Hace tan sólo unos días que
mi hija, procedente de Madrid y provista de su coche, acabó con esa bendita y
maravillosa enfermedad que me tenía felizmente atado y ocupado, mañana, tarde y
noche. Me refiero a la “abuelitis”.
Poco a poco estoy recuperándome y tratando de cambiar el chip
(cuesta adaptarse).
Lentamente recupero mi actividad habitual. He aparcado el
corazón. He dejado de dar besos, abrazos, achuchones, bromas,….. a esa materia
prima humana que todo lo quiere saber, con sus porqués.
-
¿Por qué el agua
del mar sabe mal?-
-
Porque está
salada.
-
¿Y por qué está
salada?
-
Por la
evaporación.
-
¿Y por qué se
evapora?
-
Por la diferencia
de temperatura.
-
¿Y por qué…..y
por qué…. y por qué…?.
Una ametralladora de porqués,
oiga.
Aparcada, pues, la “cardíaca”
unamuniana, pongo en marcha el motor de las neuronas y sigo con mis reflexiones
habituales.
Suele tomarse como sinónimos los conceptos “moral” y “ética”.
Y no son sinónimos.
Hay muchas morales. Tantas como culturas, como religiones,
como ideologías,…. Pero sólo hay UNA Ética, que reflexiona sobre las morales.
Este trozo de pan, este tenedor, este bolígrafo y esta
manzana son objetos físicos muy distintos, pero todos ellos son objeto de
estudio de una misma ciencia, la
Física.
No existe “el placer”, en abstracto. Sólo existen placeres
concretos y muy distintos.
A las siete y media de la mañana, en mis paseos matinales por
La Carihuela ,
voy disfrutando de un placer muy distinto al que, a esa misma hora, en ese
mismo sitio, terminado el botellón, disfrutan tantos jóvenes, bañándose
desnudos, apurando el último porro, acabando el último vaso de plástico de no
sé qué combinado, o haciendo el amor entre dos tumbonas.
Placeres.
¿Qué dice la Ética del placer?
Podríamos distinguir tres posturas, ante el mismo. La del
libertino, la del puritano y la del moderado o ecuánime.
El LIBERTINO, pone en práctica y se guía sólo por la Ética de
las consecuencias. Él no se atiene a principios. Si algo produce placer (lo que
sea) eso es bueno y hay que hacerlo, y si no, hay que evitarlo. Lo que a él le
importa es el resultado. Su meta es “optimizar” resultados, cuanto más y más
intensos mejor. Mira el “después” inmediato para exprimirlo en presente. Su
pro-yecto es sólo un “yecto”. Ni el pasado ni el futuro a largo plazo están en
su agenda. Y si tuviera que elegir entre el “después” y el “ahora”, se quedaría
con éste.
“Oveja que bala, bocado que pierde”. “Carpe diem”. “Comamos y
bebamos, que mañana moriremos”.
El PURITANO, por el contrario, mira al pasado, es esclavo del
pasado. Todo lo que vaya a hacer tiene que estar acorde o derivado de sus
“principios”. Principios que ya tiene, y muy arraigados, y respecto a los
cuales vive.
Su meta es el “deber”. Hacer lo que debe hacerse, obrar como
debe obrarse. En ello reside su placer. El placer del deber cumplido.
Mientras el Libertino no sabe qué es eso de “remordimiento de
conciencia”, el Puritano lo sufre intensamente, sólo con pensar si estará
removiendo, lo más mínimo, sus principios o apartándose de ellos.
Aristóteles decía (en griego) que “virtus est in medio
extremorum”. Es su Teoría Ética del Término Medio”. Ahí reside la virtud, entre
dos extremos, igualmente viciosos, uno
vicioso por exceso y el otro vicioso por defecto, uno se pasa y el otro no
llega.
El MODERADO, el ECUÁNIME, no mira sólo a los Fines (como el Libertino) ni sólo a los Principios
(como el Puritano).
Él juega con los tres tiempos del verbo: pasado, presente y
futuro.
Aprende del pasado, no le tiene miedo a la memoria, y tiene
en cuenta el futuro, pero sin obsesionarse con él. Sabe que, al final, “todos calvos”,
al final, está la muerte, que ni la desea ni la teme, ni se desespera por ello.
Sin obsesión por los principios busca los medios adecuados
que lo lleven al fin deseado.
Disfruta del presente pero sin renunciar ni despotricar
contra pasado y futuro.
El Ecuánime está alejado tanto del sádico como del
masoquista.
Dice sí al placer, pero no a toda costa y a cualquier precio.
(Relean el Tetrafarmacon epicúreo. ¡Y que haya gente que
hable mal de Epicuro¡).
¿Disfrutar?. Por supuesto que sí, pero con inteligencia.
El seso es la piedra de toque (he dicho “seso”, no “sexo”).
Recuerden que hacer el amor, sí, pero con cabeza,
¿Con cuál de estos tres tipos te identificas?.
Háganme el favor de ser felices o, al menos, inténtenlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario