domingo, 10 de abril de 2016

CÓMO SER FELIZ Y NO MORIR EN EL INTENTO (Y 3)

Aquí nos encontramos nosotros. Con 30 ó 40 años más allá de la reproducción. ¡Vosotros me diréis qué vais a hacer!

Si antes era demasiada la inversión que se hacía en la especie, era a costa de la salud, de la felicidad, del individuo.

Uno acababa arruinado, pero como uno acababa, al mismo tiempo….

Y como el niño venía con dos manos para trabajar, siempre llegaba con un pan bajo el brazo.

La felicidad quedaba aplazada para la otra vida, después de la muerte.

Además, una vida eterna, no como ésta, temporal y llena de lágrimas.

Así que ¡mira tú qué bien!

Pero ahora, que nos hemos secularizado cantidad, por si acaso, queremos empezar ya a disfrutar en esta vida.

“Salud, dinero y amor”, pero aquí abajo, mientras estamos vivos, que quién sabe si después habrá algo o no habrá nada.  

Y ahora debería analizar el concepto de felicidad como “fertilidad” (en tantísimos campos: científico, educativo, poético, artístico… pero en esta vida) y felicidad como “bienaventuranza” (fundamentalmente aplazada para la otra vida. “bienaventurados los…. y los…. y los….).

La felicidad no es una meta del vivir, sino la acompañante de la vida.

Ser feliz “mientras”, no ser feliz “cuando”.

Igual que lo fundamental no es tanto la libertad como sentirse libre. Si uno se siente libre es libre.

Lo fundamental no es tanto la felicidad como sentirse felices. Si uno se siente feliz, es feliz.

El método, casi infalible, para medir (si es que pudiera medirse) el grado de felicidad de una persona consiste en el experimento de imaginar que le quedan pocos días de vida y comprobar si continuaría haciendo las mismas cosas que estaba haciendo o las dejaría y haría otras distintas.

El algodón no engaña.

Si cambia es que no era feliz haciendo lo que hacía.
Porque la felicidad no es un ente abstracto que está ahí, esperando que lo cojamos.

La felicidad es la acompañante de una actividad. Y como no a todos les gustan las mismas actividades, las felicidades no son idénticas para todos.

Oímos, a veces, decir: “lo mejor, para ser feliz, es no saber, para no tener que preocuparse”, porque la preocupación asfixia la felicidad.

Y no es verdad.

MARINA, en una entrevista a la pregunta “si la ignorancia da la felicidad” responde, taxativamente, que NO.
“Para ser feliz –dice él- hacen falta TRES elementos: SALUD, SUERTE e INTELIGENCIA, pero sólo la INTELIGENCIA nos permite disfrutar de las otras dos.

Para la Salud es fundamental la Inteligencia, Hay que ser Inteligentes para no perderla y dejarla escapar (si ya se la tiene) o para conseguirla y recuperarla (si se la ha perdido).
Cada vez Sabemos (Inteligencia) más y mejor de los alimentos que debemos ingerir para no espantarla o que debemos tomar para cogerla, acercarla, disfrutarla.
El Ignorante NO sabe cómo hacer ninguna de las dos cosas. El Inteligente SÍ. Por lo tanto la Inteligencia es un requisito para la salud.

Por otra parte. la Suerte. Que siempre está a la vuelta de la esquina. Pero hay muchas esquinas y hay que Saber a la vuelta de cuáles puede estar, para hacerse el encontradizo con ella y atraparla y Saber de las esquinas en que seguro-seguro que no puede estar, para esquivarla.

La lotería y las quinielas no le tocan a casi nadie, a muy pocos, pero sólo les toca a quienes juegan.
Los que no juegan que no se quejen de que no les toca.
Pero los que juegan, que no reclamen, si pierden, porque están jugando.

El Inteligente Sabe que la Banca siempre gana.

Además, se puede jugar inteligentemente o estúpidamente.
Más aún, se puede jugar a juegos inteligentes y a juegos estúpidos.

¿Qué hacer, ahora que la prole abandonó el nido familiar y tenemos por delante muchos años?, ¿ahora que ya no coinciden la edad fértil, la edad laboral y la edad vital?

¿El “síndrome de nido vacío” para la mujer y el “síndrome de tiempo vacío” para el varón?

NO, ¡por favor!

La búsqueda de la felicidad debe ser ya felicidad.

Hay que ser amante de los caminos y olvidadizo de las metas.

La meta de la vida es la muerte, a la que llegará aún sin proponérselo, y nadie puede ser su amante.

¿Cuál es esa actividad/actividades felicitante/s para ti? A por ella/s, a ejercitarla/s, a desarrollarla/s.

-“Maestro – le preguntaron a Sócrates – SABER ¿para qué?

-Para OBRAR bien.

-Y Obrar bien, ¿para qué?

-Para SER feliz.”

Ese es, nada más y nada menos, el secreto de la felicidad:
SABER MÁS
OBRAR MEJOR
SER FELIZ.

¿No os dais cuenta, amigos mayores, que somos los privilegiados que podemos hacer que nuestra “vacación” continua, como jubilados, y nuestra “vocación” felicitante vayan agarradas de la mano, que sean compañeras de cama, que nuestro hobby sea hermano siamés de nuestro trabajo lúdico y no oneroso?

“Hacedme el favor de ser Inteligentes, de Obrar mejor, de Ser felices.


O, al menos, inténtenlo.

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