niñez, se resume en una frase: “sólo el tiempo puede curar de la niñez y de sus imperfecciones”

(Nosotros, incluso hoy, sentenciamos que “la juventud es un enfermedad que se cura con el tiempo”).

El niño, pues, debe ser educado para ser “reformado”.

Habría que esperar a Erasmo y a Luis Vives para comprobar una auténtica preocupación por la niñez.

El Empirismo, con Locke, vería al hombre como “una tabla (folio, hoja) en blanco, en la que quien escribe es la experiencia.

El niño, pues, no nace ni bueno ni malo, será la experiencia la que…

No es ese, sino el contrario, el concepto que Rousseau tiene del niño, un “ser con caracteres propios, que sigue un desarrollo físico, intelectual, moral,…, no es un hombre en pequeño, es un niño”.

La educación, por tanto, debe adaptarse al nivel del niño, debe haber una educación infantil.

La educación no es una y única, no es la del adulto y que el niño sea quien tenga que adaptarse, poco a poco, a ella.

Contra la educación libresca y memorística, Rousseau recalcará la importancia de la acción y de la experiencia, (y no sólo de la palabra) para adquirir conocimientos.

Para Rousseau hay dos formas fundamentales de cambiar la sociedad.

1.- Desde ABAJO-ARRIBA, cambiando la mentalidad de los individuos, a través de la Educación.

2.- Desde ARRIBA-ABAJO, cambiando las estructuras socio-político-económicas-…. que irán siendo asimiladas y a las que  irán acoplándose los individuos.

La primera es más lenta, es de forma “evolutiva”. La segunda es más rápida, es la “revolucionaria”.

ROUSSEAU, que había afirmado que “el hombre es bueno por naturaleza (“el hombre natural”) pero que la sociedad (corrupta) lo corrompe (“el hombre social”), lo intenta de ambas maneras.

1.- Con “El Emilio o de la Educación”.
2.- Con el “Contrato Social”.

No en vano ambas obras fueron escritas al mismo tiempo, y por ambas sería condenado, detenido, quemadas sus obras y encarcelado, aunque lo dejaran huir para refugiarse en un pueblecito de Suiza, donde sería denunciado por el párroco, como hereje, y tendría que huir, pasando por París, hasta Inglaterra, donde Hume le echaría una mano amiga, acogiéndolo.
La Iglesia lo perseguía por el Emilio y el Estado por el Contrato Social, quizá sus dos más importantes obras.

 

 

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