LA EDUCACIÓN
Tanto en
Grecia como en Roma era el Estado el encargado de la educación.
Pero,
durante la Edad Media, por influencia del Cristianismo, fue la Iglesia la que
controlaba toda la educación, tanto la religiosa como la seglar.
El objetivo
de la educación era, pues, “preparar el niño para servir a Dios, a la Iglesia y
a sus representantes, con un sometimiento completo a la autoridad de la
Iglesia”
No fue
necesaria, pues, incluso era contraproducente, la Educación Física, porque el
cuerpo era fuente de pecado.
El niño era
un ser bárbaro, perverso y corrupto que debía ser socializado, redimido,
mediante la disciplina y el castigo.
Todavía en
el siglo XVII, el Abad Bérulle escribía: “No hay peor estado, más vil y
abyecto, después de la muerte, que la infancia”.
Durante la
Edad Media, la teoría dominante era la del “homúnculo” (el niño no era sino “un
hombre en miniatura”).
Se creía que
el esperma era, de hecho, un “pequeño hombrecito”, en actitud fetal, que daría
origen al feto, que nacería tras nueve meses de gestación.
Ese
homúnculo se ponía dentro de una mujer para que creciera hasta ser un niño.
(Habría que
esperar hasta 1.672, en que un holandés, Reigner Graaf, descubriera el óvulo,
como la otra parte necesaria para que, tras ser fecundado por el
espermatozoide, se formara el feto).
No había,
pues, evolución, cambios cuantitativos, sino cambio desde un estado inferior a
otro superior (adulto)
Era la idea
defendida por el mismo Santo Tomás de Aquino.
La Edad
Media, sobre la niñez, se resume en una frase: “sólo el tiempo puede curar de
la niñez y de sus imperfecciones”
(Nosotros,
incluso hoy, sentenciamos que “la juventud es un enfermedad que se cura con el
tiempo”).
El niño,
pues, debe ser educado para ser “reformado”.
Habría que
esperar a Erasmo y a Luis Vives para comprobar una auténtica preocupación por
la niñez.
El
Empirismo, con Locke, vería al hombre como “una tabla (folio, hoja) en blanco,
en la que quien escribe es la experiencia.
El niño,
pues, no nace ni bueno ni malo, será la experiencia la que…
No es ese,
sino el contrario, el concepto que Rousseau tiene del niño, un “ser con
caracteres propios, que sigue un desarrollo físico, intelectual, moral,…, no es
un hombre en pequeño, es un niño”.
La
educación, por tanto, debe adaptarse al nivel del niño, debe haber una
educación infantil.
La educación
no es una y única, no es la del adulto y que el niño sea quien tenga que
adaptarse, poco a poco, a ella.
Contra la
educación libresca y memorística, Rousseau recalcará la importancia de la acción
y de la experiencia, (y no sólo de la palabra) para adquirir conocimientos.
Para
Rousseau hay dos formas fundamentales de cambiar la sociedad.
1.- Desde
ABAJO-ARRIBA, cambiando la mentalidad de los individuos, a través de la
Educación.
2.- Desde
ARRIBA-ABAJO, cambiando las estructuras socio-político-económicas-…. que irán
siendo asimiladas y a las que irán acoplándose los individuos.
La primera
es más lenta, es de forma “evolutiva”. La segunda es más rápida, es la
“revolucionaria”.
ROUSSEAU, que
había afirmado que “el hombre es bueno por naturaleza (“el hombre natural”)
pero que la sociedad (corrupta) lo corrompe (“el hombre social”), lo intenta de
ambas maneras.
1.- Con “El
Emilio o de la Educación”.
2.- Con el
“Contrato Social”.No en vano ambas obras fueron escritas al mismo tiempo, y por ambas sería condenado, detenido, quemadas sus obras y encarcelado, aunque lo dejaran huir para refugiarse en un pueblecito de Suiza, donde sería denunciado por el párroco, como hereje, y tendría que huir, pasando por París, hasta Inglaterra, donde Hume le echaría una mano amiga, acogiéndolo.
La Iglesia lo perseguía por el Emilio y el Estado por el Contrato Social, quizá sus dos más importantes obras.
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