domingo, 1 de febrero de 2015

EL DINERO Y LOS AJOS.


La entrada en el euro, como moneda única en el U.E., me “jodió” la brillante idea que me rondaba e iba madurando en mi cabeza.
La idea era buena, muy buena. Además eficaz.
Al dinero debería ocurrirle lo que a los ajos, que al año caducan, se pudren, se estropean. Cada año ajos nuevos.
Cada año, pues, debería cambiarse el dinero circulante. Así no podría haber dinero negro, ya que, anualmente, perdería todo su valor si no salía a la superficie.
Pensaba haber registrado la idea, por lo de la propiedad intelectual y habérselo brindado a algún partido político que pagara bien, en las inminentes elecciones democráticas.
Con mi idea se evitaría tanto la evasión de capitales como el dinero negro camuflado o escondido.
Entonces me gustó la idea.
Hoy la consideraría necesaria. Pero ya no puede ser. El euro me ha “jodido” el invento.


Aunque los hijos de puta, los especuladores, me echarían abajo mi teoría de los ajos porque son capaces de congelarlos para descongelarlos después.

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