Además del cántico a la literatura y a la democracia. Además
del cántico a su tierra, Perú: “!qué extraordinario privilegio el de un país
que no tiene una identidad, porque las tiene todas!”. Nos pone sobre aviso de
fanáticos y terroristas suicidas, de las nuevas formas de barbarie que
proliferan, atizadas por el fanatismo. Echa pestes de las dictaduras varias. No
se cansa de piropear a España y a Barcelona. Pero, al mismo tiempo, exclama:
“ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno, y también de
España, no estropeen esta historia feliz”.
“Detesto toda forma de nacionalismo, de ideología –o, más
bien, de religión- provinciana, de corto vuelo, excluyentes, que recorta el
horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues
convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia
fortuita del lugar de nacimiento”.
“Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de
las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y
la sangría actual del Medio Oriente”.
“No hay que confundir el “nacionalismo”, de orejeras y su
rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el “patriotismo”,
sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz”.
“La patria no son las
banderas ni los himnos….”.
Considero a los nacionalismos
como ideologías incendiarias, sustentadas en fanáticos cegatos y, generalmente,
violentos, que se consideran víctimas, habiendo sido mimados, que ensalzan a
lidercillos que le cantan la canción que quieren escuchar y que, en su miopía,
consideran a su tierra como el ombligo del mundo.
Hace un tiempo que tenía escrita
esta reflexión sobre los nacionalismos, pero me daba no sé qué sacarla a la
luz, hasta que oí y releí a Vargas Llosa.
Como coincido con él en todo
y en más, me decido a colgarla en el blog.
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