Ser “funcionario del Estado”
es la meta de la mayoría de los ciudadanos, porque lleva incluida la seguridad
del puesto de trabajo. Pero nos hemos quedado sin dinero para convocar
oposiciones.
Y todo por la “crisis”, la
dichosa crisis. La gente ya no quiere aventuras, quiere la estabilidad.
-“Arrégleme los papeles para cobrar una paguita, Doctor”-
La Neomodernidad es como la
modernidad pero en la sociedad global.
En esta Neomodernidad lo que
prima es la economía (el dinero, si no todo, casi todo lo arregla) y no, ya, la
cultura; la distribución de los recursos prima sobre lo identitario (a no ser
que se le engañe al personal); la lucha por la igualdad, “todos los hombres
somos iguales, no desiguales”.
“Hacienda somos todos”, por
lo tanto, “todos a pagar” y que paguen más los que más tienen. La equidad
fiscal es justa. Si de 100 me retienen 20, al que tenga 1.000, que le retengan
200.
“Políticas de la igualdad”
frente a “políticas de la diferencia”.
Basar los derechos en las
diferencias es un error, una locura, un callejón oscuro y peligroso.
¿Qué derechos tienen los
calvos por ser calvos, por ser diferentes, al no tener pelo?, ¿o los negros por
ser negros, por ser diferentes a los blancos? ¿O las mujeres por ser mujeres y
no ser varones?
¿Qué mérito puede ser haber
nacido con pelo, o blanco, o varón?
Cuando oigo decir que “todo
es relativo”, que “todo vale”, me pregunto si “todo vale igual”. Porque valen 2
euros y valen 20 euros, pero éstos valen más.
Las éticas de la solidaridad,
de la igualdad, del esfuerzo, de la responsabilidad, de lo social,…. (Todo muy
bonito) valen más que los comportamientos que persiguen lo contrario, pero….
La gratificación inmediata,
el triunfo relámpago, el hiperconsumo, el individualismo,… deberían de dejar de
cotizar en bolsa, pero….
Cuando la crisis hace mella y
muerde, surge el miedo.
Orden y seguridad asociados
al bien común y a la solidaridad traen consigo garantizado el triunfo.
Los valores densos de la
Neomodernidad versus los valores líquidos del Postmodernismo, pero….
Pero en esta cuesta de Enero,
más cuesta que ningún otro Enero, al menos para 6 millones de parados, veo, sin
embargo, por doquier la incitación al consumir por consumir.
“No voy a “pisar” las
rebajas, las voy a “machacar” ”.
Y nos llenamos la boca con
palabras bonitas, y gritamos eslóganes y consignas bien sonantes, “energías
limpias, no contaminantes y renovables” (aunque nos cuesten un huevo), “economía
sostenible”(cuando no hay economía que sostener),…. mientras los grandes
problemas los tenemos ahí, sin encontrar tan siquiera soluciones aproximadas:
el desempleo creciente, la jubilación que se retrasa, las pensiones que
peligran, las identidades excluyentes que amenazan, la xenofobia, viendo al
foráneo como enemigo competidor del puesto de trabajo, la pérdida de
competitividad, la Señora Merkel que (para ser señora, tiene cogido a Rajoy por
los…..), los mercados financieros (la tercera persona de la Trinidad moderna:
Los Santos Mercados,…
Y es, en esta situación,
cuando, más que nunca, nos harían falta
políticas de izquierdas, pero no para distribuir la riqueza (que no la
hay) sino para administrar la escasez.
Pero los no necesitados, los
ricos, los pudientes, ya han encontrado refugio para lo suyo (serán unos
hijoputas, pero hay que reconocer que son inteligentes: saben de todos los
huecos por donde, legalmente, poner a buen recaudo lo ganado/lo robado).
Y los nostálgicos bucólicos
siguen aireando el “Nucleares NO”, mientras tenemos que comprar, carísima, a la
vecina Francia, la energía nuclear que no tenemos y que podríamos tener.
Los nuevos campos sembrados
de placas fotovoltaicas, como si fueran lechugas y habichuelas, y las montañas
con sus molinillos al viento, como si fuera una permanente Navidad, destrozando
la estética del paisaje, y los ecologistas, de “pensamiento Alicia”, defensores
acérrimos de la cigarra primaveral y del grillo cantarín veraniego, no dicen ni
“mu”, meditando en su “ecolatría”, banderas de colores y pancartas al viento,
en continua manifestación.
Y, mientras, subvencionamos
el carbón al tiempo que cerramos centrales nucleares.
¿Alguien puede entender todo
esto?
La Neomodernidad, que debería
imponer la Razón estratégica sobre la cruda realidad, se pierde en diálogo de
sordos, mientras la bola de nieve sigue creciendo, incrementando,
exponencialmente, el caos postmodernista.
Y en mi Andalucía, siempre
tan ingeniosa y siempre tan “parada”, los mandamases han encontrado la palabra
tabú: “el gran pacto por Andalucía”. Ya tenemos la letanía diaria durante un
tiempo y “maricón” el último
Y en plena crisis, con bajada
de salarios a los funcionarios y la congelación de las pensiones, y se decretan/se
permiten tarifazos a doquier.
Decía “mi” ministro que es
“lo que cuesta un cafelito” (me imagino dónde se lo tomará él), pero varios
“chocolates del loro” dan para una buena chocolatada.
Si, además, nos desayunamos,
a diario, con la corrupción, multicolor y multivariada, le dan ganas a uno de
pedir que pare el tren, no para bajarse, sino para tirar por la ventanilla, a
los acaparadores de los escasos bienes.
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