Le ha faltado tiempo al Vaticano para atacar, en su Órgano Oficial, L,Observattore Romano, a Saramago, ante el cadáver aún caliente. ¡Lástima que callara, miserablemente, ante la muerte de Vicente Ferrer¡
Acusa a Saramago de ser “antirreligioso” y “marxista”, ¿lo era también Vicente Ferrer, por su obstinación en reparar las injusticias reales que veía con sólo abrir los ojos?
¿Sería una acusación, por mi parte, si yo digo que el Vaticano es “ultrarreligioso” y “antimarxista”?.
Saramago pasó toda su vida predicando y practicando e intentando hacer realidad la utopía humana terrestre, horrorizado, como estaba, del mal funcionamiento del mundo, convencido,(como estaba) de que el poder es de y está en manos de las multinacionales, siendo, pues, un escéptico y un crítico de las democracias reales.
Si todo lo que ha dicho el Vaticano de Saramago, como acusación, lo dijera en mi obituario, me lo tomaría como un panegírico.
¿Y no tiene nada que decir el Vaticano del cura “Castillejo”, al que ya se le notaba el inicio de su posterior barriga, ( con el que coincidí durante 5 años en un Instituto de Córdoba) y su “Monte” de “Piedad” (posteriormente rebautizado como “Cajasur”)?.
Lo de “Monte” sí lo entiendo; lo de “Piedad” no, y menos proviniendo de alguien que juró, voluntariamente, el voto de pobreza y que, antes de retirarse, se aseguró una pensión vitalicia de 4,3 millones de €.
¡Una buena y original interpretación de la “pobreza” y de la “piedad”¡
¡Hay que ver y leer lo que ha dicho de una persona sabia, generosa, sencilla, sincera, noble, honesta, librepensadora, respetuosa, radical en la defensa de sus convicciones, un gigante intelectual, nunca impasible y siempre apasionada y crítica con las injusticias, comprometida con la erradicación del mal en el mundo,…. Pero que su delito parece ser era el no ser de la misma cuerda y estar en la misma onda que la jerarquía eclesiástica vaticana.
“Hombre de una sola palabra”, “hombre de una sola pieza” – como lo definió su esposa, ya viuda.
Dice el Vaticano que Saramago era un “extremista”. ¿Acaso no lo fue Jesús de Nazaret?. Pero ¿“qué tipo de “extremismo”?. Y “populista” ¿más populista que Juan Pablo II?. ¿Más extremista que Pío XII y sus cameos con el nazismo?, ¿más extremista que el papado y sus noviazgos con todos los fascismos y dictaduras habidas y por haber?.
Lo acusa, el Vaticano, de “simplicidad teológica”, de donde se induce o se deduce que Dios es muy complejo, abstracto y complicado y que, por lo tanto, “doctores tiene la Santa Madre Iglesia que le sabrán responder”. ¡Como si no hubiéramos ya pasado y digerido toda una Ilustración¡
Son muchos los que no creen que exista Dios, aunque, igualmente, son muchos los que creen que pueda haberlo, pero en lo que muy pocos creen es en la Institución Eclesiástica, vista sólo como un organismo de poder y no implicada en los problemas reales de la humanidad.
No me refiero, ni mucho menos, a la “iglesia militante”, de mi amigo Paco Oses. En esa iglesia no se cree, se la ve, se la detecta, existe. Me refiero a esa otra Iglesia, de estructura medieval en pleno siglo XXI, de pensamiento anticuado, incluso fundamentalista e integrista en los tiempos que corremos.
Si, como creen algunos, existe esa otra vida, en alguna otra parte, me imagino la escena de tres encuentros: entre Saramago con Juan XXIII, con Juan Pablo II y con Pío XII. ¿Se los imaginan Uds.?.
¿Era Saramago “antirreligioso” o sólo era “antijerarquía vaticana”?. ¿Saramago contra Vicente Ferrer?.
¿Es hablar contra Dios el oponerse a la Iglesia, (S.A. o S.L.), como única gestora del más allá?
¿No es el “comunismo” (del que se sentía orgulloso y que, públicamente lo proclamó en el discurso de la concesión del Premio Nobel) una religión humana y terrestre, pero sin referencias a otro mundo, a otra vida, a una trasccendencia?
¿No merece respeto una persona que ha mostrado, siempre, una coherencia entre su pensamiento y su vida, defendiendo, con su pluma, a los injustamente perdedores de los bienes de este mundo, clamando contra las injusticias y sus seguras causas?.
El legado intelectual y su activismo vital ante la injusticia, fuera cual fuera y viniese de donde viniese, no se han ido con él a la tumba, como tampoco lo ha hecho Vicente Ferrer y su obra humanitaria en la India.
¿Qué ha quedado de Pío XII y de Juan Pablo II?. ¿Qué quedará de Benedicto XVI?
Se dice de Saramago que era un “utópico pesimista”, pero si un pesimista es “un intelectual bien informado”, entonces….
¿Se cumplirá, algún día, su sueño de “un único Estado Ibérico”?
HA MUERTO SARAMAGO, Dios (en el que no creía) quiera que no mueran sus ideas.
Dependiendo de quien lo haga puede tomarse la ofensa como tal o simplemente como un asqueroso rebuzno. Viniendo de donde viene ¿qué otra cosa puedes esperar más que un erupto o un vómito?
ResponderEliminarSin duda, Saramago merece más admiración y estudio que cualquiera de los tres elementos que has citado en tu artículo.
Y más vida "eterna". Junto a Vicente Ferrer, por supuesto.