martes, 1 de junio de 2010

LOS POLÍTICOS.

Alguien dijo –no sé quién- que la política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez.
Y habría que añadir: “y ya nunca se resucita”.
No así en política.
Los políticos son como el ave Fénix, que renacen de sus cenizas. Mueren y renacen, políticamente, varias veces, a lo largo de su vida real.
Yo no sé por qué suelen ser ateos y no creyentes cristianos, sobre todo los políticos de izquierdas, porque están, continuamente, muriendo y resucitando.

Un político muere en una contienda municipal, como candidato a alcalde y, en las próximas elecciones aparece resucitado como parlamentario autonómico. O muere como Consejero y aparece, resucitado, como ministro. O muere como político español y resucita como europarlamentario, con despacho y secretaria en Bruselas.

Se les quiere tanto a los políticos o son tan valiosos que aunque mueran no se les deja morir y, generalmente, se les resucita en unos escalones superiores.
¡Como si la in-operancia o la mal-operancia fuese un mérito¡

17 parlamentos con miles de parlamentarios con coche, chófer, despacho, y secretaria oficiales.

¿Alguien puede decirme para qué sirve el Senado si, popularmente, se lo designa como “la cámara superflua”?.

Yo quiero ser senador.

¿Y lo del “cementerio de elefantes”?

Yo quiero ser ese tipo de elefante, no para estar enterrado, sino instalado en ese tipo de cementerio, nuevo nombre del paraíso terrenal, con muchísimas posibilidades de disfrutar.

¡Tranquilos¡. Estoy segurísimo de que no voy a conseguirlo.

P.D. Aunque, como decía un filósofo, “nada humano me es ajeno”, PROMETO (no juro, porque no creo en los juramentos, eso de “poner a Dios por testigo”, ¡anda que no han jurado los políticos¡), PROMETO no volver a escribir sobre los políticos y la política. Ya es bastante castigo tener que soportarlos y soportar sus decisiones.
Quiero creer que muchos de los e-mails que me envían sobre el gobierno son infundios y calumnias del P.P., porque si fueran verdaderos, era como para correrlos a gorrazos, apostatar de la política, declararse insumiso fiscal, sacar en procesión a Santa Rita,….
No hay mayor inmoralidad que hacer una ley ad hoc, interesada, actuar conforme a ella, a continuación decir que todo ha sido legal, y proclamar su inocencia. ¡Como si cumplir una ley inmoral fuera una acción moralmente buena¡

¡Para darse de baja¡. ¡Vamos¡

No hay comentarios:

Publicar un comentario