El Arte, sobre todo la Pintura (aunque también la Escultura ) y la Literatura , en
Occidente, no pueden entenderse sin conocer la Biblia , comenzando por el
Antiguo Testamento (la Torá
para los judíos).
Todos los pintores y
escultores de la Edad Media
y del Renacimiento expresan la biblia, tanto el Antiguo como el Nuevo
Testamento.
Adán y Eva, Abrahán, Isaac,
Jacob, Moisés, David, Salomón, La
Torre de Babel, el Diluvio,… es el Antiguo Testamento.
El Portal de Belén, la Virgen , San José, Jesús de
Nazaret y su vida pública, la Sagrada
Familia , la
Pasión y la crucifixión,…. Es el Nuevo Testamento, ya
cristiano, no judío.
El Judaísmo es la más antigua
de las tres.
Nació, aproximadamente, hace
uno 4.000 años, en lo que hoy denominamos Oriente Medio y, poco a poco, fue
constituyéndose como pueblo, “El Pueblo de Israel”
Fue un pueblo distinto a los
demás, en el que los aspectos de comunidad religiosa y comunidad política se
integran en la identidad social del pueblo judío hasta la destrucción de
Jerusalén y la diáspora del año 70 en que se disocian la identidad religiosa,
cultural, social y política hasta el 1.948 en que se le asigna un territorio.
No forman una raza distinta
basada en rasgos psicológicos o físicos aunque, en un principio fuera un grupo
semita, pero la diferencia racial que pudiera haber, en un primer momento, se
ha difuminado al mezclarse con otros pueblos.
Se pertenece al pueblo judío
por linaje, por ser hijo de padres judíos (específicamente de madre judía) o
por la aceptación del judaísmo, bien por tradición, bien por conversión.
La pertenencia al pueblo
judío, en los varones, se acredita mediante la circuncisión.
A los pertenecientes al Judaísmo,
al pueblo judío, se les puede denominar:
1.- HEBREOS (por ser
descendientes de Abrahán)
2.- JUDÍOS (oriundos del
reino de Judá)
3.- ISRAELITAS (por su
descendencia del patriarca Jacob, llamado, también, Israel) y que se distingue
de “israelí” (ciudadano actual del Estado de Israel, sea o no de la religión
judía).
Si en Israel hay unos 5
millones de judíos sólo un 37% son practicantes...
Del judaísmo bíblico procede
la doctrina del origen divino del poder de los reyes (que tanta importancia
tendrá en la Europa
cristiana de la Edad Media.
Aquello de “por la gracia de Dios”)
Samuel ungió a Saúl como rey
por voluntad divina.
Israel cree que la monarquía
es una institución divina y que, por el rito de la unción, el rey gobierna como
representante de Dios.
Con la legitimación divina
del poder político el judaísmo bíblico legitima la guerra santa.
Por necesidades de
supervivencia los judíos, desde sus orígenes, son un pueblo guerrero: guerras
de conquista de Canaán, guerras contra la opresión en tiempo de los jueces,
guerras de liberación nacional en tiempos de Saúl y David.
Estas guerras las hace Israel
para defender su independencia y para defender a su Dios. Son guerras santas.
Luchan por la causa de Dios y Dios combate a favor de los judíos porque ellos
son “su pueblo elegido”
Israel aclama a su Dios como
“Dios de los ejércitos o Dios guerrero” y que legitima, según la “ley de la
guerra” el exterminio de los enemigos de Israel vencidos en la batalla.
Leer pasajes del Antiguo
Testamento es asistir a masacre tras masacre (comenzando por las mujeres y los
niños) ordenadas por el mismo Dios.
De hecho, en la fiesta del
Yom Kippur se convoca al pueblo haciendo sonar el “shofar”, trompeta curva de cuerno de carnero, que es
lo que hizo Gedeón con sus combatientes al atacar un campamento enemigo tocando
la trompeta y al grito de “por Yahvé y por Gedeón”
El Judaísmo bíblico reconoce
como un hecho natural la división de la sociedad en ricos y pobres. La riqueza
se justifica como recompensa por la fidelidad a Dios o como por el trabajo de
los hombres y la pobreza como resultados de las propias culpas o como prueba
que Dios, a veces, envía (recuérdese a Job) o como consecuencia de la
injusticia cometida por uno mismo o por sus antecesores (recordad la pregunta
que los apóstoles le lanzan a Jesús, ante la presencia de un tullido: “¿quién
pecó, éste o sus padres?”.
Pero Dios no abandona a los
pobres, estableciendo diversas medidas sociales (libertad del esclavo al cabo
de 6 años, prohibición del préstamo con interés entre israelitas, protección a
la viuda, al huérfano y al extranjero, derecho a espigar en los campos,…)
Entre los valores éticos,
además de la lealtad y la fidelidad, se exalta la Justicia (virtud de “dar
a cada uno lo suyo”).
El mismo Dios es invocado como
“Dios justo”.
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