¿Cualquier proyecto político, sin violencia, en una sociedad
democrática, es legítimo?
¿De verdad que sí?
¿Puede ser legítimo el proyecto político, sin violencia, de
que el extranjero retorne a su tierra?, ¿o el que promueva la superioridad del
varón sobre la mujer?, ¿o el que promueva que la niña a la que le llegue, por
primera vez, la menstruación, abandone o pueda abandonar la escuela?, ¿o el que
quiera imponer la pena de muerte?
Cuando un grupo terrorista o xenófobo u homófono declara,
públicamente, el cese de la violencia, ¿por qué lo hace?
1.- ¿Por su impotencia para seguir haciendo lo de antes,
debido al acoso de las fuerzas de seguridad?
2.- ¿Por estrategia política electoral?
3.- ¿Porque se han dado cuenta de la equivocación para la
consecución de sus objetivos?
4.- ¿Por convencimiento moral?
¿Por qué lo hace? Yo no sé Ud. pero yo me atrevería afirmar
que no es por la 4ª.
Durante una legislatura vimos a un terrorista, Josu Ternera,
en el País Vasco, como miembro de la Comisión de Derechos Humanos.
Lo consideré y sigo considerándolo una barbaridad política y
una bofetada moral a los familiares de las víctimas asesinadas por la banda
¿Un “cese temporal” es, realmente, un cese? (porque me
recuerda a la madre que afirmaba que su hija estaba “un poquito embarazada”).
¿Por qué no la “disolución y entrega de armas?
¿O es para dejar la puerta abierta al posible “cese del
cese” y volver por las andadas?
Es más. ¿Ese “cese temporal” se apoya en “razones de
principios o en razones electorales”?
¿Y cómo podremos saberlo los que no pertenecemos a su
círculo?
¿Un “medio decente” (como lo es la “no violencia”) justifica
un “fin indecente” (conseguir el poder como medio para conseguir su objetivo,
el mismo objetivo que intentaba ser conseguido con la violencia?
¿El fin justifica los medios? (y Ud. me dirá, seguramente,
que no.
¿El medio justifica el fin? ¿Sí o no?
(Analicen Uds., el “por qué” y el “para qué”)
¿Puede considerarse democrático, por lo tanto defendible un
proyecto que prohíba el proyecto ajeno, anulando a quienes lo defienden?
¿Puede un grupo nacionalista arrogarse la verdad absoluta a
cerca del destino de su pueblo, en contra de una gran minoría o casi igualdad?
¿Y si algunos quieren aprovecharse de la democracia como
método de participación activa en el gobierno para socavar las bases mismas de
la democracia, dinamitando, desde dentro, sus cimientos?
¿Será democrático el proyecto que, tácitamente, se proponga
acabar con la democracia, tal como ahora la conocemos? (y estoy pensando en
toda la población musulmana, asentada hoy, y cada vez más en nuestra Europa
Occidental y su concepto de democracia con el Corán como guía de los Derechos
humanos)
En una democracia no confesional o irreligiosa ¿será
democrático el proyecto de imponer (si llega al poder) un fundamentalismo
religioso, porque considera que “su” religión es la única religión verdadera?
¿Es compatible un autoritarismo, de cualquier tipo, con un
modo de vida democrático?
Las democracia lleva de una mano la Libertad y de la otra la
Justicia.
Si cualquiera de las manos se suelta del cuerpo democrático,
la democracia se vuelve “morbosa”.
Todo europeo que llegue a Estados Unidos encontrará, en la
Costa Este, la Estatua de la LIBERTAD. Pero algunos estadounidenses dicen que,
igualmente, en la Costa Oeste debería erigirse otra estatua, la de la RESPONSABILIDAD.
Sólo así podría erigirse, en Estados Unidos, en el centro y
para todo su territorio, la 3ª y mayor estatua, la de la JUSTICIA.
LIBERTAD – RESPONSABILIDAD – JUSTICIA = DEMOCRACIA.
La no violencia, en democracia, es un requisito necesario
para defender un proyecto democrático, pero no es suficiente.
