Aunque la pobreza siempre es
“relativa” suele especificársela como “severa”, “moderada” e “intermedia”,
también como “pobreza material e inmaterial”, “pobreza urbana y rural”, “persistente
y transitoria”, “objetiva y subjetiva” (ser pobre y creer ser pobre).
A averiguar las causas de la
pobreza se han dedicado los teólogos, los filósofos, los sociólogos y los
antropólogos...
En la Edad Antigua y Media las
justificaciones de la pobreza son morales o religiosas y los empobrecidos son
dignos de ayuda, respeto, caridad y piedad, basándose en principios evangélicos
y cristianos.
Y si, además, se les
sermoneaba lo de “bienaventurados los pobres porque… siendo los más amado de
Dios,…destinados en la otra vida a…
En la Edad Moderna e Industrial los
pobres son considerados como un producto inevitable del desarrollo capitalista
y del progreso social, justificándose así su existencia y aumento y evitando
cualquier intervención política a su favor.
Y como, para la burguesía la Ley de la Oferta y de la Demanda no es una ley histórica
y social sino “una ley natural” y si ahora hay pocos puestos de trabajo, y
muchos queriendo trabajar, pocos serán los trabajadores escogidos y muy
disminuidos sus salarios (siempre individuales, no familiares o sociales) pero,
si el día de mañana no existe ese ejército de parados que quieren trabajar y
son muchos los empresarios que necesitan obreros, éstos pondrán sus condiciones
y los salarios serán altos, el trabajo menos gravoso, de menor jornada,…
Las cosas vienen, hoy así,
pero mañana, cuando cambien…
Los factores de este
empobrecimiento serán la baja cualificación profesional, el paro, la salud
precaria, el bajo nivel cultural…
(En otro espacio he expuesto
las “condiciones laborales en las primeras industrias textiles inglesas según
el sindicalista inglés Fernando Lasalle”, condiciones horribles que, aunque hoy
nos lleven a la indignación, eran coherentes con la mentalidad capitalista)
Pero, si somos realistas
críticos, habría que decir que era la consideración de la persona como una “no
persona”, sino de un “útil bípedo”, de los trabajadores (concepto utilitarista
de la persona) y una Filosofía de la Desigualdad , con la consiguiente explotación de
los más débiles y la marginación de los menos útiles, como la verdadera
explicación causal del empobrecimiento.
Bien sabemos cómo la misma
Iglesia elogiaba la labor caritativa de los empresarios creadores de comedores
donde distribuir la “sopa boba” o los hospitales en que poder morir, en vez de
hacerlo en la calle como un perro más.
Según el Paradigma
Conservador, ser pobre es ser un mendigo y la causa del empobrecimiento es
individual de manera que no existe el empobrecimiento sino el pobre, con sus
vicios, sus circunstancias,…
¿Qué hacer, entonces?
Crear un sistema de medidas
asistenciales, potenciar las instituciones filantrópicas,… para que reduzcan
sus efectos.
En este caso, la política
social es marginal, no afecta a la política general, es sólo un fragmento más
en la preocupación por el bienestar.
Resulta, pues, desvinculada
del crecimiento económico proponiendo, primero crecer y luego atender los
gastos sociales que exige tal crecimiento.
Hay que garantizar las rentas
mínimas, es lo único que podemos hacer, lo que constituye, en este Paradigma
Conservador, el Modelo Residual de lucha contra la pobreza: asistencialismo,
paternalismo, graciabilidad, familia y voluntariado, reparación,…
Sin embargo, el Paradigma
Progresista identifica el empobrecimiento con un modelo concéntrico, según el
cual intervienen en él lo económico, lo político y lo cultural, siendo el
empobrecimiento un fenómeno de masas (no individual) que no tiene unos perfiles
definidos.
Su origen está vinculado al
sistema mismo: es su Estructural (no algo Residual)
¿Qué hacer, entonces?
Abordar el empobrecimiento
antes de su advenimiento.
Prevenir y reconducir el
proceso a través de una garantía de protección básica mediante la cobertura
pública de las necesidades básicas cuya garantía constituye la finalidad última
del sistema de protección.
Debe estar en conexión el
crecimiento económico y la acción distribuidora y deben concebirse como
complementarias las políticas sociales y las políticas económicas, porque el
gasto social, en última instancia, es causa de la crisis económica y no forma
parte de su solución.
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