Todos sabéis mi postura ante el aborto: “No lo tengo nada claro”.
Mi enhorabuena al que esté segurísimo de que sí y al que esté segurísimo de que no. Yo no soy uno de ellos. Me debato y moro en la duda.
Pero algo que me choca sobremanera es la decidida e indudable toma de postura de la Jerarquía eclesiástica, que ha salido en tropel, poniendo el grito en el cielo (y nunca mejor dicho), sobre todo en su “movimiento pro-vida” que considera más criminal a una mujer que decide no seguir adelante con su embarazo, al médico que la asiste y al político que la apoya para que, así, no tenga que hacerlo en la peligrosa clandestinidad, que a un dictador totalitario, viviente, que puede ser responsable de miles y miles de muertes por el “enorme” delito de disentir del dictador.
El destino del cigoto ¿es prioritario a las miles de personas víctimas de un dictador, en su régimen totalitario?
Y estoy pensando en muchos dictadores
¿Qué responsabilidad tiene la Iglesia de nuestra represión sexual en vez de una sana educación sexual?.
¿Es obligatorio (para no vivir empecatado) el absentismo sexual hasta el momento mismo del matrimonio religioso?.
Y, una vez casados, “si sexo entonces procreación”, -> nada de anticonceptivos, ni siquiera para evitar posibles contagios venéreos, y el placer no es necesario ni como medio, cuanto menos como fin, y recomendable la “posición sexual del misionero” (vaya nombrecito dado a la posición cara a cara).
Y si no quieres quedarte embarazada o ser padre, ya sabes cuál es la única solución: “No folles”.
¿Para quién puede ser deseable el aborto?. Puede uno defender el derecho que toda mujer tiene para ser madre, pero ¿obligarla a ser madre en contra de su voluntad?.
Si una mujer queda embarazada SIN QUERERLO, ya sea por descuido, por ignorancia, por irresponsabilidad o por violación, y si el feto viene mal o se pone en peligro la vida de la madre por ese embarazo no buscado o no deseado……
Lo
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