Someterse al resultado de las urnas no basta. Es necesario
que se mantengan siempre, los pilares de la democracia: la Libertad, la
Responsabilidad, la Justicia, la Igualdad, la búsqueda del Bien Común,…
Dos programas que sean, no contrarios, sino contradictorios,
por lógica proposicional, no pueden ser ambos democráticos, porque uno,
siempre, excluirá al otro, sea el que sea.
Los requisitos necesarios no son suficientes.
Es necesario que, si yo me llamo Tomás, entonces mi nombre
tenga que empezar por “T”, pero no es suficiente. Yo conozco a muchos Teodoros,
Teófilos, Teobaldos,…
Un proyecto democrático no puede proponer acallar y/o
minusvalorar a las minorías por sus distintas etnia, religión, lengua,
cultura,...
Porque la democracia no es, solamente, un conjunto de
Derechos y Deberes. Son necesarias muchas renuncias propias para el bien del
todo común social.
En democracia, el ganador no posee TODAS las cartas para
jugar, sólo tiene las mejores, pero que, si no sabe jugarlas, puede perder la
partida.
Y el que, habiendo podido ganar, si pierde “pierde los
papeles”
¿Y quienes se propongan resucitar, hacer volver el pasado?
(Y no lo tenemos muy lejos, aquí en Andalucía, en su himno,
creación de Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza: “volver a ser lo que
fuimos”)
Es en los individuos, y en el presente, donde debe
fructificar la democracia.
¿Qué decir de un proyecto que postule la anexión de otro
territorio o la secesión del mismo creando un enfrentamiento entre el 51%
contra el resto de la población, incluso contra minorías que ni quieren
anexionar ni quieren ser secesionadas?
¿No sería promover Derechos Políticos desiguales en los
ciudadanos?
Los cesionistas afirman, con la práctica, que ese territorio
les pertenece a ellos más que a los no nacionalistas y que tienen derecho a
administrarlo según su exclusiva voluntad.
La ciudadanía nacional prevalece sobre la ciudadanía nacionalista.
Los credos nacionalistas extremos enfrentan violentamente a
los ciudadanos de esos territorios.
Democráticamente, nunca puede ser legítimo un proyecto
antidemocrático y debería estar/ser prohibido.
En nombre de la libertad no puede ponerse en riesgo la
libertad.
¿Puede liquidarse, democráticamente, la democracia?
LEGAL y LEGÍTIMO no son dos conceptos idénticos.
(En este mismo blog, el 9 de noviembre de 2.012, está
colgado un artículo: ¿“Referéndum: legal
y/o legítimo”?
Son las instituciones democráticas las que acogen a todos
como miembros de la comunidad, no es que sea mérito de nadie, en concreto, sólo
es mérito de la democracia.
En esta democracia, en un proceso electoral, todos los
ciudadanos tienen Derecho a votar, a no votar (abstenerse), a votar en blanco,
al voto nulo. Y el que vota no tiene más derecho que el que no lo hace.
Además de que, en una democracia, dos o tres perdedores,
unidos, desbancan al auténtico ganador, si éste no consigue la mayoría
absoluta. Y, aunque la consiga, en el número de votos, nunca la tiene en el
número de los ciudadanos sobre los que va a gobernar.
Si todo ciudadano tiene ese derecho político, sólo tiene el
deber moral de hacerlo (no el deber político, como en otros tiempos, donde
podían exigirte la “célula” de haber votado).
No es delito no votar, no puede ser multado por no hacerlo y
tiene los mismos derechos ciudadanos que los que han optado por votar.
Además, como todos sabemos, se puede votar una opción “por
convicción”, pero también se vota “contra”, como voto de castigo.
E igualmente la abstención. Puede no votarse “por
indiferencia”, pero también “por asco” de la política y los políticos, o “por
no decidirse por ninguna opción”.
Pero no por eso se pierde el Derecho a ser tratado como un
ciudadano igual.
Igualmente el partido mayoritario, ganador, no puede acallar
a las minorías, no puede negarles la palabra y la defensa de su proyecto. Tiene
el deber de dialogar con las minorías. Y llegar a consensuar lo consensuable.
El mecanismo democrático funciona no como un rodillo
apisonador sino haciendo renuncias a sus máximos.
Las minorías son parte activa de la democracia.
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